Roque Benavides

En un contexto de recesión económica como el que estamos viviendo en el Perú, es necesario reconocer a la minería como un aliado del crecimiento económico, la creación de puestos de trabajo y la contribución de mayores recursos para el Estado, lo que nos permitirá atender las necesidades de la población, cerrar las brechas sociales, descentralizar el país e impulsar la economía. Es importante aclarar que estamos hablando de la minería formal que cuida el medio ambiente, que es socialmente responsable y que contribuye con sus impuestos.

Pero los aportes de la minería formal van más allá de lo económico. Los proyectos mineros justifican la generación de infraestructura -que tanta falta nos hace en el Perú-, como carreteras, hospitales, escuelas, electrificación e Internet, entre otros. Una de las contribuciones más importantes es la infraestructura hídrica con tecnología de punta e innovación.

Para la minería, la gestión del agua es el objetivo ambiental por excelencia. En operaciones como las de Compañía de Minas Buenaventura, por ejemplo, se recircula en promedio el 90% del agua en los procesos, como parte de la economía circular y un enfoque de sostenibilidad. Además, promovemos monitoreos participativos con la población y autoridades, invertimos en forestación y, lo más importante, construimos reservorios para almacenar agua durante la época de lluvia para ponerla a disposición de la gente, la agricultura y la ganadería durante la temporada de sequía. A esto llamamos “sembrar y cosechar agua”.

Según la Autoridad Nacional del Agua, somos el octavo país en el mundo con mayor disponibilidad de este recurso. Sin embargo, un gran porcentaje del agua de lluvia se pierde en el Pacífico o el Amazonas. La minería, que utiliza solo el 2% del agua, contribuye además con almacenar este recurso en las partes altas de las cuencas en beneficio de todos. Por eso, consideramos incorrecto el lema que dice “agua sí, mina no”. Nosotros decimos “agua sí, mina también”, porque creemos que la minería puede y debe ser un actor clave en la gestión responsable del agua.

También creemos en la “Hermandad del Agua” entre agricultura y minería, actividades complementarias, y estamos dispuestos a seguir haciendo posible que este recurso busque la unión entre peruanos y la colaboración entre los sectores público y privado.

El agua nos une en la búsqueda de soluciones para elevar la calidad de vida de la población. Seamos conscientes de que la minería moderna y responsable tiene la finalidad de contribuir con este recurso, en cantidad y calidad, en todas las regiones del Perú.

El valle del Tambo, en Arequipa, es un ejemplo clarísimo. Existe la posibilidad de construir reservorios en las zonas altas, como el caso de Paltiture, que contribuirían a que toda la cuenca tenga más agua y de mejor calidad, en beneficio de todos los usuarios del valle, incluyendo el proyecto Tía María. En este caso, el desarrollo minero beneficiaría directamente a la agricultura y a las poblaciones.

No olvidemos que todos los años el 85% del agua de lluvia en los valles de la costa del Perú termina en el mar. ¡Construyamos reservorios!