Los tres resultados que más se siguen para evaluar el desempeño de cualquier macroeconomía en el corto plazo son: la inflación, medida por la variación del índice de precios al consumidor; el crecimiento económico, estimado por el incremento real del producto bruto interno (PBI); y el desempleo, calculado como el porcentaje de la fuerza laboral que busca y no encuentra trabajo.
El Perú ha avanzado mucho en la medición en estos tres frentes. Para la inflación, el cálculo mensual del INEI es preciso y oportuno, sobre todo en Lima Metropolitana, por lo que se utiliza como ingrediente en la meta del BCR de una inflación anual entre 1% y 3%. La variación ponderada en los precios al consumidor de cada mes la conocemos con exactitud el primer día del mes siguiente.
En cuanto al crecimiento, el INEI estima el incremento del PBI con frecuencia mensual, trimestral y anual, también en forma rápida. Así, el cálculo de un mes concreto se tiene listo y divulgado solo mes y medio después. Tanto aquí como en el caso anterior la actualización del año base debería darse al menos una vez por década para que correspondan a estructuras de producción y consumo representativas (hasta el mes pasado estábamos atados al año base 1994 para el PBI).
En el empleo, la preponderancia de la informalidad y el autoempleo en nuestro país hace difícil resumir en una sola variable su compleja situación. Por ejemplo, la tasa de desempleo de Lima Metropolitana, calculada cada trimestre móvil, ha fluctuado alrededor del 6% en los últimos 12 meses. ¿Estamos entonces mejor que en Estados Unidos, que tiene 6,6% de desempleo, y Europa, que tiene 10,7%? No necesariamente, puesto que los niveles de subempleo en la capital todavía están alrededor de 35%.
En el propio Estados Unidos, el indicador de desempleo (afectado también por variaciones en la tasa de participación de la población) se complementa con los datos de solicitudes de beneficio de desempleo, cosa que no existe en el país, y con el cálculo del número de empleos generados por la economía. En nuestro caso, estimar el total de empleos generados a partir de una encuesta de hogares no dice mucho, puesto que incluye muchos subempleos y autoempleos, además de tratarse solo de Lima.
Por ello, resulta necesaria la estadística de empleo registrado por empresas de 10 y más trabajadores en las 29 principales ciudades, recolectada por el Ministerio de Trabajo (Mintra), ya que aproxima el empleo formal generado en el país. Por ejemplo, este indicador solo ha crecido 2,1% entre enero y noviembre del 2013, cifra de las más bajas en estos años y a pesar del 5% de crecimiento económico conseguido.
No obstante, existen limitaciones de oportunidad y detalle en dicha publicación estadística. Solo hay en la página web del Mintra un informe de avance de dos páginas hasta noviembre, lo que no permite un análisis detallado para entender esta desaceleración (esperemos transitoria) de generación de empleo formal en el país. El informe completo llega solo hasta setiembre pasado, lo cual representa un atraso de cinco meses. Definitivamente, hay que fortalecer la recolección, análisis y divulgación de estas estadísticas para ayudar a la oportuna toma de decisiones de política tanto en el sector público como privado.