El empresariado local y regional está cada día más enfocado en trabajar en sus compromisos de sostenibilidad desde una perspectiva ambiental, social y de gobernanza corporativa. Estos son los denominados criterios ESG por sus siglas en inglés (environmental, social, governance).
¿Por qué se está dando tanta importancia a la sostenibilidad?
Una de las varias razones es que los inversionistas y financistas están mirando cada vez más de cerca este tema y algunos incluso evaluando la data ESG de las empresas para efecto de elegir a los receptores de inversión.
Entre los aspectos que se evalúan están los compromisos que asumen las empresas para tener un impacto social. Es decir, la “S” de ESG. Ello a través de acciones que beneficien a la comunidad de su zona de influencia y a su personal, se enfoquen en la responsabilidad social y respeto a los derechos humanos, así como en la promoción de la diversidad e inclusión en los espacios de trabajo.
La incorporación de la diversidad e inclusión en la “S” de ESG está llevando a varias empresas a considerar este aspecto cómo mandatorio dentro de sus planes anuales y no únicamente como una acción voluntaria y positiva para la organización.
En relación con este punto: ¿Qué pueden hacer las empresas para tener un impacto social real cuando incorporan dentro de sus objetivos ESG el tema de diversidad e inclusión?
Para ello, las empresas pueden trabajar en las llamadas “Buenas Prácticas de Diversidad e Inclusión”. Entre las Buenas Prácticas vamos a nombrar 4 que son relevantes: (i) la preparación e implementación de políticas de diversidad e inclusión (que incluyen, por ejemplo, reglas objetivas para el reclutamiento de nuevos miembros y la evaluación del personal); (ii) la conformación de prácticas de networking y mentoring que permiten minimizar el aislamiento de ciertos grupos y afianzar las relaciones entre los miembros de la organización; (iii) la capacitación de los gerentes y encargados de la organización para que ejerzan un liderazgo consciente en temas de diversidad e inclusión; y (iv) por último (pero no menos importante), el nombramiento de un grupo, instancia, o comité que sea responsable de la diversidad e inclusión en la organización (de preferencia dedicado).
No basta con crear estas Buenas Prácticas sino que estas requieren de una adecuada implementación para que puedan generar un impacto social de inclusión. Para ello, se requiere necesariamente el compromiso de los líderes de la empresa u organización. Sin este aspecto, no es posible generar inclusión y un ambiente seguro en el cual los miembros del equipo puedan sentirse libres de expresar sus ideas auténticamente. Este último es el aspecto más complejo de la “S” de ESG, ya que podemos tener una organización muy diversa en su conformación y con un excelente manual de buenas prácticas, pero sin el elemento esencial que es el liderazgo promotor de la inclusión. Si realmente estamos comprometidos con los criterios ESG, reforcemos la “S” con la inclusión.