En un mundo cada vez más interconectado, los países buscan diversas estrategias para asegurar su estabilidad financiera y el bienestar de sus ciudadanos. En este contexto, dos conceptos han ganado prominencia: los fondos soberanos y los de capital semilla.
Los primeros son vehículos de inversión creados por los gobiernos para administrar sus reservas financieras, se nutren de ingresos provenientes de recursos naturales, como petróleo, gas o minerales. Su objetivo es preservar la riqueza nacional y generar rendimientos a largo plazo. Existen varios ejemplos exitosos, como los de Singapur, Noruega, Corea del Sur o Australia, que administran cientos de billones de dólares.
¿Un fondo soberano podría funcionar en el Perú? La respuesta corta es sí. Estamos hablando de un país rico en recursos naturales, como el cobre y el oro. Un fondo soberano ayudaría a diversificar la economía, permitiendo inversiones en mercados de capitales dentro y fuera del Perú. Asimismo, permitiría invertir los ingresos actuales para beneficio de las futuras generaciones y reducir el riesgo y aumentar la resiliencia, diversificando sus inversiones en diferentes clases de activos (acciones, bonos, bienes raíces, etc.).
A propósito de los fondos capital semilla, es importante analizarlo en el contexto nacional. En el Perú, nacen un aproximado de 700 mil bebes al año. Con el objetivo de lograr pensiones de mínimo S/1.500 mensuales se necesitaría un aporte público de S/4.620 por bebe, o un total de S/3.234 millones al año. Esto es la mitad de lo que le han costado las aventuras empresariales de Petro Perú o 1,2% del presupuesto anual.
Nada mal, si se considera que se está garantizando una pensión para todos. Es casi lo mismo de lo que se destina a la ONP para pago de pensiones y podríamos empezar financiándolo con papel soberano a 10 años y gradualmente migrar a ‘cash’, dirigiendo el 100% de ese efectivo a índices de bajo costo en el mercado internacional.
Explicado esto, expandamos esta idea al sistema de pensiones. Cada trabajador contribuiría gradualmente a su propio fondo de capital semilla a lo largo de su vida laboral. Las contribuciones iniciales podrían ser más bajas y aumentar con el tiempo. Después de un período inicial de ‘landing’, todo el capital acumulado se transferiría al exterior para diversificar aún más las inversiones.
De esta manera, los trabajadores tendrían seguridad financiera y un colchón para su jubilación. Además, se lograría una independencia del sistema estatal, ya que el fondo sería independiente y menos vulnerable a cambios políticos.
Un fondo de capital semilla para pensiones podría ser una solución creativa y sostenible para garantizar la seguridad financiera de las futuras generaciones. No obstante, el costo fiscal de estos fondos no es para ignorar. Por ello, debemos considerar el equilibrio entre el gasto actual y la inversión en el futuro. La clave está en la planificación y la responsabilidad fiscal. Hablamos de herramientas poderosas que pueden asegurar el bienestar y el desarrollo sostenible del Perú, si se implementan con transparencia, responsabilidad y visión a largo plazo. Es importante que sean independientes y estén blindados de los vaivenes políticos.