¿Se puede acortar el déficit en la capacidad hotelera del país?
¿Se puede acortar el déficit en la capacidad hotelera del país?

Si Lima tiene una oportunidad valiosa –quizá única– para convertirse en uno de los destinos más importantes de Sudamérica en el mercado del turismo corporativo y las reuniones, esa oportunidad se está dando ahora.

¿Por qué? Sucede que entre este año y el 2019, la capital del Perú será sede de eventos internacionales de primer nivel, como la Junta de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial (BM), la cumbre del APEC, la sesión del Comité Olímpico Internacional (COI) para elegir a la sede de los Juegos Olímpicos del 2024, y los Panamericanos del 2019, entre otros acontecimientos. Todos, con una convocatoria que supera las 10 mil personas y, por lo tanto, con una demanda potencial que exigirá al máximo a nuestra industria turística y .

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Como se aprecia, la oportunidad está, la cuestión será aprovecharla. “Y para hacerlo, se necesita crecer”, destaca la gerenta general de la Sociedad Hoteles del Perú (SHP), Tibisay Monsalve. Según la proyección de su gremio, Lima requerirá 1.000 habitaciones nuevas en hoteles de categorías cuatro y cinco estrellas antes de octubre del 2015, cuando se inicie la reunión anual del FMI y el BM. “Tenemos cinco mil con esas características, pero nos demandarán, mínimo, seis mil”, apunta.

En esa línea, y ya con miras al 2017, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) estima que la capital precisará 3.120 habitaciones de lujo. En su estudio “Brechas hoteleras en 7 ciudades del Perú”, publicado el 2013, la entidad señala que, en un “escenario optimista”, los hoteles limeños de todas las categorías tendrán una ocupación promedio de 73% anual. Es decir, que habrá demanda y será rentable incursionar en el sector.

Sin embargo, la realidad indica que, aunque hay comprometidas inversiones hoteleras por US$2.000 millones hasta el 2021 [de acuerdo con el Buró de Convenciones de Lima] este año solo se inauguró un hotel de cinco estrellas en el país, y ni siquiera está en Lima, sino en Trujillo: un Casa Andina Private Collection (que requirió US$16 millones).

“A pesar de la demanda potencial, estamos viviendo una ralentización del desarrollo hotelero en la capital, en lugar de una aceleración, que es lo que debería pasar”, comenta al respecto el director gerente de Hotel Consulting Perú, Felipe del Campo. 
Tanto la SHP como la Cámara Nacional de Turismo (Canatur) se han referido ya –con detalle– a la responsabilidad del Estado sobre esta situación. Exceso de burocracia y desconocimiento del negocio a nivel de los municipios distritales y la Municipalidad Metropolitana, falta de funcionarios calificados y corrupción. Eso se conoce, como también los esfuerzos que, junto al Mincetur, están haciendo para impulsar la ventanilla única de proyectos turísticos, que debería agilizar desarrollos hoteleros por US$100 millones, al menos.             

Pero el caso es que el tiempo corre y hay un déficit de 1.000 habitaciones por cubrir en el 2015, y entonces conviene pensar en alternativas que, únicamente dentro del ámbito privado, puedan acelerar los proyectos tanto como sea posible.

Gianfranco Aliaga, socio director de la consultora Hotel & Tourism Advisors, precisa a Día_1 que son dos los procesos que los empresarios pueden agilizar –sin requerir del Estado– para que un hotel vea la luz más rápido. “Primero, durante la financiación del proyecto, y luego, en la definición de la marca a usar y la promoción de la oferta”. 

En cuanto a la financiación, Aliaga señala que los empresarios pueden mirar con más atención a la banca extranjera para conseguir mejores condiciones que en el Perú, lo que incluye esperar menos por una respuesta. “Aquí, la banca compara a los proyectos hoteleros con los inmobiliarios de tipo residencial, que por supuesto permiten retornos más rápidos de su inversión, de entre dos y cuatro años, mientras que los hoteleros tardan algo más: entre siete y ocho años”, explica. 

Apostar por una inversión de largo plazo juega en contra de los hoteleros, y eleva las tasas de interés de los préstamos que la banca peruana les otorga: un promedio de 8% anual.

Frente a ello, una alternativa es la Corporación Interamericana de Inversiones (CII, por sus siglas en inglés), un organismo vinculado al BID que –destaca  Aliaga– ya ha otorgado préstamos a empresarios hoteleros peruanos en tres o cuatro meses, por 15 años y con una tasa de interés de entre 5% y 6%.

“Hay ciertas condiciones de aplicación, como el que se trate de proyectos culturales que generen un impacto social, pero creo que tratándose de un destino como Lima, con una rica historia, son perfectamente aprobables”, acota.

El gerente general de Canatur, Luis Villa, coincide con Aliaga, aunque da un paso más allá y recuerda que, en la década del 90, su gremio y el Estado promovieron el Fondo Andino de Inversiones en la capital, un ‘workshop’ al que se presentaron 17 proyectos hoteleros para conseguir líneas de crédito del Banco Mundial (BM), y que “permitió que  se construyeran hoteles como el Marriott y el Swissôtel”. Solo si apoya con promoción, el Estado puede hacer mucho a favor de estas soluciones, comenta entre líneas el representante de Canatur.

Respecto de la marca a usar y su promoción, Aliaga considera que la franquicia de una firma extranjera es el modelo más ágil y rentable, y cita como ejemplos los casos del Westin Lima y el Four Points by Sheraton.

La lógica detrás de esta alternativa es que los gobernantes y ejecutivos que llegan por las cumbres internacionales prefieren a marcas que conocen por su presencia global.
Lo dicho es cierto, aunque no es una regla invariable. Felipe del Campo aclara que las marcas propias también funcionan rápido, si tienen claro el mercado al que apuntan. “Hoy, el 60% de los huéspedes en los hoteles limeños de cuatro y cinco estrellas son hombres de negocios, y en el mediano plazo serán el 85% del total, pero no todos serán mandatarios o ejecutivos de alto nivel”.

En ese contexto, dice, pensar en hoteles de tres estrellas superior, de 40 habitaciones y con una inversión que no pase los US$40 millones, también es un buen negocio. “De los 10 mil asistentes al COP 20, cuatro mil no fueron a los hoteles de lujo, fueron a los mejores de tres estrellas”, señala.     

UN MERCADO DINÁMICO
Los aspectos mencionados antes son parte de todo un paquete que agiliza un proyecto hotelero y lo ejecuta en un plazo ideal: 12 meses de construcción y tres años desde la concepción, según Aliaga.

Lo importante, resume el experto en hotelería Magín Pérez, es que con marcas foráneas o nacionales, este es un mercado dinámico, en el que una peruana como Costa del Sol le quita su principal ejecutivo al Westin [Paul Ingebretsen, la ‘movida’ del 2014], para impulsar sus planes de expansión. “Es una mercado boyante donde la competencia es agresiva porque hay demanda, solo hay que saber acomodarse con un proyecto tan potente como ágil”, acota. Es cuestión de estrategia.    

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