En el 2023, tal como advirtieron distintos especialistas y entidades como el Consejo Fiscal (CF), el Perú superó el techo de déficit en 0,4 puntos porcentuales (un 2,8% frente a la meta de 2,4%). El Comercio conversó con Luis Alberto Arias, exjefe de la Sunat, sobre las expectativas fiscales para este 2024, en medio de las advertencias de Fitch Ratings sobre los retos que enfrenta el país en este frente.
— En una entrevista con el diario “Gestión”, el ministro Alex Contreras respondió que este año no se evalúa modificar la regla fiscal. A su juicio, ¿debería modificarse la regla vigente de déficit fiscal?
No creo que sea conveniente que un gobierno, a mitad de mandato, cambie las reglas fiscales, porque esto es efectivamente una mala señal. Los gobiernos al inicio plantean un programa económico y se establece un compromiso de trayectoria de convergencia hacia el 1% del PBI (de déficit fiscal). Ese compromiso ya ha sido establecido y no hay un evento extraordinario que obligue a cambiarlo.
— Entonces el ministro está haciendo lo correcto.
De acuerdo. Lo que estamos viendo es que el déficit fiscal no está convergiendo; porque más allá de que nos pasamos unas décimas en el 2023, lo más importante es que no converja. Y no converge a pesar de que los precios de los minerales no están malos: el precio del cobre está en US$3,80 la libra y el precio del oro está por arriba de los US$2.000. Es una coyuntura favorable.
— ¿Qué es lo que está pasando?
Hay un problema de ingresos, agravado por la coyuntura recesiva de la economía de la cual aparentemente hemos comenzado a salir. Hay un problema de ingresos que es estructural, que tiene varios años. Cuando hemos podido acercarnos al límite de 1% del PBI de déficit fiscal –cercanos a cumplir la meta– es porque hubo eventos favorables como precios de commodities y minerales. Pero ahora estamos en un peor escenario: esos mejores precios de minerales no se trasladan a mejores resultados tributarios porque ha aumentado la tasa de evasión. Esto lo vemos también porque año a año están aumentando las exoneraciones: si uno mira los datos que publica el propio MEF, ve que el monto de los ingresos que el Estado deja de recibir por exoneraciones tributarias, por beneficios de este tipo, es creciente, y eso está asociado con la actual crisis política. El MEF no tiene el peso para evitar que el Congreso siga sacando exoneraciones tributarias.
— Es decir, hay mucho populismo desde el Congreso que el MEF no ha podido confrontar.
Hay mucho populismo [en el Congreso] por el lado de las exoneraciones y también por el lado del gasto público. Recordemos el fallo del TC que interpretó el artículo de la Constitución que impide al Congreso crear gasto. Ahí están los mayores riesgos: tenemos un Congreso fuerte y un Ejecutivo débil. Eso esta haciendo que no se converja a la meta de déficit. El MEF lamentablemente no tiene las manos en las riendas de la política fiscal.
— ¿Y cree que puede llegar a tenerlas? ¿Hay señales de que la situación pueda virar?
En lo político no va a cambiar la correlación de fuerzas. Es lo que tenemos hasta el fin del mandato: un Congreso populista que va a continuar con ese comportamiento hasta el final.
— Usted ha considerado que la recaudación tributaria difícilmente se recuperará este 2024 tras el cierre negativo del 2023. No obstante, en enero hemos visto una ligera recuperación. ¿Considera que podríamos ver una trayectoria similar el resto del año, en todo caso?
Lo que ha mejorado es el IGV, pero al resto de variables tampoco les está yendo como debería. Los dos puntos débiles de la recaudación este año serán el impuesto a la renta (IR), por la baja regularización que esperamos y que afectará los pagos a cuenta de este año; y por otro lado no veo que se puedan recuperar los impuestos aduaneros en adelante. Lo que sí podríamos observar es una recuperación del IGV, pero he escrito que la recuperación no va a ser suficiente para contrarrestar el resto de efectos negativos. En el mejor de los casos, en un escenario muy optimista, espero que los niveles de recaudación en términos del PBI se mantenga con respecto al 2023. Lo más probable, sin embargo, es que estemos unas décimas por debajo. Es ese el escenario en que el déficit se complica.
— El ministro de Economía también ha dicho que en enero el déficit fiscal estaría en 2,7% frente al 2,8% al cierre del 2023. ¿Usted ve la posibilidad de que alcancemos el objetivo de 2% este 2024?
He ahí el dilema: para alcanzar ese nivel de déficit, el ministro tendría que ajustar el gasto corriente y el gasto de inversión pública.
— ¿Y eso puede evitar que la economía repunte este año?
