Con al menos dos semanas de aislamiento social obligatorio por delante, los problemas desde el frente productivo empiezan a hacerse más notorios. El especialista comenta el paquete económico del Ejecutivo y las expectativas para este y el próximo año.
La mayoría de proyecciones económicas estima una contracción de aproximadamente 5% para el PBI peruano en el 2020. ¿Qué tan dura cree que será la caída?
El golpe será duro para el mundo, los emergentes y el Perú, obviamente. El golpe vendrá por el lado de oferta y demanda. Lo que me preocupa es la manera simplista con que se focaliza ese golpe en nuestro país. No habíamos terminado marzo y se soltó una cuasi feria de proyecciones que iban entre -1% y -4,5% para el Perú. ¿Esto es serio? Ninguna de ellas, por ejemplo, incorporó correctamente, las medidas de compensación económica anunciadas en el frente tributario, fiscal, crediticio, monetario que serán aplicadas progresivamente estos tres trimestres restantes. Ninguna incorporó esta respuesta masiva, rápida y expansiva de los bancos centrales a nivel internacional. Eso es poco elegante.
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La proyección del Ejecutivo en el pedido de facultades (un crecimiento de 2%) sí incorporó algunas de las medidas que refiere. ¿Cree que existe campo para ser tan optimista?
Pienso que el Ejecutivo pronto va a sincerar su 2% para este año. Siento que, a diferencia de la ‘feria de proyecciones’ que hoy día lanzan algunas entidades, el Ejecutivo debería diferenciarse y mostrar más serenidad. No debemos presentar ni exceso de optimismo, ni pesimismo desbordante e irresponsable. En mi opinión, hasta hace poco nadie había incorporado el impacto de las medidas que los principales bancos centrales y gobiernos anuncian internacionalmente a nivel expansivo, ni tampoco gran parte de la batería de medidas anunciadas recientemente por el Ejecutivo. Esperemos hacia después de junio para ver proyecciones más sensatas.
¿Y cuál será entonces el desempeño de nuestro PBI este año?
En el Perú estamos frente a la economía de más resiliencia en toda la región. Son 21 años de crecimiento ininterrumpido a pesar de crisis internacionales, a pesar de serios problemas políticos, a pesar de desastres naturales. Enfrentamos nuestra prueba de fuego hoy. Repito, aún es temprano para fijar un derrotero claro. Lo que sí es un hecho es que el paquete de compensación fiscal y monetario de Perú, con respecto al PBI, es uno de los más agresivos del mundo. Lo que debe quedar claro es que si recesamos, el Perú mostrará una de las tasas más bajas de decrecimiento entre las economías de mediana escala en toda la región.
¿Las medidas fiscales del gobierno han sido suficientes?
El paquete de medidas anunciado para hacer frente al COVID-19 representa el 12,2% del PBI. El norteamericano es gigantesco, pero hasta hoy representa el 10% de su PBI. El chileno es de alrededor del 5%, aunque Piñera, asustado, ha anunciado una ampliación. Agrégale los US$18,000 millones en líneas de garantía que hemos solicitado al FMI a través de líneas de financiamiento flexible. Nunca, en la historia económica del país hemos reaccionado frente a un problema económico con esa fuerza. En el techo representaría algo más del 20% del PBI. Solo Alemania ha mostrado esa capacidad.
Pero eso no garantiza que la economía no salga bastante golpeada de esto.
Claro que no. Lo que garantiza es que seremos una economía diferente para tratar este problema global. Lo que estamos discutiendo es la magnitud del daño y cómo se viene reaccionando. Un empresario inteligente hoy debe replantear sus planes y pensar cómo aprovechar el rebote del 2021. Solo un miope se quedará con el 2020. El problema y prioridad es salir del bache, eso es obvio; no perder la perspectiva del 2021 es lo realmente inteligente.
¿Y qué se debería esperar en el 2021?
