Hace 52 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció que cada 5 de junio se conmemore el Día Mundial del Medio Ambiente; y, tras 19 años trabajando en la industria aérea, puedo dar fe de cómo ha ido evolucionando el sector, preocupándose cada vez más por velar porque el negocio vaya de la mano con el desarrollo ambiental.
La toma de conciencia sobre el cambio climático y la necesidad de proteger nuestro planeta han cambiado el enfoque de las operaciones de la industria aérea. Hoy, además de ofrecer un medio de transporte rápido y seguro, las aerolíneas mantienen un compromiso, a través de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), de promover la sostenibilidad del sector aeronáutico y alcanzar la carbono neutralidad en el 2050.
La meta no es sencilla, pero estamos seguros de que podremos superarla, gracias al desarrollo de la tecnología aeronáutica que ha permitido la fabricación de aviones con mucho mejor ‘performance’ y una significativa reducción de emisiones de gases de efecto invernadero por pasajero y kilómetro volado.
En Sky, por ejemplo, hemos apostado por una flota conformada en su totalidad por aviones que pertenecen a la familia “neo” de Airbus. Estas aeronaves de última generación reducen en más de 30% las emisiones de CO2, producen un 50% menos de NOx (gases reactivos) y mitigan en un 50% la contaminación acústica, comparadas con la generación anterior, convirtiéndola en la flota más sostenible de la región.
Gracias a esto, hemos evitado la emisión de más de 440.00 toneladas de CO2 desde el inicio del reemplazo de la flota. Asimismo, hemos reducido un 66% de dichas emisiones por asiento en los últimos 12 años de operación.
Además, la optimización de rutas, apoyada por modelos de inteligencia artificial, ha sido igual de clave para mejorar la planificación del tráfico aéreo de las aerolíneas, reduciendo el tiempo de espera en el aire y aminorando el impacto al medio ambiente.
De cara al futuro, si bien el uso de combustibles sostenibles de aviación (SAF) se posiciona como un gran soporte para el rubro y contribuiría enormemente a alcanzar la carbono neutralidad en el 2050, resulta preocupante el rezago en la definición de políticas públicas que fomenten y faciliten el acceso a este tipo de combustible.
En la actualidad, el SAF no se produce en ningún país de la región en los volúmenes que la industria requeriría. Además, su alto precio hace inviable el uso de este tipo de combustible sin un aumento considerable del valor de la tarifa media de los pasajes. Aunque Sudamérica tiene un alto potencial para su producción, los avances que se muestran todavía están lejos de los que se observan en Europa o en Estados Unidos.
En medio de este panorama, alcanzar un cielo sostenible requiere de un esfuerzo conjunto en el que las aerolíneas, los fabricantes de aviones, gobiernos, reguladores y otros agentes tienen un rol importante. Con un enfoque colectivo y comprometido, podemos lograr que la aviación sea parte de la solución en la lucha contra el cambio climático.