Michelle  Barclay

La Casa de Carlota nos dejó a todos sin habla. Quedamos fascinados. Su presentación logró que los asistentes entendiéramos finalmente de qué hablamos cuándo hablamos diversidad. es una empresa de comunicación creativa que utiliza en sus proyectos el valor de la neurodiversidad y del pensamiento lateral. Sus miembros son creativos con síndrome de down y autismo dirigidos por expertos en publicidad y comunicación. Son verdaderos referentes de innovación e inspiran más allá de lo imaginable.

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Nel, director de La Casa de Carlota en Medellín, nos preguntó qué palabra representaba para nosotros la energía. Las respuestas variaron entre todo lo esperado: luz, sol, rayo y otros. Nel se dirigió a Sebas, un joven con síndrome de down. Sebas respondió: “Para mí la energía es la noche… porque es cuando salen todas las estrellas”. Luego de estas dos líneas, entendimos el verdadero poder de la diversidad. Ninguno había pensado siquiera en una respuesta similar.

La diversidad es justamente eso. Personas distintas, ideas diferentes y, como consecuencia, mucho más creatividad e innovación. La diversidad no tiene connotaciones políticas. No es un concepto propio de “la derecha” ni de “la izquierda”. La diversidad, como dice otro miembro de La Casa de Carlota “es ser uno mismo”.

Todos somos diferentes y tenemos el derecho a expresar nuestras ideas así como el derecho a ser respetados por los demás. En el caso de La Casa de Carlota, sus creativos son personas neurodiversas; es decir individuos que son diferentes porque procesan la información de manera distinta y en muchos casos no reconocen ciertos códigos sociales. Siguiendo al psicólogo clínico Ernesto Reaño, las personas neurodiversas incluyen no solo a personas con autismo sino también, por ejemplo, a los que tienen déficit de atención, dislexia, entre otros. Ernesto Reaño cita a Jim Sinclair, un activista autista quien señala: “Ser autista no significa no ser humano, sino significa ser diferente. Significa que lo que es normal para otros no es normal para mí, y lo que es normal para mí no es normal para otros.”

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Así, las personas neurodiversas no están trastornadas, no tienen un síndrome, ni están enfermas. Simplemente tienen características que las hacen distintas. El término autista no debe ser utilizado con una connotación negativa, así como tampoco debemos usar otras palabras que se utilizan frecuente y coloquialmente como: mongo, tarado, retrasado.

Hace poco en un seminario, un participante del público levantó la mano e hizo una referencia a que la gestión estatal estaba cada día peor: “Vivimos manejados por un Estado Autista”. Mostremos más respeto y aprendamos de La Casa de Carlota a entender la neurodiversidad y valorar la diversidad. Pensemos antes de hablar.

Las opiniones vertidas son estrictamente personales.


Michelle Barclay, Socia del estudio CMS Grau