En el 2009 el mundo se contrajo 1,7%, de acuerdo a cifras del Banco Mundial. Nosotros fuimos una de las pocas economías que creció a pesar de ello. El 2010, el mundo rebotó a más de 4% y el Perú rebotó a más del 8%. Para el 2021 se espera, al menos que se presente un contratiempo mayor, un crecimiento del mundo de no menos del 6%. Nos encanta no ver más allá de nuestras narices. Nos encanta tener la perspectiva de un miope. Cuidado.
¿Comparativamente, esta crisis no será más complicada que la del 2009?
Nadie lo niega, pero es un reto diferente. Hoy la crisis tiene componentes muy severos de oferta y demanda, paralelamente. En ese contexto, se tiene que evitar que la cadena de suministro mundial se rompa, se tiene que evitar que la iliquidez ahogue el frente productivo. Sin embargo, a diferencia de la Gran Recesión del 2009, la política contracíclica se aplicará más rápidamente, extensivamente y con más fuerza en casi todas las economías del mundo. Las volatilidades observadas deberían amainar relativamente. La FED está paliando las volatilidades e iliquidez al articular SWAPs cambiarios con, por lo menos, 16 de los Bancos Centrales más importantes del mundo. Las alternativas monetarias no convencionales se están activando nuevamente. Tendremos problemas sin duda, la crisis es tremenda. Pero cuidado con posiciones fatalistas, eso no es correcto.
China, por ejemplo, el principal socio comercial del Perú, pasaría de crecer 6% a 2% este año.
China contrajo más de 5 puntos porcentuales su crecimiento en el 2009 frente a lo que crecía uno o dos años antes, esa es justamente la magnitud de la desaceleración esperada para China este año en el escenario más pesimista. De otro lado, el ‘rebote’ esperado para ellos es de un crecimiento de más de 7%. Tomemos conciencia de que tenemos un serio problema, pero no subestimemos, por ejemplo, la capacidad de respuesta China para reacomodarse a crisis como las de hoy. Esperemos que [problemas en] el frente sanitario no vuelvan a presentarse.
El jueves el BCR redujo su tasa de interés a 0,25%, su mínimo histórico ¿Qué efectos traería esta nueva reducción?
Para cualquier economista con una formación mediana en materia monetaria, financiera y bancaria, sabe que esas medidas son pertinentes en la coyuntura actual, pero, la verdad, son poco efectivas. Dada la informalidad y escasa bancarización de Perú, esas medidas tienen una efectividad limitada. Impactan más en el frente corporativo que en el resto del tejido empresarial. Mucho más efectivo es un programa bien calibrado Reactiva Perú o un bien dimensionado FAE –MYPE.
Sobre Reactiva Perú, ¿serán suficientes los S/30.000 millones para lidiar con el problema de la parálisis productiva en el corto plazo?
El problema será cómo establecer topes por prestarario. Debemos pensar, me parece, en redimensionar el monto y alcance de los recursos. Ahora bien, en términos macroeconómicos, si es cierto lo que ha manifestado el presidente del BCR y se concreta una línea de contingencia de US$18 mil millones ante el FMI, producto de nuestros fundamentos económicos bien puestos, con más razón debemos ampliar el tiempo, magnitud y alcance del apoyo financiero a favor de todo el espectro empresarial. Muy bien si están dosificando los recursos disponibles, pero debemos estar atentos a emplearlos en el momento necesario. Cierto que ya opera el FAE–MYPE y que hasta hoy hay alrededor de 23.000 beneficiados en la micro y pequeña empresa. Eso está bien, pero debemos acelerar el funcionamiento de la maquinaria. O se apuntala profundamente Reactiva Perú o se amplía sustancialmente los fondos para el FAE.
¿Le encuentra limitaciones entonces al programa?
