Planta de oxígeno de Huancavelica.
Planta de oxígeno de Huancavelica.
Alejandro Falla

Imagine la situación. Una municipalidad o establece que los camiones de carga registrados en otra región sólo pueden entrar para entregar carga a su región, pero no pueden recoger carga nueva; deben retornar vacíos. Esta regulación sin duda será aplaudida por los transportistas de carga domiciliados en esa región; gozarán de una protección contra la competencia que les viene de fuera.

Si además la autoridad establece limitaciones para la operación de este tipo de empresas (exigiéndoles un capital elevado, camiones nuevos y costosas instalaciones) seguro tendremos un mercado concentrado en pocas manos. Subir los precios en ese contexto será muy fácil. Difícil que entren nuevas empresas a competir. Un paraíso para algunos pocos. Un infierno para los consumidores. Todo creado por el Estado.

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Esto que parece un cuento, sucedió en México. Nosotros tenemos nuestras propias perlas. Algunos ejemplos. La Municipalidad de Bellavista acaba de aprobar (el viernes pasado) una ordenanza que regula el expendio de diarios. Además de limitar el número de licencias para estas actividades (sólo 60), prohíbe el ingreso a la jurisdicción del distrito de expendedores autorizados por otros distritos.

Fue una decisión del Estado la que favoreció la concentración en el mercado del suministro de oxígeno medicinal. Se elevaron injustificadamente los requerimientos de calidad del oxígeno a ser adquirido por los establecimientos de salud. Muy pocas empresas estaban en condiciones de cumplir con dichos estándares. Las que no pudieron hacerlo se fueron del mercado, dejándolo en pocas manos.

Las restricciones impuestas a la comercialización directa de medicamentos por agentes distintos a las farmacias (fabricantes, distribuidores, tiendas de conveniencia, o supermercados), refuerza la concentración en este sector. Si Amazon quisiera entrar al negocio de comercialización de productos farmacéuticos en el país como lo viene haciendo en otros lados, no podría hacerlo; distintas restricciones regulatorias se lo impedirían.

Detrás de la concentración en los mercados está la mano del Estado. Sea porque entregó una exclusividad a una empresa o a un grupo de personas (notarios, químicos farmacéuticos, vendedores de periódicos); les dio alguna ayudita (adquisición preferente por entidades del Estado); o porque simplemente se encargó de rodear la actividad con exigencias regulatorias tan pesadas que sólo algunas son capaces de soportarlas.

La campaña electoral ha despertado interés por los monopolios y la concentración empresarial. Se propone “estatizar” o “nacionalizar”. Si existe una sincera preocupación por la concentración en los mercados, no se necesita cortar la cabeza a nadie o adoptar medidas que sólo empeoran las cosas. Basta con eliminar las regulaciones que engendran la concentración en los mercados.

Se requiere de un régimen de control de ayudas estatales para evaluar el impacto en la competencia de cualquier “ayudita” a las empresas (se aplica en Europa) y tomarse en serio la evaluación del impacto de la regulación en competencia. Qué bonito sería que los candidatos se comprometan a pelear por eso. ¡Ninguno lo ha hecho!

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