La dinámica de la agroexportación apunta a la maduración en los próximos cinco años de cultivos que ya tenían presencia, como son las uvas y las paltas, pero además se trabaja con gran expectativa el desarrollo de una nueva generación de productos con gran potencial en el mercado mundial. Arándanos, granadas, quinua y cacao vienen a consolidar nuestra canasta agroexportadora, que cada vez se posiciona con una oferta variada de alimentos saludables para el mundo.
Las principales compañías de agroexportación han ajustado sus inversiones en los últimos años hacia uvas, paltas y en los mencionados productos saludables. Algunas empresas aún están terminando con sus plantaciones, otras están a la espera de la maduración -la curva pico de producción-, que se dará entre el 2016 y el 2018. En paltas, el líder Camposol con 2.600 hectáreas tendrá su fase pico en el 2017, mientras que Agrokasa con 1.200 hectáreas cosechará su esfuerzo desde el 2018. En tanto, Sociedad Agrícola Virú terminará con su siembra de 1.500 hectáreas para el 2018 y llegará a facturar entre US$40 mlls. y US$50 millones solo en esta fruta en la campaña 2019/2020.
Las hectáreas de uvas, calculada hoy en cerca de 30 mil, también seguirán creciendo. Camposol sembrará al 2016 unas 300 hectáreas en variedades diferentes a la red globe. Danper con ya 100 hectáreas en cartera tiene planeado plantar en el 2017 una 300 hectáreas más en sus terrenos en Olmos. Asimismo, AIB recién culminará la instalación de 400 hectáreas en el 2016.
Como se observa, las inversiones en el sector no paran. Solo en los tres proyectos de mil hectáreas de uvas se invertirán unos US$25 millones como mínimo. El cálculo de AGAP es que las inversiones acumuladas del sector se acercarán a los US$6.000 millones para el 2021. Esto es posible porque a diferencia del resto de la economía, el sector crece año a año a dos dígitos. Así, mientras que las exportaciones en su conjunto cayeron el 2014 en 21%, la agroexportación creció en esa proporción.
LOS NUEVOS
Hoy se vienen a sumar a la lista otros productos que hasta hace pocos años atrás parecían imposibles de exportar comercialmente. En arándanos -que se pensó no iba con nuestro clima-, los proyectos más grandes son empujados por Camposol con 2.000 hectáreas y Talsa (grupo Rocío) con mil hectáreas. Ambos culminarán con la fase de plantaciones el próximo año.
Otro caso interesante es el de la producción de quinua, que también dio un salto en sus envíos de US$7 millones en el 2009 hasta US$175 millones el año pasado. Según el presidente de la primera empresa exportadora de quinua Orgánic Sierra & Selva, César Zorrilla, este año será crucial para el curso de este grano, pues deberá enfrentar el tema de mejorar la calidad, que pasa por reducir las trazas de pesticidas.
Igualmente, en el caso del cacao fino y de aroma para el mercado gourmet de chocolate, la organización público-privada Alianza Cacao Perú, que aglutina a productores de diferentes regiones, espera terminar de plantar 26 mil hectáreas hacia el 2019. En cacao fino exportamos unas 70 mil toneladas, pero existe un déficit de este cultivo de 1 millón de toneladas, según explica el gerente general de la Asociación Peruana de Productores de Cacao (Appcacao), Luis Mendoza. El techo es inmenso, agrega.
La explicación detrás de este crecimiento constante del sector, y que determina la selección de los productos por los que apuestan los agroexportadores, tiene que ver con la marcada tendencia de los mercados del mundo por los alimentos funcionales. “El colesterol, la diabetes, la presión arterial hacen que la gente opte por una vida saludable. El tema de los alimentos funcionales está en Europa, EE.UU., China y otras naciones”, comenta Hernani Larrea, director de la carrera de Administración y Agronegocios de la UPC.
No por gusto las proyecciones de la Asociación de Gremios Agroexportadores del Perú (AGAP) dicen que dentro de unos cinco años duplicaremos los valores exportados solo en frutas y hortalizas. Si este año se espera cerrar en US$1.900 millones, para el 2020 sumarían US$4.400 millones.
Sin embargo, la mesa no está del todo servida. El presidente de la AGAP, Enrique Camet, ha reiterado que se está formando un cuello de botella en el sector. El 2013 se exportó un millón de toneladas en productos de agroexportación y para el 2020 se proyecta que serán tres millones de toneladas. Si bien los acuerdos comerciales han reducido los aranceles en mercados estratégicos, las barreras fitosanitarias continúan levantadas. Camet no duda que se volverá un gran problema si esto no se resuelve. Solo en el caso de la palta, dice que este año hay un excedente de 40 mil toneladas de fruta con destino incierto.
Para el caso de la granada también existen limitaciones de mercado, pese a ser un cultivo con gran demanda por sus propiedades antioxidantes. El presidente de Progranada, Rodolfo Pacheco, dice que la expectativa es que el próximo año se levante la barrera fitosanitaria de EE.UU., pero que se requiere llegar con este cultivo también al Asia. Por el momento, indica que las inversiones se han paralizado a la espera de novedades.
El Minagri ha respondido que están empujando el tema a través del Senasa, instancia que espera vencer las barreras fitosanitaria de 154 productos agrarios en mediano plazo.
OTROS PROBLEMAS
También existen otros problemas identificados por los agroexportadores. Según Pacheco, quien es gerente general del Fundo Sacramento, la excesiva producción de uvas red globe está aparentemente saturando mercados. En la actual campaña, las cajas con esta variedad se están vendiendo en el mercado chino a 16 o 17 dólares, cuando un año antes fluctuó entre 22 y 23 dólares. El 85% de la producción lo representa la red globe. Algunas empresas han tomado nota de ello y están tratando de cambiarse a uvas sin semilla.
Para la quinua, Zorrilla insiste en que las empresas tendrán que superar los problemas del año pasado de envíos retenidos por las autoridades de EE.UU., debido a rastros de pesticidas. Como líder del mercado, el empresario comenta que este año no crecerá en envíos, pues quiere consolidar su labor en campo, con los agricultores a quienes compra la quinua. En tanto, el presidente de Pro Arándano, Miguel Bentín explica que el cultivo de este tipo de berrie es muy joven en el país; aún viene una etapa intensiva de aprendizaje y podrían haber avances y retrocesos.
En temas estructurales, el director ejecutivo de Danper, Jorge Aranguiri, dice que el sector sigue a la espera de mejoras en infraestructura (carreteras, puertos, aeropuertos) que permitan una cadena logística más eficiente en términos de tiempo y costo. “Tenemos claras desventajas con países de la región como Chile, Ecuador, Colombia”, dice.
Entonces, las cifras proyectadas de crecimiento de AGAP al 2020 podrían reducirse si en el camino no terminan de resolverse estos problemas. Sin embargo, tenemos todas las condiciones a nuestro favor para subirnos a la ola de los alimentos saludables que demandan los mercados mundiales.
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