Durante muchos años se habló de las “empresas del siglo XXI” como una manera de pensar el futuro, pero todavía no sabemos bien de qué se trata. Lo que sí podemos afirmar es que en estos primeros 24 años la habilidad más necesaria es la adaptabilidad al cambio.
¿Quién puede ser mejor que la generación que nació con un smartphone, atravesó una pandemia inesperada y ahora está experimentando con la inteligencia artificial al mismo ritmo que las grandes compañías?
No hay generación más preparada que la Generación Z para los años que se vienen. El desafío es dejar de pensar en cómo incluirlos al sistema y en cambio, construir organizaciones más alineadas con sus valores para que se transformen en los abanderados del éxito.
En el mundo laboral en un contexto tan cambiante, hay algo innegociable: la actitud de estar en “Beta” continuamente. Esta misma filosofía ha sido adoptada por muchos de los líderes visionarios de hoy, desde Marc Benioff hasta Jensen Huang, quienes consistentemente animan a sus equipos a mantenerse en modo principiante. Las organizaciones también deben abrazar esta técnica a escala global, buscando la innovación, adaptándose y creando nuevos escenarios.
Y no solo las empresas. Un día de 2018, Gonzalo Conde estaba en casa, compuso una canción en su computadora, la subió a YouTube y comenzó su carrera como Bizarrap.
Hoy no solo ha roto cuatro Récords Mundiales Guinness con una única canción, sino que es uno de los productores más importantes de la música en español. Esto,no solo por su talento, sino también porque tuvo la capacidad de diseñar un producto—y un mundo—que no existía antes.
El próximo año, la Generación Z, aquellos nacidos después de 1997, representará el 27% de la fuerza laboral, y para 2030, junto con los Millennials, constituirán el 58%, según el Foro Económico Mundial.
La Generación Z a menudo es analizada con desconcierto desde una distancia relacionada con la edad. Hay algo que los define y explica gran parte de su comportamiento: son creativos, ágiles y muy exigentes tanto en lo que consumen como en donde trabajan.
Nada les da lo mismo y eso les valió el mote de “generación de cristal”. Son más sensibles a los detalles y no toleran las arbitrariedades.
La revolución, lejos de ser una amenaza, es una etapa más del progreso de las organizaciones. El desafío es adaptarse, atraerlos y lograr nuevos avances.
En Globant tuvimos una idea: crear el primer Gen Z Corporate Advisory Board para incluir su mirada en las diferentes iniciativas que llevamos adelante. De los primeros ‘workshops’, los jóvenes presentaron algunas conclusiones que los ejecutivos de la compañía tomaron como valiosos ‘insights’: el blockchain y el ‘gaming’ son el futuro; la tecnología es la principal herramienta para cerrar la brecha de género; y, la transformación del trabajo está impulsada por un propósito.
Muchas veces se cuestiona la predisposición de la Gen Z para cambiar de empleo como si fuera un aspecto negativo.
El Linkedin’s Workforce Confidence Index 2022 indicó que están apuntando alto: el 80% busca un trabajo alineado a sus intereses y valores -contra un 47% de los ‘baby boomers’- y el 61% busca crecer o tener más responsabilidades -contra un 36% de los ‘baby boomers’-.
Estamos ante una fuerza laboral más exigente, que no está dispuesta a aceptar todo porque sí y que no le teme al cambio. Quieren aprender, sentirse parte y encontrar motivación. El error sería pensar que para las organizaciones eso es un problema: al contrario, la Generación Z quiere participar en espacios que los represente para crear un mundo mejor. Las empresas deberán trabajar en su propósito, en los planes de carrera y en los valores que representan al resto de la sociedad.
Según un estudio del portal de empleo Monster, el 83% cree que el compromiso de una organización con políticas de inclusión, diversidad y equidad es importante al elegir un trabajo. El mercado del talento es global y la Generación Z no reconoce fronteras. Están dispuestos a trabajar para Estados Unidos, Alemania o Singapur si la oferta es adecuada.
El problema, vale la pena repetirlo, no es de la Generación Z. Ya han dejado claro su adaptabilidad y sus ambiciones. Ahora depende de las empresas aprender de ellos y abrazar el cambio para tener éxito en el mercado laboral.