(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Inés Temple

En tiempos de desesperanza siempre es bueno mirar adelante, imaginar salidas a la situación que nos agobia y visualizar los escenarios del rebote, para no quedar atrapados en el pesimismo y el horror.

En 1992, en el peor momento de la historia del país, cuando nos desangrábamos por el terrorismo y el caos, un grupo de emprendedores jóvenes tuvo una idea positiva, solidaria e innovadora: soñar con un Perú mejor. Con una visión de país desarrollado en todos sus aspectos, con un desarrollo no solo económico sino humano y de valores, ellos elaboraron una visión compartida, incluyente e inclusiva para el Perú. Plantearon metas, objetivos e indicadores y se propusieron cumplirlos para el 2021, año del bicentenario.

He visto los videos de esas reuniones –que luego dieron origen a la organización sin fines de lucro Perú 2021– y los oí soñando con un Perú mejor, en momentos en que eso parecía casi inalcanzable e imposible de lograr. Me impresiona cómo en medio de la angustia, el pesimismo y la derrota que se vivía en el país, estos jóvenes se atrevían a soñar con una visión de país muy clara, aunque esta fuera muy cuesta arriba.

Casi 20 años después, cuando volvimos a analizar esta visión, muchas de las metas e indicadores planteados en 1992, para nuestra gran sorpresa, se habían cumplido con creces. Y es que hace algunos pocos años vivíamos épocas de optimismo, de gran crecimiento del PBI y sentíamos que al Perú no lo paraba nadie.

Hoy, nuevamente en las tinieblas por la corrupción, siento que necesitamos volver a tener una visión compartida que nos movilice, que nos haga levantar la vista y recuperar la fe en nuestro país y su gente. Creo que hoy, a falta de líderes, podemos abrazar la visión que sirvió de guía e inspiración a esos jóvenes que luego lideraron varias de las organizaciones más exitosas que ha tenido nuestro país.

Esa visión soñaba con “un Perú próspero, pacífico, democrático y justo. Donde todos seamos educados con valores y los conocimientos necesarios para hacer realidad nuestras aspiraciones a través de un trabajo estimulante y digno. Un país con instituciones sólidas y transparentes que garanticen los derechos de las personas, el cumplimiento de la ley y la iniciativa privada. Un país hospitalario y solidario, orgulloso de su inmensa diversidad natural, cultural y social. Un país donde podamos vivir con alegría”.

Esta visión vuelve a sonar remota e inalcanzable. Pero si antes esta visión compartida sirvió a muchos, hoy me permito recordarla y compartirla, por si de algo sirve o en algo ayuda. Para que todos los peruanos de bien, como agentes de cambio, empujemos en una sola dirección. Para explorar alianzas y crear sinergias. Y así juntos construir un Perú con oportunidades, esperanza y alegría para todos los peruanos. Busquemos poner al país nuevamente en lo más alto, proponiendo acciones para que, a pesar de todo, el Perú sea mejor para todos cada día que pasa. ¡Seamos nuevamente un país orgulloso que sueña en grande!