¿Otro artículo sobre lo mucho que nos cambiará la vida? No, gracias. Ya tenemos claro que nuestras costumbres y rutinas se han alterado para siempre, igual que el tablero geopolítico internacional y la forma en que nos relacionamos los seres humanos, pero ¿y las empresas? ¿Ya tienen claro cómo operar en esta nueva etapa?
El momento se caracteriza por la falta de claridad sobre el futuro a corto y medio plazo, pero también por la certeza de que estamos ante un evidente #TurningPoint o punto de inflexión, con todo lo que esto representa en términos de riesgos (para aquellas organizaciones que sigan la inercia sin reaccionar) pero también de oportunidades (para los líderes que acierten en el nuevo rumbo).
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Para los líderes, es un momento complejo porque confluyen lo urgente y lo importante. Hay que moverse –y moverse rápido– para ser competitivos en el nuevo escenario, ese que ocupa tantas conversaciones a lo largo y ancho del planeta: The new normal, pero sin saber exactamente cómo funcionarán las cosas. Es como planificar un año sin saber cuántos meses tiene, o entrenar para un partido que no sabemos si será de fútbol o básquet…
El reto es grande, sin duda, pero tampoco es nuevo todo lo que está sucediendo y lo que vendrá. Algunas tendencias ya venían creciendo antes del COVID-19, y otras han ganado relevancia ahora. Los desafíos más inmediatos tienen que ver con el relanzamiento de la actividad, la capacidad de influencia en decisiones que se tomen (políticas, económicas o sociales) y que impactan en el futuro de toda actividad, con el manejo de las inversiones y recursos financieros (nunca tan presente el flujo de caja como ahora) y con otro de los asuntos clave en estas fechas: cómo organizar y mantener motivados al equipo humano, que es el protagonista de la crisis sanitaria y lo será de la económica.
En resumen, el reto será ganar (o recuperar) la confianza de las personas, ya sean empleados, clientes, inversores, autoridades o instituciones, en un escenario en que las relaciones se crean y cultivan de manera diferentes. En este ámbito jugará un papel clave la respuesta de las empresas a la demanda social, que está exigiendo ya un comportamiento de ciudadano corporativo activo y comprometido (e incluso ejemplar) si se quiere construir un nuevo liderazgo auténtico.
Los líderes que están acertando son aquellos que se han anticipado y entienden que la comunicación, basada siempre en el storydoing, es la herramienta para trabajar esa confianza, pero también con nuevos códigos y mucha mayor cercanía, honestidad y compromiso que nunca.
Los líderes vuelven a tener la responsabilidad de guiarnos en una nueva e incierta etapa. Toca anticiparse. Embrace the new normal…
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