Tras casi dos meses de cuarentena y paralización de actividades, conversamos con el economista Hugo Santa María sobre el adverso escenario económico que el país debe enfrentar.
— ¿Cómo deja esta crisis a la economía?
Sin entrar a lo que es el control sanitario y refiriéndome solo a lo que significa en términos económicos la cuarentena, cada día, cada semana de cuarentena es, realmente, como una hemorragia. Si tomamos como referencia la información que dio el MEF (Ministerio de Economía y Finanzas), que menos de la mitad de la economía está operando, significa que por semana perdemos 1% del PBI. Eso es dejar de producir casi S/ 8.500 millones. Es casi S/ 2.200 millones de recaudación; un montón de dinero en remuneraciones y sueldos, casi S/ 2.500 millones; y como 50.000 hogares por semana que caen en situación de pobreza.
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—La situación es compleja.
Realmente es un desastre. Todavía estamos en el medio de la tormenta y al final de la cuarentena, cuando se comiencen a levantar poco a poco los sectores, vamos a ver las economías de las familias y las empresas fuertemente dañadas. Las familias señalan que en promedio han perdido ya la mitad de sus ingresos, como un 30% de los adultos dice que ya perdió su trabajo o se anticipa a que lo va a perder, con lo cual reengancharse luego no va a ser fácil. El costo económico es muy alto. La decisión que deben tomar las autoridades es bien difícil porque por un lado tienes el avance de la enfermedad; y por el otro, el desangre económico.
—Este 15 de mayo tendremos los resultados de la actividad económica de marzo. Ya sabemos que pesca ha caído más de 21%, electricidad más de 12% y el consumo interno de cemento 51%. ¿Qué se espera? ¿Y también para abril?
Pensamos que en marzo se debe haber caído 25% y en abril debemos caer como 50%. En mayo, si logramos reactivar parcialmente algunos pocos sectores, la caída debe ser como de 40%. Es brutal. Eso es PBI, pero hay un montón de cosas que no se miden [ahí]. Las moras, el impago de servicios públicos, el impago en colegios, las cuentas por cobrar de las empresas y de las familias –que están subiendo bastante–, los locales comerciales que no están pagando los alquileres a los arrendatarios... Estamos cerca del riesgo o en el límite de ver un fuerte choque en la cadena de pagos. El PBI es el indicador que engloba, pero detrás de él hay un montón de cosas que reflejan el daño a la economía también.
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— ¿Ya podemos hablar de un rompimiento de las cadenas de pago?
Creo que hay que esperar algunas semanas para ver cómo funciona el Reactiva Perú. El BCR (Banco Central de Reserva) ha sido muy exitoso en sus subastas. Todavía no se ha desembolsado ningún crédito. Lo que hemos tenido es la primera etapa de la subasta del BCR y los bancos haciendo todo su trabajo. Eso tiene que pasar por Cofide, pasar por la garantía y regresar. Tenemos que ver cómo se despliega el FAE-Mype (Fondo de Apoyo Empresarial para micro y pequeñas empresas) y también cómo siguen los programas de ayuda directa a las familias. Pero estamos en un riesgo altísimo de ver quiñes importantes en la cadena de pago.
— Sabemos que el Gobierno está haciendo un gran esfuerzo en el ámbito económico, pero si hablamos del ritmo con el que han ido saliendo los programas de ayuda ¿ha habido lentitud?
Sí ha habido lentitud. Es la administración pública que tenemos. [Aunque] si uno ve en términos generales, las medidas del Gobierno han estado bien orientadas. [Entonces] hay lentitud, pero también hay iniciativas que han funcionado bien, como el bono de S/380. Con el primer bono que el Gobierno entregó se apoyó en el Banco de la Nación y en los principales bancos privados para desplegarlo, lo hizo en días y a un nivel de efectividad muy alto. El segundo bono independiente, sin embargo, demoró mucho. Luego, con las canastas entregadas a través de los municipios tienes casos en los que han entregado bien, otros que no han entregado nada y otros que han robado. Tenemos una serie de taras, algunas son por ineficiencia y otras por deshonestidad. [...] Siempre es bien fácil criticar desde la tribuna cuando uno está acá sentado, pero creo que en general las medidas del Ejecutivo y del BCR han ido en la dirección correcta.
