“¿Niñas sin oportunidades?”, por Inés Temple
“¿Niñas sin oportunidades?”, por Inés Temple
Inés Temple

Aunque sea difícil de creer, en el Perú de hoy, 7 de cada 10 quechuahablantes no terminan el colegio. Y en la Amazonía, 9 de cada 10 niñas tampoco lo hacen.

El 25% de las niñas que nacen en el país lo hace en la pobreza y en situaciones críticas donde los padres usualmente eligen educar a los hijos hombres y no a las niñas. A mí me rompe el alma saber que aún hoy, muchas son retiradas del colegio para trabajar en el campo, para cuidar a los hermanitos o al ganado, porque “son mujeres y ¿de qué les va a servir estudiar?”.

La situación de las niñas que no van al colegio es crítica y urgente. Son la población más vulnerable que tenemos. Sin oportuna quedan abandonadas a su suerte y sin oportunidades, condenadas a repetir el ciclo de pobreza que heredaron de sus madres. Y pasarán esa pobreza a sus hijos y el círculo se seguirá repitiendo. ¡Y esto no está cambiando ni mejorando en nuestro país!

Miren lo que significa no tener educación: de 100 mujeres educadas, 5 toleran algún tipo de violencia. Pero de las que no llegan a terminar su colegio, ¡el 65% tolera la violencia en sus vidas! Y en adolescentes sin educación, la maternidad es cuatro veces más frecuente. Tanto es así que los países con menor número de niñas educadas están al final de la lista de índices de desarrollo humano.

¿Por qué es tan importante focalizarnos en educar a las niñas? Educándolas generamos un impacto muy grande en ellas y en la sociedad en general. Por ejemplo: las niñas que reciben educación son 4 veces menos propensas a casarse temprano. Las que sí lo hacen truncan su educación y los círculos de pobreza, violencia e ignorancia continúan. Las niñas que concluyen su educación comienzan un círculo diferente: tendrán menos hijos y estos tendrán más posibilidades de ser saludables. Los hijos de las madres con educación tienen 40% más posibilidades de vivir más allá de los 5 años y sus hijos tienen el doble de posibilidades de asistir al colegio. ¡Así rompemos el círculo de la pobreza!

Las niñas que asisten a la escuela ven beneficios inmediatos que van más allá de lo que están aprendiendo: ser una estudiante mejora su estatus en la comunidad, mejora su salud y hace que estén menos expuestas a peligros. Y por cada año de educación secundaria más que completen, ganarán 20% más cuando sean adultas.

Son el catalizador más potente de cambio en una comunidad: ellas se empoderan y eso trae efectos muy positivos para su familia, su comunidad y toda la sociedad: las mujeres pobres, de lo que ganan, invierten el 90% en sus familias; los hombres, el 30%. Y para el país: si el 10% más de las niñas termina su educación secundaria, el PBI aumenta hasta en un 3%.

Pero el gran enemigo es la deserción escolar. Para combatirlo, los padres, maestros y autoridades deben trabajar mucho y en conjunto. Y debemos inculcar a las niñas el valor de su educación y ayudar a despertar en ellas ese fuego interno de querer luchar para acabar su colegio, pese a todas las dificultades. ¡Qué internalicen que la educación tiene el poder de cambiar su mundo! Apoyándolas todos podemos lograr que más niñas peruanas terminen el colegio y tengan un futuro con oportunidades.

Las fuentes de la data y más información sobre este tema lo pueden encontrar en www.care.org.pe, organización que está trabajando para que la educación de las niñas sea un tema de importancia nacional.