Pedir un préstamo no es cosa fácil. En primer lugar, debes elegir una entidad financiera que te cobre la menor tasa de interés posible, para el bien de tu bolsillo. Para ello es necesario comparar las tasas de costo efectivo anual (TCEA), que es la que incluye los costos adicionales del préstamo.
Pero otro punto importante que debes analizar es el monto y el plazo del préstamo, sobre todo si es de largo aliento, como un vehicular o un crédito hipotecario.
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Debes verificar que las cuotas mensuales puedan ser cubiertas con tu presupuesto, y recuerda la regla de oro de endeudarte en la misma moneda en que tienes tus ingresos.
Es cierto que cuanto mayor sea el plazo del préstamo, menores serán las cuotas, pero también debes tener presente que tus ingresos pueden estar en una etapa expansiva o en una decreciente. Por ejemplo, si recién has entrado al mundo laboral, es lógico pensar que tus ingresos comiencen a incrementarse con el paso de los años. Pero si estás ya en la etapa laboral en que has alcanzado la cúspide de tus ingresos, éstos podrían comenzar a bajar, ya que el mercado tiende a remunerar menos a las personas de mayor edad.
Así, por ejemplo, si tomas un préstamo hipotecario a un plazo de 30 años y tienes hijos pequeños, debes ser consciente de que tus gastos irán aumentando, debido a la alimentación, estudios, salud y vestimenta, lo que reducirá tu ingreso disponible para pagar las cuotas.