“Cada día, cada semana de cuarentena es, realmente, como una hemorragia [para la economía]”.
—El anuncio de un nuevo impuesto desde el Ejecutivo ha puesto en debate la necesidad de que las tasas sean mayores, o de crear un impuesto al patrimonio. ¿Cuál es su opinión respecto a estas medidas?
Yo soy bien futbolero, pero esto es como una jugada totalmente para la tribuna. Es como tirar un taco en media cancha, genera aplausos o comentarios, incluso la gente analiza la supuesta medida, pero en este momento no sirve para nada, en absoluto. [No sirve] para hacer un gol, que es lo que queremos hacer, que es compensar el impacto de la crisis y acelerar el retorno al crecimiento económico. Si el gol es compensar el impacto de la crisis y acelerar la salida de recuperación, esta jugada de media cancha no sirve para nada. Sirve para que algunos la aplaudan, [pero] en términos de recaudación no es nada. De repente en otro momento podemos discutir las características del aspecto tributario, pero a mí me da mucha pena [la discusión que se formó] porque lo único que logra es que se pierda el tiempo y se desgaste a las autoridades en discusiones. La veo como una jugada para la tribuna que no nos acerca al objetivo que queremos.
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—Se ha hablado de cuatro fases de reactivación. En la primera estarían algunas actividades de construcción, industria y minería; así como restaurantes atendiendo con delivery...
El reto principal que tenemos en los siguientes meses para la economía es la reapertura [de actividades]. Creo que la manera como se está trabajando sí deja mucho que desear. [...] De lo que nosotros sabemos, ha habido mucha iniciativa privada para llevar propuestas al Gobierno. Eso me parece bueno, porque son los que conocen sus sectores; pero lamentablemente la respuesta de las distintas instituciones ha sido baja. Tal vez se han reunido varias veces, pero resultados concretos son los que vemos ahora, que tienden casi a cero. Creo que ahí tenemos un tema bien grave. Es clave trabajar en la reactivación de la economía para que los números que comentamos no se sigan dando semana tras semana. Ahí [son necesarios] el proceso, la transparencia y [saber] quién va a tener la autoridad para verificar y aprobar los protocolos necesarios. Una vez que tengamos los protocolos [para el reinicio de operaciones] tenemos que pedir que estos tengan sentido. Pueden salir con requisitos incumplibles. Después tenemos que ver quien hace los mecanismos de supervisión de los mismos. El protocolo, en realidad, es el inicio del camino a la reapertura. Todavía no estamos ahí.
—¿Es decir, mayo tendría una tendencia muy parecida a marzo y abril en términos de actividad?
Yo creo que sí, y es lo que estamos viendo también en otros países. La salida va a ser muy lenta y los protocolos y procedimientos van a ser un proceso de aprendizaje en el cual el sector público y el privado van a tener que trabajar juntos y muy activamente para hacer los ajustes que correspondan. Creo que estamos mal porque especulamos [de las fases de reactivación] sobre documentos que no sabemos si son oficiales [estos circulan en redes]; porque nadie sabe el proceso, ni dónde está ni en qué está. Una vez que tengamos el protocolo, creo que será el inicio del camino y debemos ver cómo es, cómo se aplica, si tiene sentido... cómo se hace la fiscalización, y entonces comenzaremos a ver las actividades que se van reabriendo. En Apoyo advertimos que va a ser una salida lenta, lenta; y no vemos un rebote en el 2021. Esto va a tomar tiempo.
“Creo que estamos mal porque especulamos [de las fases de reactivación] sobre documentos que no sabemos si son oficiales”
—¿Tendría algún ejemplo de cómo un protocolo podría ser incumplible?
Creo que va a depender de la letra chica. Quizá los estándares sanitarios para controlar la enfermedad terminan siendo demasiado costosos para un número importante de empresas y deciden no abrir. Eso es algo que podría pasar en restaurantes, que es un sector tan heterogéneo. Tenemos restaurantes grandes que podrían cumplir con ciertos requisitos, y otros no tanto.
