Pensé mucho antes de escribir estas líneas. Hay tanto tan alejado de la verdad en lo que hoy vemos, leemos y escuchamos de quienes la ignoran, eluden o esconden -y lo hacen públicamente y sin reparo alguno -, que dudé si la verdad como valor sería un tema vigente. Las personas sin escrúpulos normalizan la falta de verdad y la relativizan como parte fundamental de sus “propuestas de valor”, las que son naturalmente deshonestas, falsas o llenas de conflictos de interés.
Ejemplos sobran, más aún cuando el poder o el dinero fácil está de por medio. Pero fiel a mi convicción de que la gran mayoría de peruanos somos gente de bien, correcta, trabajadora y con valores, propongo aquí algunas ideas sobre la verdad -y la falta de ella- en un esfuerzo de traerla a la conversación.
¿Se puede tener una buena reputación faltando a la verdad? Ciertamente no. La verdad siempre sale a la luz, aunque a veces demora. Y ser conocido como alguien que falta a la verdad es la mejor manera de arruinar la reputación para siempre.
¿Quien calla frente a la falta de verdad de otros es su cómplice? Sí, aunque a nadie les gusta aceptar esa etiqueta.
¿Incumplir la palabra dada es faltar a la verdad? Sí, ya que la palabra dada genera compromiso y responsabilidad.
¿Son graves las “pequeñas” faltas de verdad? Sí, por pequeñas que estas sean pueden destruir relaciones, manchar reputaciones y cerrar puertas y eso porque la confianza se alimenta de la verdad.
¿El fin justifica los medios? No, usar la falta de verdad para lograr los objetivos buscados – cualquiera que estos sean – destruye la confianza y la reputación.
¿Callar o esconder la verdad es faltar a ella? Sí, definitivamente. Rescatar la verdad es siempre el mejor camino, incluso cuando parece ser el más difícil.
¿Dejar que otros falten a la verdad en nuestro beneficio nos libera de culpa? No, por el contrario, escudarse detrás de otros o usarlos para faltar a la verdad es doblemente grave. Además, el que lo hizo siempre termina delatando o acusando.
¿Debemos desenmascarar a quienes faltan a la verdad? Sí, aunque enfrentarlos o desenmascararlos no es fácil ya que se mueven en esa oscuridad con cinismo. Pero no rescatar la verdad genera que sigan abusando de otros impunemente.
¿La verdad que duele se debe decir a las personas que estimamos? Sí, pero debemos hacerlo con tacto, tino y sobre todo, con mucha empatía y respeto.
¿Se puede engañar a todos todo el tiempo? No, y quien así lo cree vive engañado, es arrogante o poco inteligente. La verdad siempre encuentra su lugar.
¿La verdad es un valor? Sí, y así como la ética, la verdad no es elástica. Cuando actuamos con integridad, siendo transparentes y honestos en nuestras acciones y palabras, enviamos un mensaje claro sobre quiénes somos y en qué creemos.
La verdad sigue siendo el cimiento de una carrera profesional sólida y exitosa. En un mundo donde la información es abundante pero la verdad a veces escasea, ser un profesional que siempre elige la verdad es un distintivo de valor incalculable, precondición de un éxito genuino y duradero.