"Hasta ahora el partido del lápiz ha evitado desarrollar sus propuestas de todas las formas posibles". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Hasta ahora el partido del lápiz ha evitado desarrollar sus propuestas de todas las formas posibles". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Alek Brcic Bello

Cuando en uno construye un modelo econométrico para ver qué influencia tiene una variable sobre otra, existen factores que si no son considerados nos pueden llevar a conclusiones equivocadas. Creer, por ejemplo, que una planta crece solo porque la ponemos en la tierra y le echamos agua ignora la influencia de la luz en este proceso.

Si no tomamos en cuenta los otros elementos, guardaríamos un arbusto en una maceta en el armario, lo regaríamos y luego nos sorprenderíamos al ver que las hojas se marchitan. Estos errores ocurren en todas partes y son particularmente relevantes al leer el programa de .

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Porque más allá de lo bien intencionado que pueda haber sido el exgobernador condenado por corrupción cuando preparó el texto que lleva su foto en la portada, las trasnochadas propuestas de ese partido no generarían el bienestar que esperan sus promotores. Más bien, traerían los resultados contrarios.

Y es que la economía no funciona como ellos parecen creer. Así, por ejemplo, sería imposible que las trasnacionales cedan entre el 70% y 80% de sus utilidades al Estado Peruano sin que esto afecte sus niveles de producción. Si una empresa sabe que no tendrá los retornos esperados, las inversiones caerán y el capital se irá a un lugar donde pueda ser mejor aprovechado.

Tampoco es que nacionalizar o estatizar sectores estratégicos mejoraría la producción y dejaría más recursos, como supone el partido Perú Libre. Si de por sí conseguir el dinero para hacer funcionar empresas extractivas es difícil, hacerlo solo con la industria nacional sería una tarea imposible.

Lo que dejaría una propuesta así, más bien, serían deudas enormes y arbitrajes multimillonarios con las empresas afectadas. Solo en el caso de Camisea, por ejemplo, un informe de este Diario estimó que su nacionalización podría costar hasta US$26.000 millones.

Junto a lo anterior, también sería inviable cumplir con la promesa de aumentar el presupuesto público a los niveles que ha señalado el candidato sin comprometer en el camino la estabilidad financiera del país. Destinar el equivalente al 10% del PBI para el sector educación y otro 10% para el sector salud implicaría más que todo el presupuesto del Estado solo en esos dos sectores y requeriría endeudarnos a un nivel insostenible o incrementar recursos de forma artificial para financiar los otros gastos públicos (y las consecuencias de imprimir dinero ya las hemos vivido).

La lista sigue y hasta ahora el partido del lápiz ha evitado desarrollar sus propuestas de todas las formas posibles. Cuando se le ha pedido a Castillo una respuesta sustentada a sus ofrecimientos o que presente a un grupo de trabajo para hacerlo, ha contestado con evasivas (“no voy a presentar a mi equipo técnico porque lo pueden terruquear”, ha sido una de sus últimas excusas). Tal y como está redactado, sin embargo, ni el mejor de los técnicos podría implementar un plan tan perjudicial como el de Perú Libre y esperar que traiga desarrollo.

Esto no parece importarle, sin embargo, a los nuevos aliados de ese grupo político. El acuerdo firmado por Pedro Castillo y Verónika Mendoza la semana pasada ignora rotundamente cualquier alusión a temas económicos. En el documento no existe palabra alguna sobre viabilidad financiera, promoción de la inversión o responsabilidad fiscal (aunque, a decir verdad, eso no sorprende).

Nadie debería quedar conforme con un candidato que se niega a explicar sus propuestas o siquiera designar a una persona que pueda hacerlo. Menos aun cuando estas son tan malas como las que plantea Perú Libre y traerían una avalancha de problemas económicos para todos. Perdonen la crudeza, pero en este asunto, como cantaba Cerati, no me hablen de esperanzas vanas, percibo realidad.

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