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— Hemos visto casos en los que hubo varios contagios en empresas a pesar de que operaban con una cantidad reducida de personal. ¿Será habitual que ello ocurra conforme se de la reapertura de ciertas actividades?
Va a haber contagios. El protocolo es importante porque tenemos que ver qué dice la norma respecto a qué hacer cuando se detecta un caso. Los sectores que están operando los aíslan, los tratan y se está manejando bien. Pero si sale una norma que dice: “si encuentras un caso, tienes que cerrar todo de nuevo”; bueno, un caso probablemente va haber. Por eso bien importante allí la letra chica.
—Los economistas hablaban de distintas formas de recuperación, en V, en U, en W. ¿Cómo podríamos vislumbrar la salida de esta crisis?
Nosotros nunca pensamos que iba a ser en V. Puedes tener recuperaciones medio aritméticas: nos fue tan mal este año que el próximo año, por comparación, el número no va a ser tan feo. Esa es una recuperación aritmética que no tiene mayor valor económico. Lo que nosotros vemos en Apoyo es una recuperación lenta y que al Perú le podría tomar un par de años llegar al nivel de producción y de ventas que teníamos antes de la crisis. [Tomaría] hacia el 2022 para comenzar a acercarnos al nivel pre-COVID-19. Es un golpe muy importante y no es tan fácil salir. Algunos comparan esto con la crisis del 83, que fue crisis de deuda, y luego el fenómeno del Niño o la crisis financiera del 2008-2009. Esto es bien diferente porque todo el mundo está igual. Cuando salgamos, cuando comience a salir el Perú a controlar la enfermedad y a reabrir sectores, no habrá una locomotora de crecimiento mundial que nos jale. Todo lo que logremos va a ser remada propia, a puro esfuerzo peruano en este entorno difícil, social y preelectoral. Estoy seguro que vamos a salir, pero nos va a tomar un tiempo.
—¿Esta sería la recesión más grande desde cuándo? ¿Cuánto proyecta que podría caer la economía este año?
En este momento, todas las variables que podrían determinar una proyección de crecimiento puntual se están moviendo: la curva de la enfermedad se mueve y no se aplana, los protocolos de reapertura se mueven; no sabemos bien lo que va a pasar con Estados Unidos y Europa. Todas las piezas claves están en movimiento. Por ello, nos sentimos más cómodos hablando de rangos. Si suponemos que levantamos la cuarentena el 10 de mayo y que tenemos luego algunas semanas de cuarentenas intermitentes, la caída [del 2020] puede estar entre 10% y 15%.
—Considerando lo que dice, tampoco podríamos saber si el segundo semestre sería mejor.
Va a depender mucho de cómo se maneje la enfermedad. Me declaro ignorante para opinar sobre eso. Pero si ves la cifra de fallecidos –el dato más duro–, la curva en el Perú todavía está empinada. Ese es un gran factor de incertidumbre y de riesgo para la economía. Tenemos que encontrar la forma de reactivar motores económicos conviviendo con el COVID-19 responsablemente.
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—¿La confianza para invertir y para consumir estará en los suelos todo el año, o se espera una recuperación hacia el segundo semestre? ¿Cuándo se espera que esto se recupere?
