Lima sufre un grave problema que viene afectando a su ecosistema y a la salud de su población: un constante aumento de los niveles de contaminación del aire. Pese a este evidente problema, es poco lo que se viene haciendo para revertir dicha situación, la cual requiere de medidas urgentes, como migrar hacia una movilidad sostenible.
De acuerdo con el índice Air Quality Life Index (AQLI), publicado en un informe anual del Instituto de Políticas Energéticas de la Universidad de Chicago, en el año 2021, la capital peruana fue la ciudad con la peor calidad de aire de América Latina. Según el informe, la mala calidad del aire de las ciudades está estrechamente relacionada con la emisión de contaminantes (material particulado) de los vehículos.
Esta aseveración tiene un fuerte sustento en Lima, pues la matriz energética del transporte de nuestra ciudad está dominada por algunos de los combustibles considerados los más contaminantes del mundo, como el diésel y la gasolina, que emiten altos niveles de material particulado. Esto ya viene provocando resultados alarmantes, entre ellos la reducción de la expectativa de vida de los limeños en 4.7 años, según el AQLI.
El rol negativo que juega el parque automotor limeño en la contaminación confirma que es aquí donde deben ejecutarse los principales cambios si realmente queremos apreciar mejoras y evitar perjuicios a la salud. Estos cambios deberán apostar por una verdadera movilidad sostenible.
¿Y cómo podemos iniciar este proceso? El gas natural, un recurso que le pertenece al Perú, debe ser protagonista de la transición hacia la movilidad sostenible. En la actualidad, desde el punto de vista ambiental, este recurso es la mejor alternativa costo-eficiente para mejorar nuestro aire, y lo tenemos a la mano, disponible en este momento.
El principal argumento que ratifica ello es claro: el Índice de Nocividad de Combustibles (INC) que emite en Ministerio del Ambiente, el cual incluye al gas natural como el combustible fósil menos nocivo otorgándole un puntaje de 1; con una diferencia notable con los INC de los combustibles que hoy dominan la industria automotriz limeña, como el diésel y los gasoholes, que fluctúan entre los 10 y los 30 puntos. El uso del gas natural ha permitido que en el periodo 2005-2020, en Lima y el Callao (se emplea en hogares, industrias, transporte, generación de energía y comercios) se evite las emisiones de 1,060,885 toneladas de dióxido de azufre, de 597,770 toneladas de óxidos de nitrógeno, y de 160,220 toneladas de material particulado 2.5. (*)
Asimismo, gracias a la utilización del gas natural en Lima y Callao se han evitado 4,552 muertes prematuras, 2,175 hospitalizaciones y 1,764,391 casos de asma, generándose importantes ahorros económicos por S/1,619 millones en gastos hospitalarios y productividad. Finalmente, se dejó de emitir 85,506 millones de toneladas de CO2, impacto equivalente a proteger 201 mil hectáreas de bosque amazónico (área equivalente al 75% de la superficie de Lima Metropolitana). (**)
Esta data es una muestra clara de que el gas natural es el camino correcto para iniciar nuestro tránsito hacia la movilidad sostenible, mientras se dan las condiciones para una masificación de la energía eléctrica en el parque automotor, que podría tardar años, como viene sucediendo en países con mayor desarrollo. El gas natural es una opción por la que se puede apostar desde ya, teniendo en cuenta que, en Lima y Callao, en donde se consume el 50% del combustible del país, se cuenta con la infraestructura para su suministro en vehículos; en segundo lugar, existe la oferta de vehículos y talleres certificados para la conversión; y, en tercer lugar, tenemos reservas del recurso por más de 20 años.
A los beneficios antes mencionados, se suma un aspecto fundamental para los consumidores, el factor económico. Y es que, según experiencias de diversos usuarios, el consumo de gas natural en vehículos puede generar ahorros hasta por más de 70% en comparación a productos como el GLP o el diésel.
En la actualidad, mientras el Estado cuenta con instrumentos para impulsar la conversión de vehículos a gas natural, el sector privado también trabaja de manera constante para alcanzar ese objetivo. Un ejemplo de ello es que hace unos meses en Cálidda y con el apoyo del Consorcio Camisea, transportistas de Lima y Callao pueden solicitar el Bono Camisea GNV, que ayuda con la entrega de hasta US$ 15 mil para la compra de vehículos de carga nuevos a gas natural. Sin embargo, todo este proceso necesita acelerar su avance, debido a que aún no hay una real consciencia de los efectos positivos de este recurso.
Ante este panorama, es necesario seguir impulsando iniciativas que permitan lograr que la industria automotriz de la capital migre hacia lo sostenible, iniciando con el gas natural. Solo de esa manera podremos mejorar la calidad de nuestro aire y evitar que la salud de los limeños se siga deteriorando, generándose además fuertes perjuicios económicos a la población y también evitando la dependencia de los combustibles líquidos que hoy generan cargas importantes a nuestro fisco al estar subsidiados por el Estado. El gas natural es una realidad hoy, aprovechémoslo.
(*) y (**) Fuente, Libélula