Juan Pablo Noziglia

Un hombre con mucho dinero llega a un pueblo y decide hospedarse en el único hotel del lugar. Paga al dueño S/100 por la habitación y entra a descansar. Luego, el dueño del hotel cancela una deuda por alimentos a un agricultor local con los mismos S/100. El agricultor corre con esos S/100 y le paga a un tendero, a quien le debe por fertilizantes y alimentos. El tendero coge ese mismo dinero, va hacia donde el hotelero y le subsana unos S/100 que le debe por los menús. En ese lapso, el hombre del principio se queja de que la cama no era lo suficientemente cómoda y exige un reembolso. El hotelero le devuelve sus S/100 y fin de la historia. Todos contentos, sin deudas y sin afectarse la cantidad de dinero en esta pequeña economía.

En este ejemplo simple –por el cual mis amigos economistas, en especial los que trabajan en el BCR, me lanzarán todo tipo de calificativos al reducir su extremadamente técnico trabajo a “esto”–, el hombre con mucho dinero es el BCR, el pueblo es el Perú y los personajes son los distintos agentes económicos. En la historia se inyectó liquidez para dinamizar la economía y luego se retiró para no generar inflación. Imaginemos el mismo escenario, pero sin retirar el dinero del mercado, ¿qué pasaría?

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Justamente hoy estamos viviendo las consecuencias de una fiesta en la que no se retiró el estímulo por más de 14 años y que ha sufrido el golpe de una pandemia. Si al tendero de nuestro ejemplo no le llega suficiente alimento para vender y además no se retira el dinero de la pequeña economía de ese pueblo, ¿qué pasará con los precios de las cosas? Naturalmente subirán, pues son las mismas cantidades de soles persiguiendo menos bienes.

Entonces, ¿cómo hace el BCR para bajar los precios? Retira los soles o eleva su costo. ¿Eso afectaría la economía y el empleo? Sí, pero en un mercado enfrentado a un ‘shock’ externo, y con estímulos en exceso, la manera más rápida de volverlo a la normalidad es forzando a que se deje de comprar.

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Mirando en la bola de cristal de la coyuntura que vivimos, ¿qué se espera del 2023? Creo que lo peor de la inflación ya pasó. Aunque los números continuarán elevados, decrecerán a la normalidad hacia finales del año. También es muy probable que algunos o todos los motores económicos del mundo entren en una recesión corta, con lo cual se espera un incremento en el desempleo en el ámbito global. En cuanto al mercado, es muy difícil dar una respuesta 100% certera. Con las condiciones que hoy vivimos, esperamos un dólar fuerte contra monedas desarrolladas y más débil contra emergentes. Tasas base en países G10 elevadas en la primera mitad del año que empezar a bajar fuerte en la segunda. Tasas en monedas de mercados emergentes a la baja. Bolsas en el ámbito global con una primera mitad del año muy dura que recuperarán terreno a medida que se normalizan las cosas.

El 2023 será turbulento, pero saldremos con una economía más sólida, normalizada y con todo para retomar la senda de crecimiento de antes de las crisis.

Las opiniones vertidas son estrictamente personales.

Juan Pablo Noziglia CFA y gerente de Inversiones de Prima AFP

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