Uno
El Banco Central de Reserva acaba de publicar las expectativas macroeconómicas para agosto, y toda pinta muy mal. En el caso de las expectativas para la economía a tres meses, estas caen en 21% respecto a lo que se esperaba el mes anterior; mientras que, en el caso de las expectativas a un año, la caída es de 8%.
Esto por supuesto, tiene su correlato respecto a las expectativas de contratación laboral que cae en 8% respecto a las esperadas en julio, y no se ve mejora en las expectativas a un año de que el empleo vaya a mejorar. Ojo, que estos niveles estaban ya bastante deprimidos, y muy lejos de las expectativas que se registraban, por ejemplo, en el 2018. Dado este escenario de elevada desconfianza es muy difícil que en el 2022 la inversión privada y el PBI crezcan al ritmo que proyecta el MEF.
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Dos
La profundización en el deterioro reciente de las expectativas responde directamente a la desconfianza que este gobierno se ha encargado de agudizar con un cúmulo de señales malísimas. De acuerdo con el comunicado de Moody’s, es justamente el escenario político la principal razón para habernos rebajado la calificación de Perú de A3 a Baa1. Si bien todavía seguimos siendo grado de inversión y la clasificadora de riesgo nos mantiene con perspectiva de estable, esta es bastante endeble, según se desprende de una reciente entrevista que diera el vicepresidente de Moody’s Jaime Reusche, donde también expresó la preocupación de la agencia por el tema de la Asamblea Constituyente.
El anuncio ha sido la confirmación de algo que ya los mercados financieros anticipaban, si nos guiamos por la fuerte salida de capitales y presiones sobre el tipo de cambio y bolsa. Es de esperar un deterioro en las condiciones futuras de financiamiento del gobierno, y del sector privado, donde varios bancos privados también han recibido rebajas en las calificaciones, como no podía ser de otra manera dado el contexto que se enfrenta. No hay que ser brujo para anticipar que, si no se observa un cambio de señales del gobierno, se vienen más revisiones a la baja por parte de otras agencias clasificadoras.
Tres
Las principales acciones y señales que ha brindado el presidente de la República Pedro Castillo se reducen a (i) mantenerse en silencio gran parte del tiempo, sobre todo cuando debiera salir a aclarar mensajes y noticias preocupantes por parte de personajes de su partido y gobierno; (ii) nombrar a titulares de cartera y altos funcionarios con hojas de vida profesional y ética altamente cuestionables, con un desprecio absoluto y abierto a la meritocracia; (iii) lanzar innovadoras propuestas para gobernar con los “pies descalzos”, y (iv) proponer crear una segunda contraloría para reducir la corrupción; (iv) también anunciaba “sorpresas” para reducir el precio de los alimentos y el GLP.
Más regalos fueron anunciados por el titular de la PCM Pedro Bellido en su discurso de investidura, prometiendo mayor intervención estatal a través de Agrobanco, Banco de la Nación y Petroperú. Este también confirmó su visión sobre los problemas del mercado laboral peruano, donde minimizó el hecho que los elevados costos de contratación sean un problema; cuando el BID señala que los costos de contratación en el Perú es uno de los más altos, representando el 70% del salario en el sector formal y el 100% del salario informal. Como cereza, el premier anunció su intención de subir el salario mínimo.
Cuatro
La política que tiene este gobierno sobre el mercado laboral está bastante clara. Aquí una cita textual de lo anunciado por el titular de la cartera de Trabajo y Promoción Social, colgado en su Twitter: “Nos reunimos con la congresista Sigrid Bazán y coincidimos en trabajar una agenda conjunta que aborde temas como la suspensión perfecta de labores, la precariedad de la tercerización, la negociación colectiva, el Convenio 190 de la OIT, entre otros”. Confirmó también que “existe la voluntad de subir el salario mínimo”. Si la intención es convertir al Perú en un modelo de economía informal, el “éxito” está asegurado.
Cinco
Todo parece indicar que la continuidad de Julio Velarde en el Banco Central no está asegurada. En entrevista reciente, el ministro de Economía deja entrever que ello dependerá de que él esté de acuerdo con los directores que el presidente Castillo designará. Conociéndose el “perfil profesional” que toma en cuenta el presidente de la República para nombrar a los altos funcionarios de gobierno, los mercados sólo pueden empezar a formarse pésimas expectativas sobre el futuro del ente emisor y la conducción de la política monetaria. Subrayo que, en las condiciones actuales, los mercados consideran que hay una gigantesca diferencia entre tener un Banco Central con Julio Velarde a la cabeza que un Baco Central sin él. Y si no está Julio Velarde, la desconfianza será enorme.
Seis
La crisis sanitaria sumó al mundo bajo una gran incertidumbre económica y sanitaria, de la cual está costando salir. Las vacunas se convierten actualmente en nuestra mejor herramienta para retornar a la normalidad y contar con mejores condiciones para crecer.
En el actual escenario, el tema de acelerar el proceso de vacunación debería ser el foco principal de la política pública peruana. Vemos, sin embargo, con mucha preocupación una elevada distracción del gobierno en temas absurdos e irrelevantes cuando su tema debe ser vacunar con la mayor rapidez posible. Hoy, poco más del 30% de la población de 12 años tiene sus dos dosis completas, bastante lejos de la meta del 75% para este año.
Las estadísticas no dejan duda que el ritmo de vacunación se ha ralentizado desde hace un mes. Hay regiones del país que se demorarían casi año y medio en llegar a la meta si el ritmo de vacunación continúa así. Hay muchas provincias que incluso les tomaría más de tres años en alcanzar la meta.
Lo que no parece entenderse es que, si esto sigue así, es muy probable que la tercera ola, con la variante Delta, empiece a causar serios estragos en el país. Sabemos por la evidencia de investigación, que el solo incremento del ritmo de contagio con reducidos mecanismos de respuesta (en nuestro caso pésima infraestructura hospitalaria y limitaciones de oxígeno), eleva la incertidumbre y se traslada a menor demanda interna. Si a ello se le suma políticas de restricción de movilidad, podríamos terminar configurando un escenario económico lamentable para el cierre del 2021 y para el 2022.
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