La ingeniería es una disciplina en constante evolución. Como profesionales de este campo, comprendemos la importancia de integrar las nuevas tecnologías y herramientas digitales en un mundo cambiante, y reconocemos nuestro papel crucial en el desarrollo sostenible y el bienestar social.
Para lograrlo, debemos apuntar a la innovación, principal factor de crecimiento económico y competitividad en el mundo. De hecho, la ingeniería impulsa la innovación y la digitalización en un contexto en el que la industria demanda cada vez más profesionales en inteligencia artificial, energías renovables, robótica, ciberseguridad, entre otras especialidades.
En este ámbito nuestro país tiene muchas brechas que cerrar si queremos ser más competitivos y desarrollarnos con sostenibilidad. Sin una inversión adecuada en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), será difícil que podamos competir en un mundo donde la innovación juega un rol esencial.
Según CONCYTEC, el Perú invierte solo el 0,12% del PBI en I+D+i, muy por debajo de países como Chile (0,4%), México (0,5%), Japón (3,6%) o EE.UU. (2,7%).
Otra desafío es el acceso a Internet. Cifras del Instituto Peruano de Economía (IPE) muestran que a nivel nacional solo el 19,7% de estudiantes de primaria y el 23,7% de secundaria cuentan con internet en sus hogares.
La inequidad en el acceso a esta herramienta fundamental para la educación y el trabajo es reflejo de la enorme brecha en infraestructura que nos afecta. La Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN) estima que esta brecha es de más de S/300 mil millones y abarca sectores como salud, agua y saneamiento, educación, transportes y comunicaciones y electricidad. Esto limita el acceso de los peruanos a mejores oportunidades y perpetúa el ciclo de pobreza y exclusión.
En ese sentido, la ingeniería tiene la capacidad y responsabilidad de liderar las obras de infraestructura que el país necesita, pues así como aplica tecnología, lo hace de manera eficiente y económica.
Es decir, la ingeniería es tecnología con economía: crea soluciones tecnológicas maximizando los recursos y minimizando los costos.
Estamos convencidos de que los ingenieros –en alianza con el Estado, la empresa y la academia– tenemos un rol clave en el futuro del país. Lo hemos demostrado desde el sector minero, donde profesionales peruanos han hecho posible la primera mina digital del mundo, Quellaveco, en Moquegua, y la planta concentradora de cobre más grande a nivel global, en Cerro Verde, Arequipa. También tenemos a Buenaventura, empresa peruana que ha cumplido 70 años llevando desarrollo a ocho regiones del Perú.
Articular esfuerzos entre todos los actores del desarrollo no será una tarea sencilla, pero sí indispensable para generar propuestas y acciones concretas que hagan del Perú un país más competitivo y capaz de brindar oportunidades y bienestar a más compatriotas.
Aprendamos de los países más avanzados del mundo donde las universidades son centros de investigación, las empresas centros de innovación y las economías invierten en I+D+i.