El ánimo de la demanda en la capital peruana se ha estancado en terreno pesimista y desde abril no supera el umbral de los 40 puntos.
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Así, en setiembre, el Índice de Confianza del Consumidor de Lima Metropolitana (Indicca), elaborado por Apoyo Consultoría e Ipsos, se ubicó en 38 puntos en una escala de 100, lo que también marcó un leve retroceso de un punto porcentual respecto a agosto.
Sergio Hinostroza, analista del Servicio de Asesoría Empresarial (SAE) de Apoyo Consultoría, explicó que este resultado respondió a que la actividad del mercado laboral no va en línea con la producción nacional. Esta última se viene acelerando mes a mes y en julio anotó una contracción de 11,7%, luego de tocar fondo en abril (-40,5%).
“Vemos que la actividad económica no viene de la mano con el empleo, en el que se refleja que el subempleo (que es principalmente informal) ya recuperó su nivel prepandemia, pero el de tipo adecuado se mantiene 50% por debajo de su nivel precrisis”, dijo Hinostroza.
EMPLEO COMPLICADO
Así, el Indicca de setiembre reveló que, en Lima Metropolitana, el 81% de hogares considera que las posibilidades de encontrar empleo han empeorado respecto a hace un año.
Hinostroza señaló que hoy se observa una recuperación de la oferta laboral en el país, pero un ‘shock’ en la demanda. Debido a la reducción de los márgenes de ganancia de las empresas, estas optan por reducir costos y es allí donde figura el plano laboral, añadió.
En esta línea, Miguel Jaramillo, investigador principal de Grade, indicó que las empresas que se mantuvieron a flote ante esta crisis económica por la pandemia y podían contratar ya lo hicieron.
Agregó que en el sector formal se incluyen las pertenecientes a servicios –que abarcan actividades como hoteles, restaurantes, transporte, etc.–, que aún no tienen un panorama claro sobre cuándo y cómo reanudarán operaciones, lo que complica su capacidad de contratación.
“Se tiene una demanda [laboral] deprimida porque no hay incentivos, pues el avance de la producción nacional es lento. Las empresas que podían contratar ya lo hicieron, pero hay otras que cerraron, como Soyuz”, señaló el especialista.
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Sin embargo, Jaramillo indicó que la situación es más crítica en el rubro informal.
“La gente sale a hacer lo que puede porque enfrenta una demanda deprimida. Hay una baja productividad. Por las mismas horas ahora se produce menos”, anotó.
Así, a razón de la baja demanda de plazas (principalmente adecuadas), la competencia laboral se mantiene muy intensa, lo que incide en que los salarios permanezcan bajos. De esta manera, el ánimo de consumo termina afectado.
CONTINGENTES
Ante este escenario, Pamela Navarro, directora y fundadora de Atalla Legal, coincidió con Jaramillo en que urgen medidas de flexibilización para la contratación laboral, pues la rigidez actual ahuyenta a las empresas a establecer nuevos vínculos ante la incertidumbre que no se disipa.
“Se debe considerar la posibilidad de contratar con un régimen ‘eventual cancelatorio’. Desde una perspectiva laboral, consiste en establecer una remuneración diaria mínima, como los jornales en el régimen agrario. No hay estabilidad de momento, pero se genera un piso de derechos a reconocer, por ejemplo, seguro social”, apuntó.
En tanto, Jaramillo sostuvo que sigue siendo urgente la ejecución de programas de empleo temporal que abarquen a cientos de miles de personas.
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