Todo es perfectible. Tres afinamientos. El primero, tal y cual se ha condicionado el acceso a este financiamiento vía la garantía del MEF, se tiene que disponer de aportes a Essalud y planilla registrada en la Sunat. Eso dejaría de lado a decenas de miles de microempresas. No llegaría el apoyo a los informales, a los independientes, a los más vulnerables. Grave error. Segundo, se ha dimensionado los préstamos para apoyo al capital de trabajo de uno o dos meses. Eso no tiene ningún sentido, menos de seis meses no serviría de mucho. Y tercero, el ‘accountability’. Todos los créditos garantizados por el Estado deben ser reportados en detalle a la SBS o al MEF. Es necesario monitorear el impacto. Saber a quiénes se les prestó, cuánto, a que proveedores se apoyó y a cuantos trabajadores dejó de despedirse gracias a ello. Además, se ha sugerido la posibilidad de condicionar a las microempresas a formalizarse para obtener ese apoyo financiero. Me parece que no debemos pedir demasiado y focalizarnos en reactivar. Una vez que pase esta suerte de desbalance, podemos dar riendas a mayor creatividad, por ahora, no.
Diversos exministros consideran que las garantías debieron cubrir el 100% de los préstamos. ¿Está de acuerdo con esa lectura?
Eso es justamente asegurar riesgo moral pleno. Cuidado. Pienso que se están confundiendo las cosas. Cualquier acción crediticia sin riesgo para el prestamista es peligrosa para la sociedad y para la efectividad de las políticas crediticias y de garantía que pretenden aplicar. Se generaría una suerte de “selección adversa”. El problema no es que no cubren el 100%, el problema es si llegarán a las micro y pequeñas empresas, el problema es si están bien dimensionados sus volúmenes máximos por prestatario.
En el frente tributario, el MEF ha impulsado beneficios para empresas que hayan facturado hasta 5.000 UIT en el 2019 (21 mlls.). Con una producción detenida por más de cuarenta días, ¿deberían también extenderse estos beneficios a empresas por encima de ese límite?
No nos apresuremos. Las alternativas de financiamiento de las entidades de mayor escala son más ricas y, en promedio, más baratas que las del resto del espectro. Desde el punto de vista tributario, ese es el elemento que deben haber considerado los diseñadores de política económica. Pero un buen hacedor de política económica siempre debe revisar el impacto de sus iniciativas. Si hay errores o limitaciones, deben ser corregidas de inmediato.
Desde el Congreso se ha aprobado un proyecto de ley que permitiría el retiro del 25% de las AFP con un límite de 3 UIT. ¿Qué implicará una medida así en esta coyuntura?
Bueno, me parece que la acotación de 3 UIT redujo el problema del impacto de una liquidación masiva de valores administrados por las AFP. Hoy en día el Ejecutivo o el mismo Legislativo puede repensar su propuesta y reducir ese 25% o recalibrar las 3UIT. Sin embargo, me preocupa que el fondo proyectado de los afiliados de menores ingresos, al final no les alcance ni para tener una pensión mínima equivalente a la que sí otorga el SNP y, paralelamente, nos opongamos hoy a que, excepcionalmente, saquen su dinero. En ese contexto y frente a tanto alboroto y demora, le aconsejaría al presidente Martín Vizcarra que proceda con la firma de la propuesta del Congreso. Está acotada y no podemos dedicarle más tiempo a este tema. Por favor, presidente, concéntrese en lo fundamental, no en lo accesorio.
El Perú es una economía altamente informal. ¿Qué medidas se deberían promover para esa masa de personas y negocios en esta coyuntura?
Debemos entender de una vez por todas que no hay informalidad pura en el país. Los informales demandan suministros que muchas veces tienen carácter formal y viceversa. Al sector informal se puede llegar con financiamiento especializado a nivel microempresa y con subvención para los sectores más vulnerables. Eso lo está haciendo el gobierno de turno con los bonos, con las “canastas” canalizadas vía gobiernos locales, bien hecho. El tema es si dispone de capacidad de gestión y control para optimizar el resultado de estas medidas. Mire lo que pasa, se distribuyen alrededor de 200 millones de soles a los gobiernos locales para apoyar a la población más débil. Existen más de 1.800 a nivel nacional. En esas condiciones, ¿existirá control y eficiencia en la asignación? La respuesta es obvia. Solo en el 2009 se crearon más de 200 gobiernos locales, a vista y paciencia de todos. Eso es casi un crimen. La politiquería no nos abandona. Gran problema.
