Dicen que las cosas malas pasan de noche, y antenoche un incendio destruyó gran parte de mi casa. Justifico estas líneas personales porque no muchos vivimos este tipo de accidentes y creo haber sacado lecciones importantes que compartir.
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No sabemos qué hacer frente a un incendio. No son frecuentes en el Perú pues la construcción es sólida, en la mayoría de casos, y no se usa mucho material inflamable como en otros países. No es común que estemos preparados para este tipo de accidentes.
Dormía tranquilamente cuando me desperté con una lengua de fuego a mi lado que llegaba hasta el techo de mi cuarto. Traté de apagar el fuego con toallas pero se prendió el colchón. Me di cuenta de que no había nada que hacer y salí con mis hijos y la empleada a la calle. No sabíamos el número de los bomberos y mi hijo encontró un sereno, quien primero llamó a la policía, pues esta llama a los bomberos luego de constatar de que se trata, verdaderamente, ¡de un incendio!
Luego de aproximadamente 25 minutos mirando con impotencia cómo se quemaba mi casa, llegaron los bomberos y apagaron el incendio rápidamente.
Vivimos enchufando distintos equipos: teléfonos, iPads, iPods, cámaras de fotos, secadoras de pelo, estufas y otros. Los electricistas no son necesariamente formales y se usa uno u otro sin saber el trabajo que nos están haciendo. Usamos enchufes de pared, regletas y adaptadores. Un peligro latente que no aquilatamos. Tenemos en el cuarto alfombras, plumas, frazadas, colchas, cortinas, todo material inflamable.
Hay varias lecciones aprendidas. Debemos tener detector de humo para alertar de un incendio, esto es lo más importante, pues sin la alerta temprana el incendio crece y los extinguidores pueden no ser suficientes. Estos deben estar cargados y se debe saber usarlos. Debemos tener un seguro que cubra los daños.
Los bomberos hacen una labor impresionante que no apreciamos. Me sorprendió su eficacia y lo comprensivos que fueron. Tengo años escuchando sus quejas por más presupuesto y creo que se debe estudiar seriamente su caso considerando que quizá se les deba remunerar y, por supuesto, equipar adecuadamente. En mi calle hay un hidrante y había potencia de agua, pero en muchos lugares se debe llevar agua para apagar el incendio.
Ver tu casa quemarse, oír reventar los vidrios y ver la destrucción te hace sentir impotente. Yo no sabía el número de los bomberos, no tenía extinguidores ni detector de humo. A pesar de eso cuento con seguros y lo más importante, me desperté a tiempo y puedo compartir esta experiencia.
Hubo innumerables muestras de cariño. Mis vecinos me ofrecían sus cuartos sin casi conocerme; los bomberos que trabajaron profesionalmente entendiendo lo difícil que era el momento para la familia; la cantidad de gente que ofreció ayudarme desde con un cargador para mi computadora hasta acogiéndome en sus casas. Amigos que simplemente me escriben para decirme que están ahí y que entienden lo que siento.
No muchos pasamos por incendios y no solo es la vela o el arbolito de Navidad lo que los causa. Usemos buenos electricistas, no sobrecarguemos los enchufes, tengamos detector de humo y gastemos en extintores y seguros. Pero sobre todo, revisemos cada cierto tiempo el cableado eléctrico. Todo esto como lección para la vida.