Recientemente, el INEI publicó el documento “Estadística del bicentenario”, donde uno de los primeros números que saltan a la vista es el tiempo que le queda a nuestro bono demográfico, una ventana de oportunidad que ocurre cuando la población en edad de trabajar (15 a 64 años) supera a la población dependiente (menores de 15 y mayores de 65 años).
Considerando la importancia de esta ventana para impulsar la economía y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, las estimaciones dan cuenta de que quedan todavía un poco más de dos décadas para que dicho bono se acabe, si se toma en cuenta que empezó en el 2005. Vale decir, existe un espacio de alrededor de 26 años para contribuir con el desarrollo económico nacional.
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La población
Según suscribe el documento presentado por el INEI, para aprovechar esta oportunidad se requiere del acceso de los jóvenes a educación técnica, así como del empleo disponible para los nuevos grupos que ingresen a formar parte de la fuerza laboral del país.
Ambas variables tienen como sustento que, de cada 100 personas que integran la fuerza laboral, solo 33 tienen educación superior.
“La inversión en juventud es vital para el desarrollo sostenible del país en términos económicos, sociales, de desarrollo humano e inclusión”, afirma Noelia Chávez, Secretaria Nacional de la Juventud.
“La falta de inversión en juventud es un costo para el país”, remarca.
Chávez comenta a Día1 que las iniciativas que se esperan implementar para afrontar la problemática se sitúan en distintos frentes y forman parte de la Política Nacional de Juventud, aprobada en el 2019.
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Con esta iniciativa, sostiene, se busca que, al 2030, ocho de cada diez jóvenes, de entre 15 y 29 años de edad, mejoren su desarrollo integral para su participación efectiva en la sociedad.
“En ella están involucrados [por ejemplo] el Ministerio de Educación, por el lado del desarrollo de competencias en el proceso educativo y el Ministerio de Trabajo, que se encarga del acceso de jóvenes al mercado [formal]”, anota.
Vale indicar que el 36,5% de la población en edad de trabajar está conformado por jóvenes entre 14 a 29 años.
Al respecto, Oswaldo Molina, director ejecutivo de la Red de Estudios para el Desarrollo (Redes), refiere que, pese a que ya existen algunos avances , convendría trabajar en el impulso de los estudios técnicos, la búsqueda de mecanismos para alentar la contratación por parte de las empresas y empezar a generar señales claras, por ejemplo, mediante la identificación de las carreras más demandadas.
“Perú tiene un sistema educativo de baja calidad, ahora más agravado con la pandemia, tanto en educación básica como en educación superior; pero además tiene una oferta educativa superior alejada de la demanda del mercado laboral”, observa el especialista.
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Primer empleo y enfoque
En opinión de Enzo Defilippi, exviceministro de Economía, la problemática de la falta de experiencia y capacitación es similar en muchos países en vías de desarrollo.
“La solución pasa por enfocarse en la capacitación y en ganar experiencia. Se requieren condiciones especiales para que esos jóvenes sean contratados”, manifiesta.
Defilippi considera que el sueldo mínimo es “muy alto” para la productividad de un joven que aún no cuenta con experiencia y capacitación.
“Necesitamos tener una ley de primer empleo que funcione”, subraya.
También, las medidas pasarían por enfocarse en la atención de la población ‘nini’ (aquellos jóvenes de 15 a 24 años que no estudian ni trabajan).
Al respecto, Carolina Trivelli, exministra de Desarrollo e Inclusión social (Midis), afirma que es necesario que se reconozcan las habilidades y competencias que los jóvenes van desarrollando en el tiempo.
“Por ejemplo, en el mundo rural, hay muchos jóvenes que se empiezan a emplear enseñando a arreglar el motor de las motos, a sembrar mejor o a preparar almácigos. Eso hay que certificarlo para que construyan una carrera en base a su experiencia”, sostiene Trivelli.
A la par de las medidas mencionadas, la extitular del Midis sugiere abordar la situación de los ‘ninis’ desde una perspectiva de género.
“Muchas de las ‘ninis’ enfrentan situaciones de fortísima discriminación derivadas de sesgos en sus familias y sus entornos”, comenta.
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