En medio de una guerra comercial entre Estados Unidos y China que parece no tener tregua, hace un par de semanas revivió la esperanza de encontrar salidas al anunciarse el encuentro de sus dos líderes, Donald Trump y Xi Jinping, en la Cumbre del Foro de Cooperación del Asia Pacífico, APEC, que se realiza este año en Papúa Nueva Guinea. Pero poco duró ese sentimiento, ya que ha sido el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, el que acudió a la cita.
El foro APEC reúne a 21 economías, entre las que se encuentran las primeras tres del mundo (Estados Unidos, China y Japón), lo que convierte a la región APEC en una de las más importantes. Fue establecido en 1989, e ingresó nuestro país nueve años más tarde. APEC representa la mitad del comercio mundial, el 57% de la producción global y el 40% de la población mundial. Este foro tiene como finalidad promover la cooperación entre los miembros, el crecimiento económico y la expansión del comercio.
Es un foro de naturaleza no vinculante, es decir, los acuerdos se toman mediante consensos en las reuniones de sus líderes, que suelen ser en noviembre, a partir de las cuales se diseña una agenda de trabajo con acciones voluntarias encaminadas a construir un área de libre comercio en el Asia Pacífico. Una característica esencial de estas reuniones es que asista el jefe de la Organización Mundial del Comercio y comparta con los líderes de dichas economías las acciones realizadas por su institución en favor del multilateralismo. Es por ello que el encuentro entre los líderes de las economías más importantes del mundo en las reuniones de APEC era crucial y se esperaba que el espíritu colaborativo que caracteriza a APEC sirviera de escenario para reconstruir una relación comercial que ya ha empezado a dejar sentir sus efectos en las demás economías.
El primer ministro de Australia, Scott Morrison, ha señalado en APEC que ningún país se ha vuelto rico vendiéndose a sí mismo; que las economías que forman parte de APEC creen en el libre comercio como herramienta potente para salir de la pobreza, pero que todavía queda muchísimo por hacer para seguir facilitando el comercio para que las operaciones de las empresas puedan realizarse de manera rápida y eficiente; que las aduanas sigan cooperando para no imponerse restricciones que retrasan y dificultan el embarque y desembarque de mercancías; y que hagamos un mayor y mejor uso de la tecnología en beneficio del comercio.
Cerrar fronteras imponiendo aranceles y sobretasas es una decisión unilateral que trae como consecuencia una reacción inmediata del país afectado por tales medidas, lo cual causa efectos no solo en los países involucrados, sino en sus demás socios comerciales. Dependiendo de la intensidad y duración de esta disputa comercial, se avizora un regreso del proteccionismo que contraerá el comercio y por ende la producción y creación de puestos de trabajo. ¿Llegaremos al punto de poner en peligro las metas del desarrollo sostenible al 2030 que afectan a los países más pobres?
Hoy más que nunca debemos levantar nuestras voces para desterrar el proteccionismo promoviendo el comercio mundial que ha logrado sacar a millones de personas de la pobreza.