En la década de los 90 cada estación de radio en la frecuencia modulada (FM) tenía prácticamente un propietario diferente que hacía todo lo humanamente posible por sobrevivir.
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Se trataba de alrededor de dieciocho emisoras apuntando prácticamente a lo mismo: propalar música hegemónica de moda ya sea esta salsa, rock o baladas.
Si bien cada una era una trinchera distinta, la mayoría de radios iba detrás del mismo público masivo porque esto significaba atraer a los grandes anunciantes, lo que a su vez generaba el dinero suficiente para seguir haciendo rentable un negocio que pasaba por su peor momento, con tarifas deprimidas por la excesiva competencia.
Pocas emisoras como Radio Doble Nueve, Radio Inka, Stereo 100 o Telestereo se atrevieron a difundir algo distinto. Aún así fueron terriblemente golpeadas por las bajas tarifas.
EMPIEZAN LOS CAMBIOS
Este escenario cambió cuando el público se fue fraccionando y empezaron a surgir aquellos ritmos aparentemente incomprendidos como la tecnocumbia, el reggaetón y la música del recuerdo, cada uno de ellos pidiendo ser representados en la FM.
Muchos rockeros se habían quedado en los 80 y querían que esa música siga subsistiendo en el dial exigiendo una frecuencia para ellos; igualmente los salseros daban a entender que habían matices en el ritmo (desde la salsa dura a la sensual) y querían que esta diferencia se refleje en el dial.
Varias radios no pudieron afrontar estas exigencias porque sus ‘broadcasters’ no llegaban a sintonizar con la gente y si lo hacían, al contar solo con una radio y apuntar a un público especializado, el pedazo de la publicidad obtenido era mínimo, lo que hacía de las emisoras poco rentables y vulnerables.
Ante este escenario dos empresas tomaron la iniciativa para adquirir y agrupar a las estaciones de radio y darle un nuevo giro al negocio. Este fenómeno, que empezó en 1998, aglutinó emisoras alrededor de dos grupos: Corporación Radial del Perú (perteneciente a la familia Zavala) y el Grupo RPP (de los Delgado Nachtigall).
Ambos, a través de compras y asociaciones (y venta de contenidos), empezaron a generar dos nítidos grupos que empezaron a pugnar por apoderarse de la audiencia y la publicidad del dial.
La agrupación de radios tuvo un objetivo claro: ofrecer a los anunciantes más opciones dónde colocar sus avisos (espacios para oyentes que gustan del rock, balada, música del recuerdo y cumbias), en un solo paquete. Esto para los anunciantes representaba una ventaja, era mejor negociar con un solo propietario que tenía cinco estaciones con una programación diversa que hacerlo con cada dueño de estaciones solitarias.
Además, era claro que este hecho permitió a los propietarios un mayor poder de negociación y control de las tarifas en radio.
LAS COMPRAS
El proceso de compras arrancó en 1998 con la adquisición de Stereo 100 por parte de Corporación Radial del Perú (CRP), el mercado de publicidad radial llegaba en ese entonces a los US$28 millones.
Luego, este grupo adquiriría Omega, Ritmo Romántica, Radio Inka, etc. sumando hoy ocho estaciones. Mientras el Grupo RPP lograría la compra de un número similar de estaciones para consolidarse como conglomerado
Las sucesivas compras trajeron al mercado un beneficio evidente, hacia el 2008 las ventas de publicidad se incrementaron hasta en US$47 millones y es probable que en los últimos años se haya incrementado aún más. A los dos grupos más grandes se les suman otros más pequeños que también han ido en el mismo sentido de la consolidación de emisoras.
Entre ellos se encuentran Radiocorp (Viva FM y Radio X), Radio Panamericana (Onda Cero, Radio Panamericana) y Corporación Radial (Karibeña, Exitosa y La Kalle) los cuales continúan logrando una mayor participación comercial con sus propuestas.
Sin embargo, una segunda razón para la consolidación de las estaciones de radio se generó a partir del debate de lo que debía ser la ley de radio y televisión. Su
discusión –que empezó alrededor de 1995 y culminó el 2004 con la ley– se centraba en permitir o no una participación mayoritaria de la inversión extranjera en estos medios.
En ese sentido, la compra de estaciones era imperativa por dos razones: si la ley permitía el ingreso de accionistas extranjeros para obtener el 100% de los medios de comunicación, se abrirían las puertas a que grandes transnacionales comprasen masivamente las estaciones, dejando pocas oportunidades a los inversionistas locales, por lo que era necesario adelantarse a la ley.
Asimismo, si de todas maneras esto ocurría, la consolidación de las estaciones permitiría una buena opción de venta a los extranjeros que hubiesen preferido comprar estaciones agrupadas en un gran paquete.
Finalmente, la ley solo permitió que el capital extranjero accediera al 40% de las acciones en estos medios de comunicación, lo cual no hizo atractiva la incursión de
grandes inversiones extranjeras en estos negocios.
Los dos grandes grupos mencionados (Corporación Radial y Grupo RPP) han dejado de adquirir estaciones por la misma exigencia de la Ley de Radio y Televisión (Ley 28278, promulgada el 15 de julio del 2004).
La norma les da la posibilidad de controlar hasta el 20% del número de estaciones del espacio eléctrico en una localidad (en Lima, siete estaciones). Sin embargo, hay otros tres grupos radiales pequeños, aptos para crecer y que podrían dar nuevas sorpresas en este proceso de consolidación.