De acuerdo con el informe “La Mujer en el Servicio Civil Peruano” elaborado por Servir, entre abril 2021 y marzo 2023, sólo un 33,1% de cargos directivos en la administración pública fueron ocupados por mujeres. Cabe destacar que si bien en el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables la presencia de mujeres en cargos directivos estuvo por encima del promedio (60,5%), en el resto de los sectores no se alcanzó la paridad, e incluso se estuvo muy por debajo como por ejemplo en el Mininter (29,0%); Defensa (27,8%); MTC (24,9%) y Agricultura (18,7%). En los Gobiernos Regionales, la presencia de mujeres en cargos directivos fue de 24,5% en ese mismo periodo.
En el caso del Premio a las Buenas Prácticas en Gestión Pública –una iniciativa de Ciudadanos al Día que reconoce experiencias que mejoran el desempeño de la administración pública en beneficio de la ciudadanía– 2 de cada 5 buenas prácticas implementadas fueron lideradas por mujeres en el 2023.
Y en promedio, entre el 2020 y 2023, las mujeres lideraron 37,25% de las buenas prácticas.
Teniendo todo ello como premisa, hace unos días juntamos a 70 mujeres de distintas profesiones, edades, trayectorias, y contextos, cuyo común denominador es que lideraron experiencias en el sector público que han sido certificadas por el Premio. Las invitamos a explorar sus motivaciones, las dificultades en la administración pública y, particularmente, los desafíos que enfrentan como mujeres en el diseño e implementación de mejoras.
Cada intervención fue realmente inspiradora, no sólo por el orgullo que mostraban por cada innovación implementada y los resultados obtenidos, sino por los retos que tienen que atravesar día a día en el trabajo y fuera del él.
Son “mujeres sin reloj”: el tiempo es muy importante para ellas, pero muchas veces faltan horas para lograr un equilibrio profesional y personal; para atender las necesidades de la población, sobre todo la más vulnerable, y a la vez atender la propia casa; para convencer a la autoridad de turno que un proyecto es necesario sin que primen prejuicios por el hecho de ser mujeres.
No hay tiempo para lamentar el vaivén político o el cambio de ministros. Y allí van, tratando de dar mucho más a pesar de que la gestión pública es ingrata y paga poco; van pensando cómo pueden hacer mejor su trabajo por el bienestar de otros.
Para implementar una buena práctica se requiere de evidencias para dimensionar los problemas, sustentar las necesidades de un cambio y medir el impacto de las soluciones implementadas. Las mujeres que lideran buenas prácticas lo saben muy bien no sólo porque conocen la metodología, sino que además se enfrentan a escenarios en el sector público donde constantemente se les exige, a veces más que a los hombres, demostrar que valen y tienen derecho a estar donde están.
Muchas de ellas no dan discurso ni aparecen en fotos, pero gracias a su contribución y talento, surge la esperanza en donde no existe. Y este país necesita de todos los talentos y de corazones íntegros y comprometidos para salir de esta crisis.