Por eso menciono que ahí está el dilema. Ajustar el nivel de gasto en este momento, aunque fuere por gasto que se realizó el año pasado por razones extraordinarias, va a afectar las perspectivas de crecimiento de la economía. Hay que recordar que estamos en un escenario en donde no vemos una explosión de la inversión privada. Cuando una economía está saliendo de una recesión, lo ideal sería que se dé un crecimiento importante del consumo, de la inversión privada, y es ahí donde puedes empezar a retirar los estímulos que se tuvo que hacer el año pasado.
— A su parecer, ¿estamos saliendo ya de esta recesión?
Estamos saliendo muy tímidamente todavía. Estamos rebotando. Los indicadores de electricidad muestran que hay un rebote. El consumo se ha comenzado a recuperar también. Pero no estamos viendo el inicio de un ciclo expansivo. La salida va a ser lenta, frágil, y eso es lo que enfrentaremos.
— Si hubiera que ponderar entre alcanzar el techo de déficit fiscal este año, considerando las alertas que han enviado agencias como Fitch luego de que esto no se concretó en 2023, o reducir el gasto público impactando a la actividad económica, ¿cuál cree que debe ser la vía? ¿Por dónde ve el camino del Gobierno?
Cuando hay un dilema se requiere un instrumento adicional, que en el corto y mediano plazo debe ser un plan claro para mejorar la recaudación.
— Un plan que no existe.
Exacto. Y no debe ser mediante creación de impuestos u aumento de tasas impositivas, porque eso sería absolutamente contraproducente, pero sí [debe ser] un plan que pare la fiesta de exoneraciones, que las racionalice; que identifique tres o cuatro exoneraciones tributarias que se puedan eliminar, anunciando un plan de racionalización de estos beneficios tributarios.
Lo otro demora un poco más, y es un plan para reducir la evasión tributaria. Pero así tarde, ese plan se requiere. Yo creo que no vamos a alcanzar el 2% (de déficit fiscal este 2024). Pero sí va a ser una buena señal que reduzcamos el nivel actual. Un punto intermedio es retomar la trayectoria decreciente para no alejarnos demasiado de la meta y no comprometer, por lo tanto, el crecimiento.
— ¿Tener un plan puede disuadir cualquier posibilidad de que se vea comprometida la calificación de riesgo de Perú?
Puede ser disuasivo en el sentido de que esa trayectoria decreciente, que se debe retomar, vaya acompañada de medidas en el campo tributario para que las agencias perciban que eso ya vas a tener mejores resultados hacia el 2025. Si se plantea ahora un plan para reducir la evasión, vamos a ver los resultados en el 2025. Si cualquier analista –no solo las agencias– ve que se ha tomado una trayectoria decreciente, que se han tomado las medidas necesarias para que los ingresos mejoren, eso evitaría que podamos vernos expuestos a una rebaja en la calificación.
— Usted mencionó en una reciente columna en Gestión su preocupación por la situación de Petroperú y en sí por el riesgo fiscal que puede implicar para el país. Incluso Fitch dijo sí ver riesgos derivados de la posibilidad de un mayor apoyo a la petrolera estatal –aunque esta agencia considera que se le debe apoyar–. El ministro Contreras ha precisado en una entrevista con Semana Económica que se está viendo esto de forma alarmista. ¿Cómo ve usted esta situación?
El principal problema con Petroperú, a pesar de que es una empresa pública, es la falta de transparencia. Cuando hace dos años se inyectó US$2.500 millones, la principal duda fue si ese iba a ser el principal rescate o si había perspectiva de inyectar mayores fondos. En esa época, el titular del MEF [Kurt Burneo] dijo que Petroperú iba a devolver el dinero. Se dijo que la refinería entraba a operar en diciembre, cuando uno sabe que un proyecto de esta magnitud no entra a operar inmediatamente al 100%. ¿Acaso Petroperú está refinando al tope de su capacidad? Me parece que no. La petrolera no ha recuperado la participación de mercado que tenía. Lamentablemente –y de esto es partícipe el MEF– no nos dan información completa. Nos informan esperanzas. Lo que debería hacer cualquier gobierno serio es mostrar el flujo de caja y las proyecciones de la empresa, cosa que no se ha mostrado. El MEF dice que más adelante tendrá todas las cifras, pero antes de la reforma del directorio ya había dos directores del Ministerio de Economía en Petroperú. Entonces, nos están dorando la píldora. No creo que el ministro de Economía en el Consejo de ministros no pueda golpear la mesa y decir “yo quiero todos los flujos”. También nos doran la píldora cuando dicen que no habrá aporte de capital fresco.
— ¿Tiene que haber aporte de capital?
