1. Claridad: ¿Nuestro empaque comunica claramente las características del producto y sus beneficios? Cuando el consumidor lo encuentra en el punto de venta, es el empaque el único que va a hablar por sí mismo. A través de la forma del producto y el diseño de la etiqueta tenemos que explicar claramente para qué sirve, cómo se usa y por qué se debería de escoger ese producto antes que uno de la competencia.
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Cuando existe una línea de productos con una gran cantidad de sabores o variedades, como los enlatados de atún o las mermeladas de diferentes sabores, estas diferencias deben ser obvias y fáciles de reconocer.
2. Competencia: ¿Qué está pasando en el mercado con nuestra categoría de producto? Es importante conocer a la competencia para saber a qué está expuesto nuestro consumidor, cuáles son las tendencias y de esa manera poder ser competitivos e incluso pioneros.
3. Marcar diferencias: ¿El consumidor reconoce la marca? ¿Prefiere nuestro producto y lo diferencia de la competencia? Sin el empaque muchos productos serían exactamente iguales. Cuando compramos agua embotellada, arroz o azúcar es el diseño y el márketing lo que genera la diferenciación entre productos. Gracias al diseño es que podemos reconocer a la marca.
4. Creación de valor: ¿Cuánto valora la marca el consumidor? También es a través del diseño y el márketing que los consumidores valoran y creen en una marca y están dispuestos a pagar un precio mucho mayor por el producto.
Por ejemplo, en el caso del agua incluso tenemos la alternativa de no comprarla porque está disponible, sin embargo hay consumidores dispuestos a pagar un precio alto por marcas como Evian o Pellegrini. Estas marcas son muy valoradas en el mundo, el consumidor siente que recibe mucho más que el hecho de calmar la sed, también están comprando prestigio y estatus.
5. Impacto: ¿Nuestro empaque capta la atención en el punto de venta? ¿Hace uso de formas y estructuras novedosas? Cuando las personas llegan a coger un producto es porque capta su atención y la mayor parte de las decisiones de compra se toman en el punto de venta. Eso significa que si causamos impacto aquí las posibilidades de compra son altas.
6. Tiempo: ¿Hace cuánto tiempo que no cambio y me vínculo con mi consumidor? La frecuencia del cambio varía según la categoría. En categorías más dinámicas puede ser que se cambie cada año y en las más estables debería ser como máximo cada cinco años. En este punto muchos se preguntarán: ¿hasta qué punto debo cambiar? ¿Debe ser un cambio radical o solo una mejora de lo que tengo? Una evolución no significa cambiar los elementos (colores, formas e imágenes) que el consumidor ya asocia a nuestra marca, pero sí sumar algo que refresque la relación con el consumidor.