La evolución de los ingresos medios se relaciona estrechamente con la pobreza monetaria.

Tomemos un indicador de poder adquisitivo: el ingreso real (descontando los efectos de la inflación) promedio en Lima Metropolitana a soles de diciembre del 2021. En enero del 2006, este fue S/1.334; tras nueve años de crecimiento sostenido, este fue 42% mayor y ascendió a S/1.890 en diciembre del 2014, reflejando una apreciable tasa de crecimiento promedio de 4% anual. La historia cambia a partir del 2015, pues este ingreso real, salvo algunas fluctuaciones menores, se mantiene constante hasta fines del 2019. La pandemia del COVID-19 a inicios del 2020 llega en este contexto de estancamiento, con la economía peruana planeando con los motores apagados.

Las draconianas medidas tomadas para enfrentar la pandemia conllevaron un deterioro rápido y pronunciado en nuestro indicador de ingresos, que toca fondo en marzo del 2022 con S/1.614, similar a lo registrado a inicios del 2011, y 15% por debajo del S/1.890 prepandemia. Desde entonces, se viene registrando una dinámica recuperación: a agosto del 2023 el ingreso real asciende a S/1.724, que refleja una tasa de crecimiento promedio de nada menos que 4,8% anual, aunque aún 9% por debajo del nivel prepandemia. La producción típicamente precede a los ingresos, por lo que esta vigorosa tasa de crecimiento refleja el rebote de la economía peruana en el 2021, que creció 13%, y el modesto crecimiento del 2022, que se ubicó en 2,7%. De seguir creciendo a este ritmo, los ingresos reales promedios alcanzarían el nivel prepandemia de S/1.890 aún en dos años, en agosto del 2025.

Lamentablemente, es ingenuo pensar que este ritmo es sostenible. Las perspectivas de la economía peruana no son buenas y existen varios motivos de preocupación. Hace poco el Banco Central de Reserva del Perú (BCR) actualizó sus proyecciones para el 2023, reduciendo el crecimiento del PBI a un magro 0,9% y de la inversión privada a una caída de 5,3%, dado el continuo deterioro de la confianza empresarial. Otro factor preocupante es que, a propósito de los primeros impactos en la producción de sectores agrícolas que está teniendo el fenómeno de El Niño, el BCR también incrementó la proyección de la inflación para el 2023 a 3,8%.

Por supuesto, el deterioro del ingreso real no es un problema circunscrito únicamente a Lima Metropolitana. De hecho, la situación puede ser más tirante en regiones del norte del país, como Piura, duramente golpeadas por el ciclón Yaku y que serán nuevamente afectadas por el fenómeno de El Niño, o como Puno, cuya actividad económica ha sido duramente afectada por la inestabilidad política. La evolución de los ingresos medios se relaciona estrechamente con la pobreza monetaria. En un contexto de agónico crecimiento y con una inflación que todavía se mantiene elevada, es razonable esperar un aumento de la pobreza. Según estimaciones de Macroconsult, la tasa de pobreza en el ámbito nacional se mantendría en el ya elevado 27,5% durante este año en un escenario optimista. En escenarios más probables, la tasa de pobreza ya comienza a acercarse al 30%, el nivel registrado en el 2010.

Ingreso real promedio en Lima Metropolitana.
Ingreso real promedio en Lima Metropolitana.

A su vez, nuestro análisis sobre el ingreso real promedio puede incluso resultar conservador al considerar que la inflación que experimentan las personas más pobres podría ser mayor que la del resto de la población. En un estudio realizado en colaboración con la Red de Estudios para el Desarrollo (Redes), encontramos que en Lima Metropolitana la inflación en el 2022 para un hogar pobre fue 9,7%, mientras que fue 7,7% para un hogar no vulnerable. La brecha se reduce conforme la inflación disminuye. Así, la inflación interanual de agosto del 2023 fue 6,0% y 5,5%, respectivamente. En algunas regiones estas diferencias pueden ser más acusadas. Por ejemplo, en el Cusco durante el 2022 la inflación en hogares pobres fue 18,7%; y en hogares no vulnerables, 10,5%. La situación es mejor en agosto del 2023 con inflaciones interanuales, respectivamente, de 10,9% y 6,0%.

Aunque la inflación se ha reducido significativamente en los últimos meses, un fenómeno de El Niño problemático podría traer un rebrote que entorpezca el retorno hacia la meta del BCR. El menor crecimiento, sumado a la persistencia de la inflación, representa un riesgo para la recuperación de los ingresos reales en el país, haciendo cada vez más probable otro episodio de estancamiento como el registrado entre el 2015 y el 2019, e incluso un escenario de mayor deterioro. El rezago con el que se registró la reciente recuperación de ingresos respecto al rebote de la producción (el PBI per cápita recuperó sus niveles prepandemia en el 2021) pone en manifiesto las fuertes rigideces del mercado laboral peruano que evitan que las mejoras en la producción se traduzcan en mejoras de los ingresos. Es cada vez más urgente que las autoridades tomen acciones orientadas a desregular el mercado laboral y brindarle esa mayor flexibilidad que necesita.