"El presidente esperó hasta el último día hábil para anunciar que el aislamiento no iba a levantarse en la fecha prevista". (Ilustración: Rolando Pinillos)
"El presidente esperó hasta el último día hábil para anunciar que el aislamiento no iba a levantarse en la fecha prevista". (Ilustración: Rolando Pinillos)
Alek Brcic Bello

Era inevitable: el crecimiento del virus en naciones europeas le recordaba siempre el destino de los países contagiados. Y todos sabían que tarde o temprano el virus tenía que llegar al Perú.

Hoy suena bastante lejano aquél 6 de marzo en que el presidente se presentó ante cámaras para confirmar el primer caso de en el país. Acompañado por quien fuera entonces su ministra de Salud, Elizabeth Hinostroza, el mandatario envió un mensaje de calma y pedía confiar en el sistema de salud nacional… Nadie esperaba lo que vendría.

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Apenas tuvimos poco más de una semana de normalidad hasta el domingo 15 en que el presidente volvió a presentarse ante la ciudadanía. Esta vez, con ruidos de cuarentena que flotaban en el aire desde la mañana.

Esa noche, el Gobierno decretó el aislamiento social obligatorio hasta finales de marzo. Según explicó el jefe de Estado, se trataba de una decisión para que, en ese periodo, “comiencen a disminuir los casos”. Entonces eran 71 contagiados y no se habían registrado víctimas mortales.

Unos días más tarde –y con agradecimiento del Ejecutivo de por medio–, Hinostroza dejó el cargo y fue reemplazada por Víctor Zamora. ¿Y qué pasó después? El 26 de marzo el presidente confirmó que los resultados de la evolución de la enfermedad no eran los esperados y eso los hacía prolongar la cuarentena 13 días más.

Las noches pasaban sin que baje la curva de contagios. Llegó el 5 de abril y un optimista ministro de Salud pronosticaba que el país alcanzaría el pico de la enfermedad una semana después, el día en que en principio debía terminar la cuarentena. El país no tenía siquiera 3 mil contagiados.

Solo tres días más tarde, y ya con poco más de 4 mil casos, el Gobierno volvió a darse cuenta de que sus proyecciones no eran correctas. Ante ello, el presidente indicó que se basaba en evidencia científica para sustentar la extensión del estado de emergencia hasta el 26 de abril.

Luego, como si fuera un déjà vu de lo que se había vivido un par de semanas antes, el 21 de ese mes el presidente afirmó desde Moquegua que esta vez se llegaría al “pico más alto de contagios” el 26 de abril. Nuevamente, el día final de la cuarentena.

Por supuesto, esto no ocurrió. Llegó el jueves 23 de abril y el mandatario confirmó que no se estaba alcanzando el tope. Ya había más de 20 mil contagiados y medio millar de fallecidos. Así, el estado de emergencia se extendió por tercera vez. Esta vez, hasta el Día de la Madre.

Esa no fue la última postergación. La siguiente agarró a la población lista para terminar el confinamiento. El pronunciamiento se dio el último día útil antes del fin anunciado de la cuarentena. Esta vez, el mandatario pidió extenderlo hasta el 24 de mayo. “No hacerlo sería irresponsable”, afirmó en esa oportunidad. El pico esperado tampoco llegó ese día.

Sobre este tema se pronunció el presidente un par de días más tarde. El 13 de mayo, Vizcarra afirmó que el Perú había llegado al tope de contagios, y que a partir de ese punto se iniciaría un proceso lento de descenso. Cuando dijo esto, en el Perú no había siquiera la mitad de contagiados y fallecidos de los que existen hoy.

Pese al anuncio, los números siguieron creciendo y la confianza que mostró el jefe de Estado sobre el sistema sanitario se acabó. “Cuando viene un reto como el actual nos encuentra desarmados como sociedad, con un sistema de salud precario”, dijo. Se refería al mismo sistema en el que a principios de marzo había pedido a los peruanos confiar.

Finalmente, y una vez más cuando la población se preparaba para terminar la cuarentena, el presidente esperó hasta el último día hábil para anunciar que el aislamiento no iba a levantarse en la fecha prevista. Esta vez, además de hacerlo con un discurso confuso, avisó que se extendería por cinco semanas más, hasta el 30 de junio.

“¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo?” –le preguntó el peruano de a pie–.

Martín Vizcarra tenía la respuesta preparada desde hacía casi tres meses con sus noches. “Una pandemia de las características del coronavirus no es una enfermad que se supera en 15 días o un mes, toma 6 u 8 meses. Estamos recién por el 50%, tenemos que trabajar mucho más”, dijo hace unos días.

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