(Foto: Archivo)
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Caroline Gibu

Confieso que, como muchos peruanos, en los últimos días he estado en “modo panamericanos”. Compré entradas para ver las finales de karate “kata” en los , modalidad que mi hija practica desde hace año y medio con esmero.

Y la jornada a la que asistimos fue más que brillante: todos los deportistas peruanos en competencia ganaron medalla, incluyendo la medalla de oro para el equipo masculino.



Ver elevarse la bandera peruana hasta lo más alto del Polideportivo Villa El Salvador y cantar el himno a voz en cuello, con mucho orgullo, junto con los medallistas peruanos en el podio y asistentes abarrotando tribunas, fue un momento de emoción indescriptible para mi hija, y para todos los niños y niñas que estaban allí.

He seguido las noticias, y visto como la gente apoyaba a cada deportista en competencia, no sólo a quienes lograban una medalla, y me he preguntado todo el tiempo ¿qué podemos aprender de los Juegos Panamericanos aplicado a la gestión pública?

El ya ha anunciado su intención que la metodología Building Information Modeling (BIM) –con la que se construyeron los estadios para estos juegos– pueda ser utilizada para el diseño, implementación, monitoreo y evaluación de proyectos de inversión, con el objetivo de darles mayor celeridad y transparencia. Sin embargo, esta no es la única lección replicable.

Lograr un mejor desempeño en cada competencia es, sin duda alguna, atribuible directamente al esfuerzo del deportista y sus familias. Pero también existe un avance silencioso en la institucionalización y profesionalización del ecosistema del deporte.

Así, por ejemplo, el sistema de subvenciones para deportistas y federaciones administrado por el IPD puede ser aún insuficiente y perfectible.

No obstante, ha generado en los últimos años mecanismos transparentes y predecibles para seleccionar y acompañar a deportistas destacados, no sólo con transferencias económicas condicionadas, sino también con complementos y tutoría adecuada para cada disciplina, así como una medición constante para generar evidencia y contrastar resultados.

Todos estos aspectos replicables para cualquier programa social que esté enfocado en reducir brechas y generar oportunidades con acciones afirmativas.

Por otro lado, la participación peruana ha mostrado nuestra diversidad étnica, cultural, social e intergeneracional, de biotipos apropiados para cada deporte e incluyendo a personas con una o más discapacidades.

Es justamente esta diversidad la que nutre y potencia nuestras oportunidades de logros y la que inspiró esas ceremonias de inauguración y clausura que tanto hemos celebrado. Incorporar este enfoque en el diseño de estrategias e implementación de servicios públicos, es hoy un requisito indispensable en la gestión pública.

En un país donde cuesta forjar políticas públicas concertadas y de largo aliento, el ser sede de estos juegos ha permitido visibilizar, en la práctica, los contenidos de la Política Nacional del Deporte aprobada en el 2017, y cuya implementación no sólo podrá generar mayores resultados deportivos, sino mayor bienestar social en donde efectivamente juguemos todos.