Por Diego Marrero, Gerente de Inversiones de AFP Habitat
Si la elección de Donald Trump fue uno de los eventos más sorpresivos del año, el desempeño de los mercados financieros luego de ello lo fue aun más para muchos. La noche de la publicación de los resultados, los precios de los futuros de casi todos los mercados proyectaban pérdidas masivas, pero al día siguiente la calma volvió, contrariando al consenso de teorías. Una semana después de la elección, los índices bursátiles de EE.UU. cotizaban en sus máximos históricos.
El panorama antes de la elección de Trump se caracterizaba por un crecimiento anémico a nivel mundial, siendo EE.UU. un soporte relativamente débil. Con los principales países desarrollados entrampados en políticas monetarias inefectivas y con cierto desgano para aplicar políticas fiscales expansivas, el ambiente de baja inflación mundial prevalecía. Sin embargo, la reciente elección genera un cambio en el contexto económico que parece ser disruptivo por dos elementos.
En primer lugar, está el gran estímulo fiscal anunciado. Si bien aún no se tiene mucha certeza sobre los detalles, sí se espera que sea masivo, y ello podría generar un impulso importante en la economía de EE.UU., que en el corto plazo sería positivo. Por ello, los precios de algunos metales industriales, como el cobre, ya han experimentado fuertes subidas.
En segundo lugar está la posición con respecto a la revisión de tratados comerciales y políticas proteccionistas. Ambos elementos podrían generar un incremento de la inflación tanto por el lado de demanda como por el de los costos. Ante ello, como contrapeso para contener la inflación, se podría esperar una política monetaria más restrictiva, con una consecuente apreciación del dólar. En este contexto es prácticamente seguro que la FED suba su tasa de interés por segunda vez en 8 años en su reunión de diciembre, y además pueda continuar el próximo año con subsiguientes subidas hasta llevar la tasa de corto plazo a cerca del 2%.
Entonces, lo que estamos viendo es una recomposición de los retornos esperados para distintas clases de activos. En un período de crecimiento con un nivel de inflación más alta y con un dólar más fuerte, la renta variable debería tener un mejor desempeño que la renta fija. Por el lado de renta variable, el mercado más favorecido es EE.UU., donde estaría el foco de crecimiento, mientras que la historia no sería la misma para mercados emergentes, que además de perjudicarse por un dólar más fuerte, también podrían afectarse por las restricciones en el comercio exterior. Por el lado de la renta fija, el perjuicio vendría principalmente por el ciclo alcista de las tasas de interés.
La dirección parece estar clara; sin embargo, la magnitud aún está por definirse. Conforme haya más claridad sobre los detalles de las posturas de Trump, los mercados podrían presentar mayor volatilidad, sobre todo si consideramos que los precios de los activos ya están recogiendo una convicción fuerte de que las condiciones económicas ya han cambiado.