El mes de octubre de este año fue extremadamente duro para los mercados financieros. Casi la totalidad de activos de riesgo tuvieron importantes caídas en las valorizaciones. La bolsa de EE.UU. cayó casi 7%, en donde las acciones del sector tecnología explicaron gran parte de ello. No se registraban caídas tan fuertes en un solo mes desde septiembre del año 2011, cuando EE.UU. estaba en plena recesión, originada por la crisis del mercado inmobiliario, y donde había mucho más incertidumbre y riesgos globales.
A diferencia del año 2011, la economía de EE.UU. se encuentra bastante robusta, con varios trimestres de crecimiento sostenido, reducciones importantes en las tasas de desempleo, crecimiento de la actividad industrial, sólidos indicadores de confianza empresarial, acompañados de incrementos en el consumo interno, ventas y utilidades de las empresas. Este buen desempeño económico fue producto principalmente del fuerte estímulo monetario por parte de la FED. Ello consistió en inyectar cerca de US$3.6 trillones en la economía y mantener una tasa de interés de corto plazo en 0% por más de siete años.
El impacto del estímulo no solo se tradujo en la economía real, sino fue mucho más fuerte en los mercados financieros. Desde la caída del mes de septiembre de 2011, la bolsa de EE.UU. ha subido casi 140%, y los bonos corporativos cerca de 80%.
Desde hace algunos años, cuando la economía ya estuvo mostrando claros signos de crecimiento sostenido, la FED comenzó con el retiro de estímulos. Primero, empezó con la disminución de su hoja de balance, es decir dejar de inyectar dinero en la economía, y luego con la subida en las tasas de interés. Este retiro de los estímulos no golpeó ni a la economía ni al mercado, sino todo lo contrario: por un lado, la economía siguió creciendo; y por otro, los mercados siguieron subiendo, pues la expectativa es que este crecimiento económico generaría mayores retornos en el futuro.
Este año la caída sostenida en los mercados, aumentada en octubre, estuvo explicada por un cuestionamiento sobre las expectativas del crecimiento mundial. Ya estaba asumido que la economía podría seguir creciendo sin más estímulos monetarios, pero no con una guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo. La dinámica de correcciones en los mercados en todo el año ha estado marcada por declaraciones de Trump y la expectativa de que la tensión comercial se convierta finalmente en una guerra comercial, cuyos efectos serían dañinos para todas las economías del mundo.
Si bien la volatilidad debería mantenerse en niveles altos, los riesgos de recesión aún serían bajos, pero muy dependientes del desenlace de la tensión comercial. Sin embargo, si esta tensión comercial se disipa, los mercados financieros deberían poder recuperar gran parte del valor perdido.