Cuándo la cuarentena termine, ¿cómo volvemos a activar la máquina productiva?
Debemos prepararnos para regresar a la normalidad productiva cuanto antes, pero con progresividad e inteligencia. En el mundo formal debemos empezar por las regiones que menos problemas sanitarios presentan y por sus sectores con más mano de obra. El sector servicios y comercio debe incorporarse con cierta gradualidad. Ambientes ligados al esparcimiento podrían demorar más. En sector construcción y otros similares, se debe pedir una certificación permanente de evaluación sanitaria a sus trabajadores; que las mismas empresas del sector las financien y apliquen, el Estado debe focalizarse a certificar ello. Así podremos echar a andar la maquinaria más rápidamente. Es posible hacerlo.
¿Y para el frente informal?
Acá los protocolos para reinsertarse a la normalidad deben funcionar con detalle y supervisión especial de los gobiernos locales y regionales. Para entrar a una bodega, para hacer las compras en un mercado, para acceder a un corte de pelo, para recibir el servicio que proporcionan miles de electricistas, jardineros, gasfiteros, taxistas. No importa si son formales o no. La prioridad es que trabajen nuevamente y cuanto antes con un criterio sanitario mínimo. La prioridad es que se planteen reglas de juego nuevas y se cumplan. El mundo cambió y aún no nos preparamos y adelantamos a ello.
El Ejecutivo estima más de un millón de posibles desempleados solo en pequeñas y medianas empresas. Expertos consideran que en los días de cuarentena se habría perdido aproximadamente el 20% del empleo formal. ¿Cómo se enfrenta una situación así?
Si uno lee la solicitud del pedido de facultades extraordinarias, el mismo gobierno hace alusión a la necesidad de evitar que se generen más de 1 millón de desempleos en el marco del COVID 19. Hay conciencia de ello. Pues bien, acá se debe aplicar un portafolio de alternativas para evitar que las empresas quiebren o aceleren desempleo. Una de ellas puede ser permitir que el sector privado emita bonos a favor de sus trabajadores como parte de pago de solo una parte de sus sueldos. Temporalmente. Estos bonos ganarían un interés mínimo y al cabo de que la producción se normalice, el sector privado tendrá la obligación de recomprarlos. De lo que se trata es de adecuar los flujos de caja empresariales a una realidad de licuación temporal de parte de estos. Lo inteligente es que se le permita al sector privado adecuarse cíclicamente a esta realidad. Ganan las empresas, ganan los trabajadores, se minimiza el desempleo. Salimos más rápido de estos problemas.
Desde sus columnas en El Comercio ha solicitado, además, una reingeniería del Estado…
Cierto. Si tuviéramos un sector público bien calibrado, eficiente, con capacidad de gestión, podríamos enfrentar este virus con mayor efectividad. Parte de lo que nos enseñará este problema es que debemos emprender las reformas estructurales pendientes cuanto antes. Debemos retomar la necesidad de reducir el déficit de infraestructura e institucionalizarnos seriamente. Cuanto antes. El sector privado, con esto va a aprender que requiere de un sector público eficiente y debe participar en construir ello. Eso es más importante que conferencias que más parecen reuniones sociales intrascendentes.
¿Saldremos bien librados de esto?
El Perú ha enfrentado todo y se ha repuesto de todo con marcado éxito. Hemos crecido 21 años de manera continua a casi el doble de lo que lo hizo el mundo. Hemos sorteado catástrofes naturales, crisis internacionales, políticos mediocres, corrupción. Claro que saldremos de esto, hemos acumulado una fortaleza macroeconómica que nos permitirá salir flotando de esta delicada coyuntura. Recursos tenemos, medidas bien orientadas en general, también. Unión, fe, fortaleza y trabajo. Saldremos de esto.
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