El 60% de mujeres mayores de 35 años teme quedar desempleada
El 60% de mujeres mayores de 35 años teme quedar desempleada
Inés Temple

1. La adversidad nos ha visitado a todos en algún momento. Sea una pérdida de salud personal o de un familiar, un duelo doloroso, un accidente, la pérdida de un trabajo, de un amigo, una deslealtad, un negocio que no funciona, eventos de la naturaleza, robos, accidentes, malas noticias políticas, que en muchos casos llegan de sorpresa.

2. A la gente que más admiro le ha tocado enfrentar la adversidad varias veces y es impresionante cómo siempre la enfrenta con valentía y carácter, sin quebrarse ni victimizarse. Ellos me han enseñado que la adversidad es siempre relativa. Que es un tema de mirada, actitud, y que siempre vale agradecer la suerte que se tiene (ya que las cosas pudieron ser peores). Es más, me impresiona que personas que vivieron situaciones que creo quebrarían mi espíritu, suelen ser quienes viven con más paz y en armonía con su destino.

3. La experiencia ayuda a manejarnos mejor en la siguiente adversidad. Uno aprende a reconocer los ciclos por los que pasa para manejar algo mejor el duelo, la pena o el espanto. Desarrollamos recursos que nos hacen más resilientes y aprendemos a decidir salir adelante, a no darnos por vencidos. Aprendemos a hacer planes de acción y de contingencia para enfrentar la adversidad con más madurez y recuperarnos más rápido.

4. El impacto que tiene la adversidad depende de cómo tratemos de enfrentarla. Me encanta la frase de Aldous Huxley: “Experiencia no es lo que nos pasa en la vida, experiencia es lo que hacemos con lo que nos pasa en la vida”. La adversidad suele ser una oportunidad de crecimiento y aprendizaje personal, aunque toma tiempo reconocerlo y aceptarlo así. Pero definitivamente nos hace más fuertes, nos saca carácter y nos da profundidad.

5. Ayuda mucho compartir la adversidad con personas inteligentes y positivas. No solo nos acompañan y distraen de la pena o angustia, sino que ofrecen algo tremendamente valioso: nos dan otra perspectiva al evento o situación que estamos viviendo. Nos ayudan a mirar la adversidad desde el balcón con una mirada diferente, más positiva y creativa. Ofrecen soluciones, ideas que ni se nos hubieran ocurrido y que muchas veces terminan convirtiéndose en luces al fondo del túnel. ¡Nos sacan de la desesperanza!

6. La adversidad nos ayuda a ubicarnos mejor en la vida y a establecer nuestras prioridades y lealtades con más lucidez. Nos obliga a hacernos preguntas claves: ¿qué quiero hacer yo de verdad? ¿Adónde voy? ¿Por qué esto me afecta tanto? ¿Dónde debo estar en cada momento? ¿A quién debo ayudar o apoyar que lo está pasando igual o peor?

7. La adversidad nos ayuda a conocernos más y mejor. Ayuda a inspirarnos y a mostrarnos quiénes somos en verdad, conectándonos con nuestra fuerza interior. A muchos los ayuda a descubrir una mejor imagen de sí mismos que les da o devuelve la seguridad personal. Para muchos la adversidad fue el trampolín que los impulsó mostrándoles lo que eran verdaderamente capaces de hacer, los hizo líderes.

8. La adversidad suele mostrarnos el camino de regreso hacia nuestra fe, sobre todo cuando la teníamos olvidada o le habíamos perdido la confianza. ¡Y eso es siempre invalorable!