Reino Unido y la UE alcanzan acuerdo para impedir el 'Brexit'
Reino Unido y la UE alcanzan acuerdo para impedir el 'Brexit'
Redacción EC

Anatole Kaletsky

Economista jefe y co-presidente de Gavekal Dragonomics

Entre los diversos retos existenciales que afronta la ese año —refugiados, políticas populistas, austeridad de inspiración alemana, bancarrota del gobierno en Grecia y quizás en Portugal— una crisis está muy encaminada a resolverse. no votará por dejar la Unión Europea.

Esta confiada predicción parecería ser contradicha por las encuestas, que muestra un apoyo de aproximadamente 50% por el denominado “” en el referéndum de junio. Y la opinión pública británica se podría mover aun más en la dirección de “Salida” por un período duradero, en la medida en que los euro-escépticos ridiculicen el “nuevo pacto” por Gran Bretaña acordado en la cumbre de la UE el 19 de febrero.

Sin embargo, probablemente es hora de que el mundo deje de preocuparse por el Brexit. La política y la economía detrás de la consulta virtualmente garantizas que los votantes británicos votarán apoyando la membresía en la UE, a pesar de que esto no se vuelva aparente en las encuestas de opinión pública hasta unas pocas semanas, o incluso días, antes de voto. 

Para entender la dinámica que favorece fuertemente un voto para “Adentro”, empecemos con los temas políticos. Hasta el acuerdo de este mes los líderes británicos no estaban sustentando seriamente el caso contra el Brexit. Después de todo, el primer ministro David Cameron y su gobierno tenían que pretender que consideraría una separación si la Unión Europea rechazaba sus demandas.

Bajo estas circunstancias, era imposible tanto para los políticos laboristas como para los líderes empresariales apoyar un acuerdo con la UE que el propio Cameron aún no estaba listo para promover. El lobby del voto por la “Salida”, por tanto, disfrutó de un monopolio virtual de la atención pública.

Esta situación podría persistir brevemente, a pesar de que ya haya sido alcanzado un acuerdo con la Unión Europea, porque Cameron no desea enfrentarse con los implacables euro-escépticos de su partido hasta que sea absolutamente necesario; pero en la medida que se acerque el referéndum, este desbalance político se revertirá abruptamente.

Una razón para ello es la decisión de Cameron de dejar a sus ministros en libertad de la disciplina del partido durante la campaña del referéndum. Inicialmente vista como una señal de debilidad, la movida de Cameron ha terminado siendo una jugada maestra. 

Aun cuando se les ofreció la libertad de “votar según su conciencia” sobre el acuerdo con la Unión Europea, los más importantes políticos conservadores —con las notables excepciones de Boris Johnson y Michael Gove— han resuelto apoyar a Cameron. 

Como consecuencia, la campaña por la “Salida” ha sido dejada prácticamente sin líderes y ya se ha quebrado en dos facciones rivales: una liderada básicamente por el sentimiento antimigración y proteccionista y la otra determinada a concentrar el apoyo a la economía neoliberal y el libre comercio.

Puede predecirse confiadamente que, cuando la marea política cambie, los medios y la opinión empresarial británicos le seguirán, principalmente por intereses financiero directos.

Por ejemplo, Rupert Murdoch, cuyos medios dominan el panorama, necesita la membresía al mercado único de la Unión Europea para consolidar su negocio de televisión satelital en Gran Bretaña, Alemania e Italia. Otra poderosa motivación para Murdoch, así como para otros propietarios de medios y líderes empresariales, es estar del lado ganador y mantener buenas relaciones con Cameron, a menos que vean evidencia abrumadora de que él perderá. 

Estos nos lleva a la principal razón para ignorar las actuales encuestas de opinión: solo cuando Gran Bretaña empiece seriamente a debatir los costos y beneficios de dejar la UE —y esto podría no ocurrir hasta pocas semanas antes del referéndum— los votantes se darán cuenta de que el Brexit significaría costos económicos enormes para Gran Bretaña y ningún beneficio político. 

Los retos económicos del Brexit pueden ser sobrecogedores. El principal argumento económico de la campaña por la “Salida” —que el enorme déficit comercial de Gran Bretaña es un arma secreta, pues la UE tendría más que perder que Gran Bretaña en un quiebre de las relaciones comerciales— está simple y llanamente equivocado.

Gran Bretaña necesitaría negociar el acceso al mercado único europeo para su industria de servicios, en tanto las empresas manufactureras europeas disfrutarían de inmediato derechos virtualmente ilimitados para vender lo que sea que quieran en Gran Bretaña bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio.

Margaret Thatcher fue la primera en darse cuenta de que la especialización británica en servicios —no solo en finanzas, sino también en leyes, contabilidad, medios, arquitectura, investigación farmacéutica y otros más— hacía crítica la membresía al mercado único de la UE. A Alemania, Francia o Italia les genera una pequeña diferencia económica si Gran Bretaña es un miembro de la UE o simplemente pertenece a la OMC. 

Gran Bretaña necesitaría, por lo tanto, un acuerdo de asociación con la UE, similar a aquellos negociados por Suiza o Noruega, las dos únicas economías europeas importantes fuera de la UE. Desde la perspectiva de la UE, los términos de cualquier pacto con Gran Bretaña tendrían que ser al menos tan exigentes como aquellos en los acuerdos de asociación ya existentes.

Brindar términos más suaves inmediatamente forzaría a emparejar estas concesiones a Suiza y Noruega. Pero aún, cualquier favor especial para Gran Bretaña sentaría un precedente y tentaría a otros miembros de la UE a realizar amenazas de salirse y demandar una renegociación.