De todas las expresiones en la bitácora del hincha peruano, una de las menos gratas es el ‘matemáticamente posible’ que tantos han soltado (no con poca resignación) para calcular el número de puntos que quedan en juego y los que se necesitan para clasificar a un Mundial. Bajo la consigna de lo viable, la frase resta importancia a lo probable (aunque es cierto que la fe del hincha no tiene por qué ser racional y que incluso Ricardo Gareca la utilizó un año antes de clasificar a Rusia 2018).
El mismo propósito parecen tener las declaraciones de algunos funcionarios. A inicios de la semana pasada, por ejemplo, la ministra de Economía y Finanzas, María Antonieta Alva, manifestó a la agencia de prensa estatal que un crecimiento de 1% sería suficiente para que el país continúe por la senda de reducción de la pobreza.
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Con una frase que resta gravedad a los magros resultados económicos que se esperan del 2019, la ministra afirmó: “El Perú debería continuar con la reducción de la pobreza, pues lo mínimo que necesitaríamos crecer en términos económicos es 1% y este año creceremos más” (el verbo en condicional es fundamental).
Una lectura desatenta de la expresión puede llevar a pensar que no es grave crecer poco más de 2%, ya que incluso con la mitad de ese porcentaje se puede reducir la pobreza. ¿Pero es esto verdad?
A favor de lo dicho por la ministra está el hecho de que ya ha ocurrido antes. En el 2009, el país creció 1% y la pobreza monetaria disminuyó 2,7 puntos porcentuales (de 36,2% a 33,5%). Pero en ese entonces el Perú venía de tres años seguidos de crecimiento por encima de 7,5% que tuvieron mucho que ver con esa reducción, lo que no es el caso hoy en día.
En contra, en cambio, está el ejemplo del 2017. Ese año, a pesar de crecer 2,5%, la pobreza se incrementó en un punto porcentual (de 20,7% a 21,7%). Con ello se rompió una racha que venía desde principios del milenio.
¿Y por qué la diferencia? Lo primero que hay que distinguir es que conforme el país avanza en la eliminación de la pobreza, cada punto se hace más difícil de restar que el anterior (pasar del 40% al 30% es mucho más fácil que del 20% al 10%). Lo segundo es que no todo el crecimiento del PBI aporta igual. Cada sector económico tiene una incidencia distinta en la generación de empleo o la demanda interna, y no suma lo mismo a la reducción de la pobreza (con todo lo demás igual, un buen año en turismo o construcción, por ejemplo, generaría más empleo directo que uno equivalente en minería).
Entonces, ¿la afirmación de la ministra es correcta? Como en el fútbol, depende de qué tan optimistas queramos ser. Lo cierto es que es ‘matemáticamente posible’ reducir la pobreza con un crecimiento de 1%. Pero eso no quiere decir que vaya a ocurrir.