David Tuesta

Tras el intento de golpe de Estado por parte de Castillo, las protestas violentas y el complicado futuro de la presidenta Boluarte, era inevitable el surgimiento de un gran pesimismo e incertidumbre en el sentimiento de los agentes económicos. Sin embargo, habiendo pasado ya tres meses de la salida del anterior inquilino de Palacio, y encontrándonos con un escenario algo más calmo, quien sabe si la economía peruana tenga hoy una mejor ‘chance’ de mejorar sus perspectivas respecto a un gobierno que indudablemente nos estaba dirigiendo a la debacle.

Haciendo un balance de lo que significó el gobierno de Perú Libre, es prácticamente imposible encontrar un solo elemento de su gestión que haya estado dirigido a mejorar verdaderamente las condiciones económicas del país. Por el contrario, gran parte de su mandato estuvo lleno de una verborrea dirigida a construir la narrativa de los “200 años de injusticia” que justificara la falsa necesidad de una Asamblea Constituyente.

"[...]el gobierno de Castillo impulsó su dañina Agenda 19, que introdujo normativas en materia laboral que han incrementado su rigidez, traduciéndose en un incremento de la economía informal, que no significa otra cosa que colocar mayores obstáculos para que los peruanos puedan cumplir con el sueño de empleos de calidad".

David Tuesta, presidente del Consejo Privado de Competitividad.

Este tipo de mensajes y actos no dejó indiferente a la inversión privada, la cual se contrajo dramáticamente. Los 19 Consejos de Ministros Descentralizados organizados a manera de mitin, donde se presentaron más de 300 promesas imposibles de cumplir, es una muestra ejemplar de lo señalado. En ella, el expresidente y varios de sus ministros dicharacheros se empeñaron en lanzar mensajes incendiarios que sólo buscaban generar división repitiendo, cada vez que se podía, la dichosa frase: “correrán ríos de sangre”. En la misma línea de encender la pradera, quién puede olvidarse del anuncio del cierre de cuatro minas en Ayacucho que diera a finales del 2021 la entonces presidenta del Consejo de Ministros Mirtha Vásquez, basado en un acuerdo firmado con autoridades locales, a espaldas de las empresas y saltándose todo marco legal.

¿Y qué más “obras” nos dejó el mandato castillista? Un desmantelamiento profundo del funcionariado público y un copamiento del Estado a través del nombramiento de personas que no solo no cumplían con el perfil para el puesto, sino que también se dedicaban a delinquir y hacer proselitismo. De hecho, varios informes de la Contraloría confirmaban que cientos de los nombramientos de ese gobierno no estaban capacitados para la función y que más de 1.600 funcionarios y servidores públicos fueron hallados en el 2022 con presunta responsabilidad penal, civil y/o administrativa luego de los informes de control posterior.

"No hay duda de que el destino del Perú estaba condenado al desastre si Pedro Castillo hubiese permanecido en el gobierno"

David Tuesta, presidente del Consejo Privado de Competitividad.

No olvidemos además que, gracias a haberse designado a gente de dudosa procedencia en Petroperú, se terminó por hacerla quebrar, reducir sus bonos a nivel de basura y que el Estado tuviese que inyectarle más de US$ 2 mil millones del bolsillo de todos los peruanos. Adicionalmente, el gobierno de Castillo impulsó su dañina Agenda 19, que introdujo normativas en materia laboral que han incrementado su rigidez, traduciéndose en un incremento de la economía informal, que no significa otra cosa que colocar mayores obstáculos para que los peruanos puedan cumplir con el sueño de empleos de calidad.

Con todo ello, luego de dejar pasar las oportunidades que brindaba la economía global durante el 2021 -la que nos hubiera permitido recuperarnos con más fuerza del período de pandemia- en el 2022 la dinámica del aparato productivo siguió una clara senda decreciente registrándose una variación de 2,7% en el PBI, muy por debajo de las expectativas iniciales, y con una inversión privada contrayéndose en 0,5%, prediciendo lo peor para el mediano y largo plazo. No hay duda de que el destino del Perú estaba condenado al desastre si Pedro Castillo hubiese permanecido en el gobierno. Así, sólo considerando la tendencia que ya arrastraba su particular forma de administrar el país, que desplomó las expectativas empresariales, el Perú hubiese continuado con su proceso de involución, llevándonos hacia un crecimiento en torno al 0,0% para el 2026, complicando seriamente el cierre de brechas sociales y la sostenibilidad financiera del país.

Pero hoy sabemos que la cosa pudiera haber ido a peor, luego de que el mismo Castillo hiciera público, a nivel nacional, su intención de tomar el Estado a la fuerza. Más aún, las evidencias que se acumulan día a día ya no dejan duda de la estrategia del “gobierno del pueblo” de tomar las instituciones del país para concretar su agenda constituyente. Así, de haberse concretado esto, ya no sólo hubiese quebrado la economía del país, sino también la democracia pues se habría instaurado un gobierno dispuesto a no dejar el poder, siguiendo el ejemplo de algunos de sus vecinos de izquierda. Hoy, gracias a un giro inesperado del destino, sin Castillo gobernándonos, nuestras probabilidades de mejorar la dinámica de la economía son mayores, en tanto el Ejecutivo se decida a tomar políticas públicas con mayor consistencia y decisión. Ya sin “el profesor” y sus huestes en Palacio de Gobierno, hoy podemos decir: ¡de la que nos salvamos! -al menos por ahora.

David Tuesta Presidente del Consejo Privado de Competitividad