En la última campaña presidencial boliviana, el caballito de batalla del mandatario Evo Morales fue el alto crecimiento de su economía durante los últimos 10 años. Y no mentía. Solo en el 2013 el PBI boliviano avanzó un 6,8%, un ritmo acelerado en la región. ¿Pero a qué se debió este enorme avance? ¿Es real?
De acuerdo con Juan Carlos Mathews, director de Educación Ejecutiva de la Universidad del Pacífico (UP), en este lapso el país altiplánico se apoyó en el alto precio de materias primas como el gas, los minerales y la soya en el ámbito internacional, de ahí su crecimiento.
El embajador de Bolivia en el Perú, Gustavo Rodríguez, no lo niega. Pero dice que esa es solo una parte de la explicación. Para él, la política de nacionalización y renegociación de contratos con empresas del sector hidrocarburos, energía eléctrica y minería les permitió obtener ingentes ingresos y redistribuirlos entre la población.
Efectivamente, el internacionalista Farid Kahhat dice que el gobierno de Evo Morales ha aumentado el sueldo mínimo y apoyado una política de subsidios que tiene contenta a la población de ese país.
Sin embargo, Mathews considera que la época de bonanza ya se terminó y que los retos de Bolivia son enormes y que de no atacarlos fuertemente pondrían en riesgo su sostenibilidad.
¿Y LA DIVERSIFICACIÓN?
Vayamos paso a paso. Al cierre del año pasado, Bolivia exportó productos por un valor de US$12.500 millones, todo un récord en su historia, y el gas natural representó cerca del 50% del total.
“Argentina y Brasil compraron en conjunto gas natural boliviano por aproximadamente US$6.000 millones”, dice José Ezeta Carpio, docente de la Universidad ESÁN.
Si bien se han comprometido estas compras hasta el 2019, la pésima situación de la economía argentina y la desaceleración de Brasil podrían afectar los pagos en los próximos años.
De acuerdo con Ezeta, existe otro peligro. “Argentina ya está desarrollando sus proyectos sobre gas natural y Brasil anda en lo mismo, lo que quebrará en algunos años la posición dominante de Bolivia en el mercado regional de dicho producto”.
Según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), la minería, el otro sector que aporta fuertemente a los envíos bolivianos, tuvo un retroceso de 5,65%. Asimismo, la industria manufacturera retrocedió 13,24%.
Mathews dice que la tarea urgente se encuentra en diversificar su oferta. “Pueden mirar la agroexportación y el sector maderero para destinar planes estratégicos”, afirma.
A modo de queja, el analista boliviano Carlos Herrera Echazú escribió a inicios de este año en el diario “El Día” lo siguiente: “Nada se ha hecho para aumentar la oferta productiva (más bien las políticas gubernamentales han sido hostiles al trabajo privado), así no ha habido inversiones significativas en el área energética, ni en la manufacturera ni en la agrícola ni en la minera”.
El embajador Rodríguez enfatiza que no están en contra de la inversión extranjera o privada. “El presidente Evo Morales tiene una frase ‘queremos socios y aliados, no dueños’. Eso es lo que buscamos”.
Asimismo, indica que tienen tres grandes proyectos: una empresa de urea, el proceso de industrialización de hierro de la localidad del Mutún y la transformación de litio que se encuentra en el salar de Uyuni.
¿Y en el campo agrícola? Explica que su intención es ampliar la frontera agrícola, pero no para la exportación, sino para el autoabastecimiento. “Para nosotros, el mercado interno es tan o quizá más importante que el externo”, añade.
EL PELIGRO DE LAS CUENTAS
Tras ocho años de superávit fiscal, en el 2014 la economía boliviana acabará con un leve déficit. La alerta se presentó en el 2013, cuando el superávit fue de 0,65%. Rodríguez señala que esto se debe a la fuerte inversión pública que realiza el Gobierno para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.
Sin embargo, el incremento de los subsidios sería otra parte del problema. En el país altiplánico, el Estado asume parte de los costos de la energía eléctrica, la gasolina, el gas, la harina, leche y el pollo.
