Todos los seres que habitamos el planeta tierra nos hemos visto afectados por el cambio climático y las diferentes crisis que ha generado, ya sea por las temperaturas extremas, que impactan los ciclos del agro, o los fenómenos naturales que hoy aquejan a las poblaciones más vulnerables del mundo, y la consecuencia de estos impactos en la economía y desarrollo de los países. La reciente COP28, en la que tuvimos el honor de participar como empresa de origen peruano, dejó en claro el camino que debemos seguir todos los países y las empresas del sector privado, para reducir, de forma profunda, rápida y sostenida, los efectos de esta crisis cuyo impacto empieza a desbordarse.
Las predicciones son alarmantes. En menos de dos siglos, la acción del hombre ha modificado el equilibrio natural del clima, con consecuencias terribles.
La industrialización y la deforestación han incrementado las emisiones de CO2 a niveles nunca antes vistos, generando condiciones extremas para la vida.
Hoy, las empresas tenemos el desafío de escuchar claramente lo que pide el planeta. Por más de 150 años estuvimos viviendo bajo el hechizo de una Era Industrial que transformó a los seres humanos en consumidores. Hemos actuado pensando que los recursos de la madre tierra son infinitos, lo que ha llevado a la crisis planetaria en la que nos encontramos ahora.
¿Es posible corregir esta situación? Si tomamos acción hoy, sí es posible aspirar a un mejor futuro. En esta nueva era climática, tenemos la responsabilidad de pasar a un modelo de desarrollo basado en atender las necesidades de la naturaleza y crear un espacio para ver la forma de revertir los costos y pasivos que la Revolución Industrial nos dejó a fin de conseguir un futuro sostenible. Para ello, debemos encontrar nuevas formas de reinventar las economías, la forma de hacer negocios y cambiar el modo en que nos relacionamos con la naturaleza.
El uso indiscriminado de los recursos naturales ya no es una opción. En la era climática todo debe rediseñarse, desde la generación de energía; la movilidad para volverla cero emisiones; la agricultura para hacerla regenerativa; la logística y cadenas de suministros; y el manejo de residuos, adoptando a fondo la economía circular.
Alineados a estos desafíos, en Grupo AJE hemos virado a un modelo que llamamos “revolución natural”, donde creamos cadenas de valor sostenible con el fin de empoderar a las comunidades y apoyar a la conservación de nuestra biodiversidad.
Como parte de esta revolución, lideramos un proyecto llamado “Superfrutos que conservan bosques”, un modelo que se ha convertido en ejemplo mundial. Gracias a esta iniciativa, generamos cadenas de valor sostenibles con el aguaje, aguaymanto, camu camu y acaí, los cuales son recolectados por comunidades amazónicas, quienes se comprometen a mantener el bosque en pie, recibiendo un pago justo por ello.
En el marco del Día Internacional de la Madre Tierra (22 de abril), es importante que las empresas reafirmen su compromiso con el medio ambiente y enfoquen sus modelos de negocios hacia un manejo sostenible de toda su cadena productiva. El mundo cambia y un claro ejemplo de esto son los usuarios conscientes, antes considerados como simples ‘consumidores’ que se preguntan tres cosas antes de adquirir un servicio o producto: ¿es bueno para mí?, ¿es bueno para la sociedad?, ¿es bueno para el planeta?
Es tiempo de generar modelos de negocio diferentes y exitosos, que no solo se centren en la persona y la satisfacción de sus necesidades, sino que vean en la conservación de la biodiversidad el camino más viable para alcanzar un verdadero futuro sostenible.