"No hagamos mucho caso a quienes nos critican por no poder ver aún lo que nosotros ya vemos. Incluso muchas veces quienes nos quieren no logran comprender a dónde vamos ni por qué queremos llegar allí", señala Temple. (Foto: Shutterstock)
"No hagamos mucho caso a quienes nos critican por no poder ver aún lo que nosotros ya vemos. Incluso muchas veces quienes nos quieren no logran comprender a dónde vamos ni por qué queremos llegar allí", señala Temple. (Foto: Shutterstock)
Inés Temple

Cuando empecé con el outplacement en el Perú, la gente pensaba que estaba mal de la cabeza. “Qué empresa te va a pagar para que ayudes a recolocarse a quienes acaban de dejar ir”, me decían. “Eso no va a funcionar en el país, dedícate a otra cosa”. Lo que era un sueño en 1993 se convirtió en mi propósito de vida. No fue fácil encontrarlo, como no lo es para los miles de personas que ayudamos a elevar su nivel de , recolocarse o a poner sus negocios propios cada año. Pero aprendí que nada nos da más fuerza y convicción que la pasión de estar haciendo algo que resuena con nuestros sueños, con nuestro propósito de vida. Comparto ideas al respecto.

1. Si nuestros sueños profesionales están muy alineados con nuestro propósito de vida, estos nos dan energía emocional y todo fluye con más naturalidad: trabajamos con pasión e intensidad y el trabajo se vuelve un medio de realización personal.

2. Nos toca dedicar tiempo de calidad para pensar qué es lo que nos gusta, lo que nos mueve y nos inspira profundamente –y podemos hacer bien–. A veces debemos probar varias cosas y desde varias perspectivas hasta descubrirlo con certeza.

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3. De Nelson Mandela aprendí esta idea maravillosa: “que lo que elijas hacer sea reflejo de tus esperanzas, no de tus miedos”.

4. Es importante que esos sueños sean grandes, que nos inspiren y movilicen hacia la acción. Que nos hagan poner la mirada en hasta donde realmente queremos llegar. He aprendido que mientras más grandes sean nuestros sueños, más lejos llegaremos, aunque estos no se lleguen a cumplir del todo.

5. Solo definiendo claramente el rumbo que queremos darle a nuestro futuro y vida, tendremos posibilidades de vivir nuestro propósito. Seneca lo dijo así: “si no sabes a donde quieres llegar, ningún viento te será favorable”.

6. Ojalá nuestros sueños beneficien causas justas o a muchas personas, al país o al planeta. Cuando nuestros sueños son generosos, se manifiestan más fácilmente y habrá más personas dispuestas a apoyarnos.

7. “Tus ojos solo ven y tus oídos solo escuchan lo que tu cerebro está buscando”, dice el reconocido autor de bestsellers Dan Sullivan. Demos insumos claros a nuestro cerebro para que sepa qué encontrar, con metas claras, revisadas y ajustadas con frecuencia.

8. No hagamos mucho caso a quienes nos critican por no poder ver aún lo que nosotros ya vemos. Incluso muchas veces quienes nos quieren no logran comprender a dónde vamos ni por qué queremos llegar allí.

9. Trabajaremos mucho más de lo que imaginamos jamás. Un propósito de vida puede consumir casi todo nuestro tiempo y energía, pero el empeño que pongamos a nuestros sueños siempre rendirá frutos, aunque demoren en verse.

10. Mantengámonos muy flexibles y adaptables. La vida siempre trae sorpresas, desvíos y precipicios. Nos tocará ajustar la ruta y hasta transformarnos varias veces, pero con los ojos y el corazón siempre puestos en nuestros sueños, el camino será más tolerable y hasta podremos disfrutarlo mucho.

11. Es clave atrevernos a soñar y visualizar lo que queremos hacer con nuestra vida, trabajo y futuro. Mi padre siempre decía: si otros pueden, tú también puedes. Esa frase siempre me inspiró a atreverme a soñar.