Alex Salas Kirchhausen

A menudo se piensa que el perfeccionismo es sinónimo de excelencia organizacional, cuando en la realidad termina generando resultados contraproducentes en una empresa. Una organización donde se promueve el perfeccionismo como cultura produce es lenta, poco adaptada y con una actitud general de defensividad: Muy lejos de lo que se necesita para la excelencia organizacional.

En un artículo del Harvard Business Review se realizó un metaanálisis de 95 investigaciones científicas sobre perfeccionismo y concluye que no hay evidencia que vincule el perfeccionismo con un mejor desempeño. Por el contrario, se asocia con el burnout, deterioro del estado mental, depresión y la ansiedad. Puede ser que un miembro de equipo o directivo esté produciendo bien pero bajo las condiciones anteriores está mentalmente desconectado de su equipo y de la organización, trabajando para sus miedos y no para los objetivos de la misma.

Lo anterior es grave porque la excelencia organizacional, tiene como condición principal que los directivos y sus equipos puedan combinar sus capacidades con fluidez en un marco de procesos y espacios con mejora y aprendizaje continuo. Mientras más grande es la organización, más necesarias son estas condiciones para enfrentar una realidad VUCA.

Sin embargo, en una cultura perfeccionista, el temor al error y fracaso evitan la delegación, la colaboración, la desconcentración de las decisiones y sobretodo impide que la organización multiplique aquello bueno que puede crear colectivamente. Por el contrario, el perfeccionismo divide a las personas para evitar fallas, erradicando de la organización la innovación, la mejora continua y la creatividad.

Entonces, ¿Cómo liderar dentro de sus organizaciones para alejarse de una cultura del perfeccionismo y fomentar la excelencia? Si bien, esto requiere de un esfuerzo articulado que surge desde el gobierno de la organización, algunas acciones de liderazgo que se pueden aplicar son:

Sincere la situación general con los equipos: Explique que una cultura de perfeccionismo no es sostenible en el tiempo y que se requieren cambios en las prácticas de trabajo para mantener adaptabilidad, vigencia a futuro y sobretodo un mejor ambiente de trabajo.

Incorpore “lo oportuno” como variable clave al evaluar las soluciones que proponen sus líderes perfeccionistas: El perfeccionismo es enemigo de lo bueno pero asesino de lo oportuno. La organización debe ir a la velocidad de su entorno y no a la lentitud del perfeccionismo.

Cree un equipo de revisión de riesgos de “metas y estándares”: Reduzca los estándares perfectos a estándares de alta calidad y ahorrará no solamente costos, sino que brindará calidad de trabajo y vida para directivos y equipos.

Fomente que sus líderes cambien su enfoque de productos perfectos por las interacciones de excelencia: Es probable que el aumento de las relaciones de trabajo saludables entre líderes o miembros del equipo permitan una mejora continua en las actividades compartidas, alcanzando la excelencia.

Transformar los criterios de alto estándar del directivo perfeccionista en herramientas de aplicación directa por parte del equipo: Al transformar dichos criterios en herramientas tales como checklist, plantillas, macros, trascendemos la centralización por delegación u procesos, facilitando el empoderamiento del equipo.

Cambie el enfoque de evitar errores a aprender de ellos: Fomentar una cultura en la que se valore el aprendizaje respecto a los errores que inevitablemente se comenten permite generar mayor confianza en los equipos respecto a desgastarse exigiendo que no haya error alguno.

Reconocer que el perfeccionismo no es el camino hacia el éxito, sino un obstáculo que limita el potencial de una organización, es el primer paso para impulsar la colaboración, el crecimiento y la excelencia. En organizaciones no hay fórmula perfecta, solo las que funcionan durante un tiempo.

Alex Salas Kirchhausen Experto en desarrollo directivo.