María Rosa Villalobos

Shenzhen era, hasta hace relativamente poco, una ciudad de pescadores. Hoy, sin embargo, la cara de esta joven urbe industrial es distinta, pues no solamente está rodeada por grandes áreas verdes, edificios y rascacielos, sino que es una de las pocas ‘smart cities’ en el mundo.

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¿Que quiere decir eso? En sencillo: todo está interconectado con el objetivo de adelantar cualquier tipo de necesidad de la población y generar eficiencias. Así, por ejemplo, en Shenzhen es posible saber la cantidad de basura que genera cada cuadra en las que viven sus más de 15 millones de habitantes. Así también, los hospitales están interconectados con las comisarías y distintas autoridades, y el sistema de cámaras permite no solamente encontrar muy pocos policías en las calles, sino también detectar y alertar en pocos segundos sobre cualquier tipo de incidencia como un accidente, un incendio, una falla del sistema eléctrico o una fuga de agua. Y cómo no, con tanta modernidad, las multas de tránsito se procesan de manera automática gracias a la inteligente artificial (IA) y al reconocimiento facial.

Pero estos son solamente algunos de los usos de la IA en esta ciudad-puerto. Hay muchos más. Su aeropuerto, de hecho, es también una muestra de cómo se gestiona la llegada de visitantes y el uso eficiente que pueden tener los ‘slots’ o estacionamientos para aviones. El uso de la IA también se observa en el sector salud. Cuando se registra un accidente, el hospital más cercano es puesto sobre aviso respecto a la cantidad de heridos que recibirá y el número de ambulancias que son necesarias para atender la emergencia.

Aunque suene aún muy futurista, esto ya es una realidad al otro lado del mundo. La implementación de toda esta tecnología, que tomó alrededor de 5 años, es el resultado de un trabajo conjunto entre el cuerpo gubernamental de la ciudad y la empresa china Huawei. Y es que, Shenzhen fue la ciudad piloto en la que la compañía probó y desarrolló la tecnología, convirtiéndose esta en un ejemplo vivo de una ‘smart city’ que podría ser replicada en cualquier otro lugar del globo.

La transformación digital no avanza sola, pues está acompañada del desarrollo de la energía limpia. Y adicionalmente, de los parámetros y la regulación relacionada a la ciberseguridad y protección de la privacidad, elementos fundamentales para la escalabilidad de este modelo que aún se encuentra en sus primeros años de vida pero que tiene un potencial sorprendente e infinito.



María Rosa Villalobos es editora de la sección de Economía y Día 1.