Solo en el tema de los carburantes, el año pasado se destinaron US$1.060 millones en subsidios. Peor aun, estos gastos vienen incrementándose para evitar el alza de ciertos productos finales como el pan. Así, este año el subsidio en harina pasó de 341 millones de bolivianos a 412 millones de bolivianos.
El embajador dice que estas medidas han sido implementadas para “beneficiar con el crecimiento económico a toda la población. No es una política populista, sino redistributiva”.
Le preguntamos hasta cuándo podrá sostenerse esta situación sin afectar gravemente las cuentas del país. “Tenemos un Ministerio de Economía con mucho prestigio y con capacidad técnica y no hay amenazas de desborde”, responde.
Por otro lado, la tasa de inflación boliviana alcanzó el año pasado un 6,48% (más del doble del Perú) y para este año se prevé que se sitúe por encima del 5.5%.
Consultado sobre este tema, el embajador dice que las sequías e inundaciones afectaron la zona del Beni y eso ocasionó un alza en el precio de los alimentos, pero que ahora se reduce.
El internacionalista Kahhat sostiene que en años anteriores el aumento de precios en Bolivia ha generado fuertes protestas sociales. “Antes del gobierno de Evo Morales la privatización de los servicios básicos supuso el incremento de los precios y la gente salió a las calles”.
La pregunta cae de madura. ¿En su tercer mandato, de ser necesario, el presidente Morales reducirá los subsidios?
TAREAS PENDIENTES
En el ránking para facilidad de negocios Doing Business, Bolivia ocupa el puesto 157 de 189 países. En el Índice de Competitividad Global del WEF está en el puesto 98 de 130 países y en el de Percepción de la Corrupción del sector público ocupa el puesto 106 de 175 países.
El catedrático Ezeta dice que para tratar de resolver estos inconvenientes deben abordarse las causas que originan tales posiciones en conjunto. “Esto supone, además de las reformas económicas y comerciales que le urgen, un redimensionamiento del aparato estatal en todos sus niveles, reduciendo con ello el gasto burocrático”.
Mathews añade que se tienen debilidades en infraestructura, innovación, ciencia, tecnología y educación, donde considera hace falta una reforma. “Deben aprovechar los recursos que tienen para implementar grandes reformas”.
A modo de respuesta, el embajador boliviano dice que evidentemente hay tareas pendientes que deberán cumplir en los próximos años, pero considera que se debe tener en cuenta cuál era la situación del país antes de la llegada del mandatario Evo Morales. “Estábamos casi al borde de una confrontación civil. Lo que hemos avanzado es bastante y obviamente quedan tareas por realizar”.
Asimismo, considera que no es posible compararse con el Perú o Chile. “El piso desde el que partimos hace 10 años no era el mismo, las diferencias se han reducido”, enfatiza.
LO DESTACABLE
Sin embargo, la buena noticia es que, a diferencia de los sectores extractivos en los sectores de servicios, alimentos y retail, el Estado no pone fuertes restricciones para la inversión privada, sea nacional o extranjera. Es más, franquicias norteamericanas como KFC y Starbucks han anunciado su pronto ingreso a los nacientes centros comerciales que empiezan a construirse en La Paz y Santa Cruz.
Asimismo, hay grupos empresariales peruanos como Gloria y Romero que tienen importante participación en los sectores donde compiten. Otros más como AJE -que tiene una planta-, grupo Rokys y hasta el restaurante Tanta de Gastón Acurio se han sumado.
Mathews señala que esta apertura comercial es beneficiosa para ambas economías, pero la que más gana definitivamente es Bolivia. A la fecha se calcula que las inversiones peruanas superan los US$1.500 millones y en el 2016 se podrían duplicar.
"Hay productos peruanos en los supemercados bolivianos, por ser una nación hermana no creo porque no podamos recibir sus inversiones y mantener buenas relaciones comerciales", finaliza el embajador.