María Rosa Villalobos

La relativa tranquilidad de la última semana no puede tomarnos con la guardia baja. Es importante recordar que en el Perú cualquier cosa puede pasar. A estas alturas, no bastaría ni siquiera un golpe de suerte para desenredar el menudo lío en el que estamos. Mirar con cautela y mucha paciencia los días venideros es clave para observar el bosque completo, y no solo un árbol. La situación en algunas regiones sigue siendo muy difícil. Puerto Maldonado, por ejemplo, alcanzó una inflación anual de 15,30%, el número más alto desde 1998. Madre de Dios continuaba presentando precios altos en algunos alimentos y pasajes el último miércoles a pesar de que ya se habían desbloqueado las vías de acceso.

El regreso a la normalidad no es inmediato, sino más bien casi siempre gradual, y es eso lo que tenemos que mirar con lupa de ahora en adelante para lograr reactivar los motores en todo el país, porque lo que hemos vivido entre diciembre y enero ya muestra hoy consecuencias tangibles que debemos comenzar a reparar. En el 2022 el crecimiento de nuestra economía no llegó al 3%, y aunque muchos analistas ya lo preveían, las protestas en diciembre solo agudizaron el poco avance que registró el segundo semestre.

Y, aunque aún debemos esperar un mes para conocer los resultados de enero, que probablemente reflejen con más claridad el resultado de las protestas y la inestabilidad social, en el plano internacional ya se han levantado alertas.

Fitch Ratings, por ejemplo, considera que la crisis en nuestro país debilita las perspectivas de crecimiento y ha advertido que la situación que enfrentamos podría poner a prueba nuestra resiliencia fiscal. Moody’s, por su parte, resaltó que la inestabilidad social ha afectado de manera más significativa a la agricultura, la minería y el transporte. Según la agencia, los efectos en los riesgos crediticios a largo plazo dependerán de la duración de los disturbios.

Estamos en un momento de ‘stand by’ que no nos hace bien, y proyectar un escenario base para el Perú resulta una tarea titánica en este momento en el que pendemos de un eterno “depende”. Mientras que nuestras cuentas fiscales sigan sólidas, desde el lado económico, podemos tener cierta calma. Somos resilientes, pero, ¿tanto como para tentar nuestra suerte?

María Rosa Villalobos Editora de Economía y Día 1