Palacio de Gobierno fue decorado con motivo del partido de la selección peruana contra Nueva Zelanda el mismo día que PPK brindó Mensaje a la Nación. (Foto: Andina).
Palacio de Gobierno fue decorado con motivo del partido de la selección peruana contra Nueva Zelanda el mismo día que PPK brindó Mensaje a la Nación. (Foto: Andina).

Cuando pensamos en la amistad desde una perspectiva política o pública, la asociamos inmediatamente con actos de corrupción, favoritismos o nepotismo. Tendemos a rechazar la posibilidad de que ambos conceptos (amistad y política) puedan estar unidos y, naturalmente, la asociamos a una relación privada entre personas con ciertos valores o intereses comunes.

Sin embargo, desde tiempos muy antiguos, la amistad ha tenido una positiva connotación social y política. Cicerón escribió, hace más de 2.050 años, un tratado en el que reflexiona sobre lo que significa la amistad, incluyendo su impacto en la vida política. Para Cicerón, la amistad política surge de la naturaleza y no de una carencia; es decir, nace de un sentimiento sincero y no de una reflexión respecto de cuánto beneficio va a proporcionar aquella.

En esta línea, varios ensayos publicados por la Universidad de Notre Dame explican que la amistad, en su definición más auténtica, resulta siendo esencial en la política al contener implícitamente valores y virtudes fundamentales del ser humano como son la lealtad y el velar por el bien común.

Unos de los conceptos más valiosos es el planteado por Hannah Arendt, quien señala que la amistad se extiende a la sociedad civil al ser un poder que se activa cuando los seres humanos piensan y actúan juntos para lograr algo en la vida pública. Más aún, Arendt señala que la amistad provee un espacio para el pensamiento político y para testear nuestras ideas antes de volverlas públicas.

Así, la amistad política no solo aplica a las personas que ejercen cargos públicos sino que nos involucra a todos los ciudadanos al ser un elemento esencial para la actuación de la sociedad civil en una democracia.

En el Perú ya venimos ejerciendo ese poder de las amistades políticas que menciona Arendt a través de los diversos ‘think tanks’ que han sido conformados por la sociedad civil.

Como sabemos, los ‘think tanks’, son centros de pensamiento en los que un grupo de personas con intereses comunes se juntan para reflexionar sobre diversos temas con el propósito de elaborar recomendaciones políticas u otras, con el objeto de influir en nuestra sociedad y en la opinión pública.

Si bien los ‘think tanks’ más reconocidos son instituciones formales y que realizan profundas investigaciones para efectos de plantear mejoras en las políticas públicas de nuestro país, lo cierto es que todos estamos en capacidad de juntar a un grupo de personas y formar un centro de pensamiento con el objeto de realizar aportes a nuestra comunidad, en lo simple y en lo cotidiano.

Para que podamos como individuos lograr un impacto en la vida pública se requiere que seamos inclusivos, trabajemos en colectividad y salgamos de ese aislamiento del que estamos tan acostumbrados.
Apostemos por los grupos de pensamiento y generemos más amistades políticas que nos permitan impulsar los cambios que estamos esperando.

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