En términos de flujo financiero y fiscal, prácticamente da lo mismo que salga el dinero del contribuyente o que el MEF de un aval para un crédito que otorga el Banco de la Nación. O que el MEF dé un aval para la empresa, en las circunstancias que está –recontra sobreendeudada–. Entonces, en términos prácticos, quien se está endeudando hoy es el MEF. No hay diferencia en que salga de la cuenta del MEF o del banco de La Nación.
— ¿Sería peor que no se le apoye?
Bueno, sí. Hay falta de transparencia, es cierto, pero –dimensionando correctamente– tiene que haber apoyo así como una perspectiva de salida de esta situación. Tiene que haber claridad en esa perspectiva.
— La preocupación de Fitch, igual, es que la situación de Petroperú pueda contagiar a las finanzas públicas del país.
De hecho ya las ha contagiado. En términos de déficit fiscal, las contagió.
— Ha mencionado medidas de corto plazo que son de corto plazo, como racionalizar exoneraciones. Pero ¿cómo ve la trayectoria a futuro de la presión tributaria, que se ha visto afectada en los últimos años? ¿Cree que la presión tributaria pueda aumentar en el mediano plazo o hay medidas adicionales que se deben aplicar para que eso ocurra?
Nuestro país tiene un problema de presión tributaria estructural desde hace décadas. Cuando uno ve el comparativo con otros países del mundo, estamos en el tercio inferior. La principal razón para estar en el tercio inferior es la alta evasión que tenemos, la evasión del IGV está entre 30% y 40, y la evasión de renta es mucho mayor... Esto está, en parte, asociado con la informalidad, pero también con una falta de control. Tiene que haber una reforma tributaria que vaya de la mano con reformas en el gasto, porque hoy en América Latina es bien difícil hacer reformas tributarias que pretendan elevar impuestos, aunque sea a sectores específicos, sin plantear modificaciones en el gasto también. Entonces, la reforma tributaria que se plantee a futuro tiene que estar asociada a mejoras en eficiencia del gasto, recorte de gasto en la grasa del Estado, entre otras medidas, para hacer espacio y poder ejecutar otras reformas que hoy no son viables como la reforma de pensiones. La reforma de pensiones necesita una pensión mínima, como lo ha propuesto el ministro, pero hoy no hay plata. Se necesita dinero para las pensiones y para mejorar el gasto en inversión pública, el mantenimiento y la infraestructura. Tenemos un problema complejo y para resolverlo necesitamos este cambio en la estrategia para mejorar los ingresos.
— Para que el MEF no vuelva a cometer los errores de sobreestimación que hemos visto en 2023, ¿qué cifras considera que se deben ajustar en la actualización del marco macroeconómico multianual (MMM) que se aproxima?
Las proyecciones están optimistas en materia de crecimiento: 3% [de expectativa de expansión del PBI para este 2024] es un nivel optimista. Creo que hay que ser un poquito más realista y reajustar la situación económica en los próximos años. Si crecemos más, en buena hora. Pero pienso que las proyecciones tienen que ser más moderadas. De la mano con eso, hay que sincerar las finanzas públicas. El año pasado, en agosto, el MMM estimaba uae se iba a recaudar 15,5% del PBI, y eso se reajustó al alza. Pero ya se sabía que íbamos a estar en alrededor de 15%. Hubo una sobreestimación de medio punto y el resultado final fue peor. Entonces, cuando han enviado el presupuesto público de este 2024 basado en el último MMM, se ha mantenido el 15.5% de recaudación. Ya la brecha es muy rande y hay que sincerarla para que no vuelva a pasar que somos optimistas por todos lados y no cumplimos ninguna proyección macro.
— Usted también ha abordado con preocupación el alto nivel de endeudamiento de la municipalidad de Lima. ¿Qué tanto pude esto impactar a las finanzas públicas del país en general?
Una de nuestras fortalezas fiscales ha sido que nosotros hemos tenido controlado el nivel de deuda de los gobierno regionales y locales. Cuando ese nivel de deuda no se tiene controlado, es una potencial crisis. Ha pasado en provincias de países como Argentina y Brasil. Hubo antes para esos organismos un buen marco de reglas fiscales; pero resulta que había un cabo suelto, que es el caso de la Municipalidad de Lima. El municipio de Lima ya está excediendo la regla fiscal de 100% de los ingresos como deuda y frente a ese exceso se le inyecta una deuda enorme de S/4.000 millones que llevaría a 500% de los ingresos el nivel de deuda. La municipalidad de Lima está entrando en un desmanejo financiero. ¿Qué va a pasar con el siguiente alcalde? ¿Querrá hacer lo mismo? Esto es un pésimo precedente. Hay que modificar la ley y establecer límites.