En España ya comenzaron a reabrir y el cambio en el ánimo del consumidor fue muy rápido. Sí considero que el ánimo de los consumidores puede cambiar rápidamente porque estamos en una situación muy grave. Lo primero que vamos a sentir todos es alivio, pero en el caso del Perú esa mejora en el ánimo de los consumidores, que sin duda se va a dar, se va a chocar con una realidad que todos vamos a tener que enfrentar: economías familiares y empresariales muy, muy golpeadas. En Perú pasamos este shock básicamente sin mecanismos de protección social. Lo que está haciendo ahora el Gobierno es dar estos bonos que alivian en algo la situación, pero no la terminan de compensarla totalmente. No hay espalda fiscal que pueda compensar el tamaño del impacto económico que estamos sufriendo. Yo sí creo que puede haber una mejora muy rápida en el ánimo de los consumidores, pero la gran restricción va a ser la situación laboral y la capacidad de generar ingresos. En una economía tan informal como la nuestra, todas las personas que están dejando de trabajar y de ofrecer sus servicios o han perdido su trabajo, todos, van a salir a buscar trabajo al mismo tiempo. Habrá millones de personas tratando de reengancharse, lo que va a generar un número muy importante que no lo consiga -el desempleo va a ser muy alto-, y aquellos que lo consigan, lo van a conseguir a ingresos menores. Entonces vamos a tener una capacidad de gasto muy golpeada. Ese ánimo no sé si va a ser acompañado con la capacidad real de gastar.
“Tenemos que encontrar la forma de reactivar motores económicos conviviendo con el COVID-19 responsablemente”.
—¿En qué aspectos se concentrarán los principales ajustes de las empresas?
Lo que yo estoy viendo en las empresas es que hoy ya están preparando planes de guerra. Lo primero que están haciendo [las empresas] es postergar inversiones, lo que llaman el Capex. Todo lo que sea una inversión no indispensable para su operación está siendo postergada. [Por ello ] vamos a ver este año caídas de la inversión privada como nunca hemos visto -30% o -40%. Esa es la primera línea de defensa. Todo lo que puedas postergar, se posterga. Lo que signifique crecimiento y desarrollo de nuevos negocios se posterga y mantienes solo lo indispensable para operar. De ahí vienen los recortes de costos de otro tipo. Si puedes comprar menos, contratar menos, buscar menos consultorías, menos publicidad, menos servicios de terceros, vas cortando. Después estamos viendo muchas reducciones de remuneraciones. Al final vienen las reducciones del número de personas.
—Miles de empleos se van a perder por esta crisis. ¿Cuántos ya se han perdido, sea por no renovación de contratos o despidos, y cuántos más se perderán?
[Con la caída del producto que estimamos] podríamos ver este 2020 caídas de empleo formal en alrededor del 25%, que es como un millón de empleos formales. En el Perú la gente no se va a quedar desempleada en sus casas, y lo que vamos a ver es una pérdida de empleo formal muy fuerte mientras que en el sector informal, en el resto de la economía, veremos una precarización en la calidad del empleo. La gente va a trabajar más, por menos ingresos o empleos de menor calidad.
—¿El empleo informal también va a ser limitado por esta situación?
En los periodos de crisis la gente se refugia en el sector informal. Ahora va a pasar también. La gente va a trabajar, pero vamos a ver caídas en ingresos laborales en el sector informal en el orden de 20% porque todo el mundo va a salir al mercado laboral a buscar trabajo el mismo día.
—Ya se están dando medidas como la suspensión perfecta, los créditos de Reactiva Perú, subsidio a las planillas… ¿Esto no será suficiente para preservar la mayoría de empleos?
Lamentablemente los números que te comento ya toman en cuenta las medidas del Gobierno. Ya estamos incorporando el Reactiva Perú, las transferencias de bonos, todo este despliegue de medidas del Gobierno que si uno las suma, es grande. Equivale a como 12% del PBI. No todas son crecimiento económico directo, pero buena parte sí.
— ¿El Perú debe salir a asumir mayor deuda para financiar esta crisis?
Ya se tomó la clarísima decisión de llevar el déficit a niveles muy altos. No me sorprendería que cerremos el año con un déficit cercano al 10%. El Perú ya hizo una emisión de bonos recientemente por US$3.000 millones, y la demanda fue ocho veces la oferta. Perú colocó US$3.000 millones y se demandaron como US$25.000 millones a una tasa históricamente baja. Si se trata de conseguir recursos para enfrentar esta situación, esa es una vía a la que hay que recurrir. ¿Cómo se paga esa deuda? A través de los impuestos a lo largo de los años, no ahora. ¿Hay espacio para aumentar el déficit? Sí. ¿Hay espacio para aumentar el nivel de endeudamiento? También.
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