Marcial García

No es un secreto lo mucho que depende la economía peruana del vaivén de los precios de los metales. Nuestro principal producto de exportación es el cobre, cuya demanda va en aumento gracias a su uso en tecnologías limpias, desde vehículos eléctricos hasta paneles solares. Por sí solo representa un tercio del valor total de nuestras exportaciones, siendo nuestra principal fuente de divisas.

El Perú produce unos 2,4 millones de toneladas anuales del metal rojo, mientras que Chile 5,2 millones. Somos el segundo productor mundial, aunque el Congo nos está pisando los talones con 2,2 millones de toneladas y amenaza silenciosamente con desplazarnos de esa posición si no nos ponemos las pilas. Ello pasa necesariamente por reactivar la inversión minera para dinamizar la producción nacional.

Proyectos no faltan. Tenemos una larga lista por un monto de más de US$ 53.700 millones, que en caso de concretarse podrían llevarnos paulatinamente a duplicar la producción actual, dándole un fuerte impulso al crecimiento del PBI. Sin embargo, la realidad no es tan alentadora.

La inversión minera está cayendo en picada, alejándonos del objetivo. El BCR espera que lo haga en 16,7% este año, y en 8,6% en el 2024. El bajón, por desgracia, parece más estructural que transitorio. Las causas son bien conocidas: la sostenida inestabilidad política, los interminables conflictos sociales, y el exceso de burocracia.

Según datos del propio Ministerio de Energía y Minas (Minem), no suman más de US$ 7.000 millones las iniciativas que podrían ponerse en marcha este año y el siguiente, menos de la mitad de la cartera que maneja Chile para el mismo periodo. El resto ni siquiera cuenta con plazos definidos de ejecución, por lo que su futuro es incierto como casi todo en nuestro país. En ese grupo destacan La Granja, Conga y El Galeno por contemplar los montos más altos de inversión.

Pero no todo es negativo. No pocos analistas e instituciones presagian un superciclo de altos precios de los minerales impulsado por China, teniendo perspectivas muy favorables para el cobre, que se mantendría en torno a los US$4 la libra por un tiempo indeterminado. Eso tendría un efecto significativo en el ingreso de divisas, la actividad económica, la recaudación y, eventualmente, la viabilidad de nuevos proyectos mineros al hacerlos más atractivos para el inversionista.

Parecería que el Gobierno ha entendido que ningún otro sector tiene el potencial para generar tantos beneficios para el país, y está enmendando el rumbo para sacarlo de su entrampamiento. El lanzamiento de un operativo de las fuerzas del orden para desbloquear el corredor minero, y el anuncio de que el Minem busca reducir a seis meses trámites que hoy toman dos años representan una luz de esperanza de que se pueden producir los cambios necesarios para destrabar proyectos enfrascados en conflictos sociales o detenidos en medio de un laberinto burocrático. Esperemos que estos esfuerzos no queden en simples declaraciones de buenas intenciones.

Marcial García, Socio de Impuestos de EY Perú

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