LUCY KELLAWAY
Columnista de management del Financial Times
Enviado hace apenas 10 días, el memorándum “¡Hola!” de Stephen Elop ya se ha convertido en un clásico ejemplo de cómo no despedir al personal. Es un documento de 1.100 palabras abarrotado de “envolturas financieras apropiadas”, “desaceleraciones” y “ecosistemas” que, hacia el final, menciona casi por casualidad que miles de empleos de Microsoft van a terminar. En vez de presentar las malas noticias directamente, el vicepresidente ejecutivo se refugia detrás de un curioso subjuntivo: “Posiblemente este plan resulte en una estimada reducción de 12.500... empleados”.
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Pero enfocarse en los oídos sordos del Sr. Elop omite algo. Este memorándum merece convertirse en un texto ejemplar para todos los ejecutivos interesados en la comunicación. Agrega valor al exhibir una serie de disparates administrativos que están perfectamente alineados con lo último en las impertinencias del alto empresariado. Es un estudio sobre cómo no escribir, cómo no pensar y cómo no dirigir una empresa.
El único problema con el texto es que es casi imposible de leer. Llegar al final me tomó varios intentos, pero habiéndolo logrado, me siento obligada a cumplir un servicio público comunicando ocho reglas de oro que se me ocurrieron mientras me afanaba por leerlo.
Regla 1. Nunca se debe ser familiar a menos que uno sea una persona familiar. “¡Hola!” está bien para un abuelo que trata de entretener a un niño de cinco años. No está tan bien cuando se lo dice un líder corporativo a sus tropas, especialmente cuando la jocosidad termina ahí mismo.
Regla 2. Usar palabras claras es casi siempre una buena idea -excepto cuando uno no tiene nada claro que decir. El memorándum comienza: “La estrategia de Microsoft está enfocada en la productividad y nuestro deseo de ayudar a que las personas ‘hagan más’”. Esto es atractivamente sencillo (si uno ignora las comillas), pero es, a la vez, estúpido. ¿Hacer más de qué? Hay actividades que quisiera hacer más, como dormir, y otras que quisiera hacer menos, como regañar a mis hijos.
Regla 3. La palabra “alinear” sirve de advertencia de que la frase en la que aparece es un desastre. El Sr. Elop realiza no menos de seis actos de alineamiento en este memorándum, cada uno más heroico que el que lo precede. En ninguno está claro exactamente lo que él está alineando, ni por qué es importante que tales cosas estén alineadas.
“Para alinearnos con la estrategia de Microsoft, planeamos enfocar nuestros esfuerzos”, comienza con una circularidad poco útil. Nos asegura que habrá mucho más alineamiento: “Nos enfocaremos en entregar productos innovadores alineados con los hitos importantes del futuro”, colando de esta forma cinco otras palabras engañosas. En orden ascendiente de odiosidad, son: “enfocaremos”, “importantes”, “hitos”, “innovadores” y “entregar”.
Pero es solo al leer el acto final de alineamiento del Sr. Elop que entendemos de lo que se trata. “Por difíciles que hoy sean algunos de nuestros cambios, esta dirección alinea nuestro trabajo deliberadamente con los esfuerzos realizados a través de la empresa que Satya ha descrito en sus correos electrónicos recientes”.
En otras palabras, no le echen la culpa a él. Échensela al CEO, Satya Nadella, o, aún mejor, échensela a la necesidad de alinear las cosas.
Regla 4. Cuando las cosas son baratas o caras, dígalo. No siga hablando del “espacio asequible del teléfono inteligente” y dispositivos “de gama alta”. Esto no engaña a nadie, y enajena a prácticamente todo el mundo.
Regla 5. Evite la palabra “experiencia”. No solo es la más de moda de todas las palabras administrativas de moda, es engañosa. Una experiencia es algo que le deja una impresión a uno; las actividades cotidianas no se suponen que hagan tal cosa, o todos estaríamos extenuados unos minutos después de despertarnos. Usar el teléfono, excepto quizás cuando es de estreno, no debería ser una experiencia. Yo no quiero “experiencias de dispositivos” o aún menos las “experiencias de la vida digital”, que el Sr. Elop trata de “desplegar” ante sus consumidores.
Regla 6. Cuanto más usa la palabra “estrategia” un ejecutivo, más uno teme que carece de una buena estrategia. Usarla una vez es casi aceptable. Usarla siete veces, como lo hace el Sr. Elop, es verdaderamente preocupante.
Regla 7. Nunca use una trinidad de nombres abstractos. Muestra que uno sabe que lo que está diciendo es inadecuado.
“Colectivamente”, termina el memorándum, “la claridad, el enfoque y el alineamiento de toda la empresa, y la oportunidad de poner los resultados de ese trabajo en las manos de la gente, nos permitirá aumentar nuestro éxito en el futuro. Saludos, Stephen”.
No harán tal cosa, Stephen. Colectivamente una trinidad de nombres casi idénticos y vacíos de substancia, y la oportunidad de poner en las manos de la gente algo no especificado, no van a aumentar nada. Excepto posiblemente el desaliento, el desdén y la desconfianza de la gente que trabaja para ti.
Y como bono, aquí va la regla ocho. No termine un memorándum con “saludos”.