La semana pasada terminó con el anuncio del aumento de la tasa de interés de referencia en 50 puntos básicos. Una decisión previsible y esperada por los distintos agentes económicos dada la situación inflacionaria que enfrentamos.
Tanto el precio de los alimentos como el precio de la energía se han elevado considerablemente, y es probable que continúen al alza durante las siguientes semanas. Es en este escenario en el que tanto el Ejecutivo como el Legislativo decidieron materializar ayudas.
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A partir del 29 de marzo y por tres meses, la gasolina de 84 y 90 octanos, el gasohol de 84, el Diésel 2 y el GLP a granel fueron incluidos al Fondo de Estabilización del Precio de los Combustibles (FEPC). El ministerio encargado de la medida: Energía y Minas.
El domingo 3 de abril, el anticipado incremento de la remuneración mínima vital a cargo del Ministerio de Trabajo, fue oficializada en El Peruano. Esta pasó de S/930 a S/1.025.
El mismo día, el Ministerio de Economía exoneró del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) a las gasolinas y gasoholes de 84 y 90 octanos, y al diésel. La medida estará vigente hasta el 30 de junio, pero podrá ser extendida por seis meses adicionales. La iniciativa se reevaluará de forma trimestral, en función de la cotización internacional del petróleo. Con la exoneración se dejarían de percibir S/250 millones al mes.
El jueves en la noche, el Legislativo aprobó una norma que exonera de IGV a algunos productos de la canasta básica hasta el 31 de diciembre de este año. Este texto dejó de lado la propuesta del MEF, que pedía una exoneración solo de tres meses con dos condiciones: una inflación mayor a 6% y que los productos exonerados incidan en más de 0.12 puntos porcentuales. A esto se le suma el incremento del pago a los beneficiarios de Contigo, Juntos y Pensión 65.
Se han materializado al menos cinco medidas en un mes. Es vital seguir llevando la cuenta. Nadie dice que no se ejecuten iniciativas que ayuden a los ciudadanos a mitigar el impacto del alza de los precios. No obstante, sería irresponsable no tener en cuenta el costo fiscal, así como permitir que las medidas pasen a tener carácter permanente. Aunque se prevé que los altos precios de los minerales nos jugarán a favor –una vez más-, no se trata de cuánto dinero entre al fisco, sino de cómo y para qué se utiliza. Calidad y no solo cantidad.