(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Elsa Galarza

La semana pasada culminó la edición 26 de la cumbre anual de la sobre el cambio climático. El acuerdo estableció un consenso claro de que todas las naciones deben hacer un mayor esfuerzo para prevenir un aumento catastrófico de las temperaturas a escala mundial, y que la acción debe ser inmediata.

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Sin embargo, se deja sin respuesta la pregunta crucial de cuántas emisiones debe recortar cada país durante la próxima década y con cuánta rapidez, especialmente de parte de EE.UU., Canadá, Japón y gran parte de Europa occidental, que son responsables de más del 50% de las emisiones mundiales emitidas en los últimos 150 años.

Un aspecto que sorprendió fue el anuncio de EE.UU. y China sobre el acuerdo conjunto para la reducción de emisiones esta década.

China se comprometió, por primera vez, a desarrollar un plan para reducir el metano, un potente gas de efecto invernadero. Aunque China acordó reducir de manera gradual el carbón a partir del 2026, no se especificó el monto ni el tiempo.

Los temas financieros de la cumbre no tuvieron un buen final. La promesa de destinar US$100 mil millones anuales al financiamiento climático para los países más pobres al 2020 no se ha cumplido. En el 2019, se estimó que se había otorgado US$80 mil millones, entre financiamiento bilateral, multilateral y privado.

Se esperaría que para el 2021 en adelante se puedan canalizar más fondos que permitan cumplir dicha meta, que es aún muy reducida. Sin duda, ello favorecería al Perú.

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El Perú se ha comprometido a la reducción de las emisiones de GEI de 30% a 40%, respecto de lo proyectado para el 2030, y a convertirse en un país carbono neutral al 2050. Existen 154 medidas que forman parte de nuestros aportes nacionales y que se necesitan implementar rápidamente: 92 medidas están referidas a la adaptación al cambio climático en agua, agricultura, bosques, pesca y acuicultura, y salud; y 62 acciones a la mitigación en sectores de energía (combustión estacionaria y móvil); procesos industriales y uso de productos; agricultura; uso de suelo, cambio de uso de suelo; y desechos. Para su implementación se necesitan recursos financieros que tendrían que venir de una combinación de fondos públicos, multilaterales y privados.

A la par de reducir los efectos negativos del calentamiento global, el Perú necesita ser una economía más competitiva a escala internacional, para ello la transición de la matriz energética y la descarbonización de las actividades económicas es vital. En este sentido, la reciente adhesión del Perú a la Coalición de Ministros de Finanzas por la Acción Climática (Principios de Helsinki) permitirá avanzar más eficientemente, dado que establece que debemos impulsar medidas que resulten en un precio al carbono efectivo y considerar el cambio climático en la política macroeconómica, la planificación fiscal, el diseño del presupuesto, la gestión de la inversión pública y las prácticas de compras públicas. No hay duda de que la acción climática es vital para nuestro desarrollo.

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